La intervención de Aziiz, joven iraquí, fue recibida con un largo aplauso. Los ojos brillantes de los más de mil participantes en el Congreso Gen estaban fijos sobre su rostro enjuto que revelaba el drama que él y su familia vivieron en Qaraqosh, un pequeña ciudad de la Llanura de Nínive, cuando llegaron los milicianos del así llamado estado Islámico. «Antes de contarles mi historia – dijo Aviiz desde el escenario –, quiero hacerles una pregunta: ¿han pensado alguna vez que un día podrían perderlo todo? La casa natal con todos tus recuerdos más hermosos, tus amigos, tus sueños, tu gente? Esto es lo que me ha sucedido a mí …». El dolor de los momentos vividos huyendo de su ciudad con la familia hacia el Kurdistán iraquí, todavía es visible en sus ojos: «Me he preguntado por qué me ha tocado vivir este calvario, pero justamente ahí empezó la experiencia, la de encontrarme viviendo con Jesús, el Abandonado. Me parecía estar en una película de acción, en la cual ya no lograba distinguir entre lo real y la ficción: mareas de personas que avanzaban a pie para encontrar una vía de fuga, lágrimas, gritos. Estaba casi petrificado por el dolor, pero me dije que quizás podría hacer volver la sonrisa a quien estaba cerca de mí. Con nosotros estaba una comunidad de la religión Yazidi, personas que tenían aún más necesidad de ayuda porque el Isis había cometido verdaderas torturas con esta gente. He olvidado mis miedos y angustias para estar con ellos y sostenerlos». Aziiz, junto con sus padres, ahora está refugiado en Francia, una opción difícil, con mil desafíos que enfrentar pero nunca se ha sentido abandonado por el amor de Dios que, «con su mano imperceptible continúa enjugando nuestras lágrimas, aligerando nuestros sufrimientos. Nosotros jóvenes tenemos un enorme potencial para cambiar el mundo, empezando por las cosas pequeñas: o vivimos para cambiar algo y mejorar esta tierra o nuestra vida no tiene sentido». Las palabras de Chiara Lubich, dirigidas a los gen 2 en 1967, resultan más actuales que nunca y proféticas: «Rumores y noticias de guerras entristecen el horizonte del mundo. Quizás en Oriente Medio o en Extremo Oriente algún gen amigo nuestro (…) ha estado o está ahora en peligro de muerte. Nuestro mismo objetivo – el de promover la paz en el mundo – parece dolorosamente comprometido. ¿Qué hacer? No nos desanimemos (…) Las bombas caen y destruyen casas y matan a personas. ¡Qué el amor se difunda con mayor rapidez para construir una sociedad nueva y un mundo nuevo». «Han pasado 50 años pero todavía somos esa generación que no se detiene – expresó Gloria de Uganda – y que aún quiere vivir el ideal que Chiara nos dio». Damián de Argentina agregó: «Para nosotros es un momento de fiesta. Hemos recorrido estos 50 años del Movimiento Gen recorriendo los momentos más importantes, tratando de revivir cada palabra que Chiara nos dio». Testimonios de varios continentes, reflexiones, diálogos, cantos, música se alternaron para celebrar estos años de vida de la segunda generación de los Focolares, vividos con gran intensidad. Maria Voce, presidente del Movimiento, en un video-mensaje, invitó a los jóvenes a seguir el designio de amor que Dios tiene para cada uno, siguiendo el ejemplo de Jesús que eligió la Cruz, el amor hasta el fin, para estar preparados con generosidad a comprometerse a favor de un mundo de paz. Jesùs Morán, copresidente de los Focolares, en un diálogo intenso y más abierto que nunca, los animó a vivir prodigándose en el amor a los hermanos, eligiendo a los últimos, a los despreciados por la sociedad, en un mundo cada vez más fragmentado y dividido. Más de mil jóvenes vuelven a sus lugares de origen tomando en serio la consigna profética de Chiara Lubich: «Será la segunda generación la que hará resonar el grito de Jesús Abandonado hasta los últimos confines de la tierra … Y en aquel grito el mundo entero volverá a esperar». Patrizia Mazzola
Poner en práctica el amor
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