Por primera vez después de 36 años, fue Polonia el país anfitrión del Congreso ecuménico anual de los Obispos amigos del Movimiento de los Focolares. Después de Jerusalén, Estambul, Londres, Augsburgo y otras ciudades simbólicas del camino ecuménico, fue el momento de Katowice, la capital de la Silesia. Un antiguo centro urbano de casi 300 mil habitantes, acogió, del 15 al 18 de noviembre, a 35 obispos de distintas Iglesias, ortodoxos, siro-ortodoxos, evangélico-luteranos, anglicanos, metodistas y católicos, provenientes de Alemania, Austria, Inglaterra, Irlanda, Suecia, Polonia, Hungría, Lituania, Letonia, República Checa, pero también de Brasil, Chipre, India, de la República Democrática del Congo, Tailandia y de los Estados Unidos. Con ellos estaban también unos treinta laicos. Los obispos reunidos en Katowice representan un muestrario de comunidades sociales y eclesiales diversas, pero animadas por el deseo de hacer una experiencia de comunión fraterna. “Juntos confesamos, juntos vamos al encuentro de la humanidad”, era el título del Congreso, a cuya realización, además del Movimiento de los Focolares, colaboraron localmente la Arquidiócesis católica y la Iglesia evangélico-luterana de Confesión augustana, la Iglesia ortodoxa de Sosnowiec, la Facultad de Teología de la Universidad de Silesia y la misma Ciudad de Katowice, representada por el alcalde Marcin Krupa. El Congreso se inauguró con la reflexión de Lesley Ellison, anglicana, que habló de “La espiritualidad de la unidad: una espiritualidad ecuménica”, tuvo como tema central “María, la Madre de Jesús”, con estudios teológicos desde distintas perspectivas, católica, evangélica, anglicana y ortodoxa. Fueron numerosos los encuentros, las celebraciones y los momentos de oración según las distintas tradiciones, sellados por el “pacto del amor recíproco” para vivir la comunión fraterna y “amar la Iglesia del otro como la propia”. Brendan Leahly es el obispo católico de Limerick (Irlanda), experto y animador del diálogo ecuménico en su país. Cuando lo localizamos telefónicamente, nos dijo: «Quiero subrayar la cálida acogida que recibimos en Katowice, que ya había visitado en 1991, con ocasión del encuentro de Chiara Lubich con las comunidades de los Focolares del Oeste y del Este de Europa. Es una ciudad muy desarrollada, que da gran valor a la diversidad y a la acogida. La misma que experimentamos en estos días, tanto de parte de la Facultad teológica que nos hospedó como de parte de las Iglesias católica, luterana y ortodoxa. El Congreso nos dio la posibilidad de un mayor conocimiento recíproco, permitió profundizar en las distintas realidades eclesiales y socio-culturales en las que vivimos, especialmente en Medio Oriente y en el Este de Europa. Nos damos cuenta de que no podemos ofrecer soluciones para los problemas de esos países (pienso sobre todo en Medio Oriente), pero por lo menos podemos llevar los pesos los unos de os otros. Sentir el dolor del otro me ensancha el alma. Ahora no me siendo sólo un obispo irlandés, llevo dentro también el contexto y los problemas de los otros obispos. Pero con una esperanza nueva. En cada país hay señales de esperanza, y los pasos hechos a nivel ecuménico lo demuestran. Por ejemplo, en la República Checa está en curso un proceso de perdón recíproco por los errores cometidos. El ecumenismo – continúa el obispo – es una realidad en camino desde hace muchos años, que quiere encontrar siempre nuevos contextos y dar un nuevo testimonio. En el fondo es una experiencia de dar y recibir. Impresiona la fuerte fe católica, muy radicada aquí en Polonia, pero también la apertura y el diálogo con los representantes de otras comunidades». Åke Bonnier, obispo luterano de la diócesis de Skara, en Suecia, dijo sentirse feliz por el congreso: «No éramos obispos, sino hermanos. Lo que compartimos en el congreso era una realidad, tanto en los momentos pausa como en los intervalos, o en las celebraciones. Esto fue muy importante para mí, me ha dado nueva fuerza y entusiasmo. Ahora espero con alegría el próximo año, en el que, espero, todos ellos podrán venir a Suecia. Si me preguntan si este encuentro fue importante para el camino a la unidad de los cristianos, mi respuesta es sí. La unidad no es algo que se realizará solo en el futuro, entre nosotros ya es una realidad».
Poner en práctica el amor
Poner en práctica el amor
0 comentarios