Llega de forma inesperada la bendición del Papa Francisco a los habitantes de la Mariápolis Victoria, un pequeño oasis de paz en la ciudad de Man, en Costa de Marfil, que días pasados celebró el Jubileo de plata. Con un “gracias por la obra de Evangelización realizada en este lugar”, Francisco invita “a perseverar valientemente en el servicio de la unidad y de la concordia entre los hombres”, y a continuar “en el camino de una fraternidad cada vez más universal”. Son múltiples los episodios de fraternidad que ocurren en este lugar, desde los días de la guerra civil (2001-2003), cuando los habitantes decidieron quedarse. También los focolarinos europeos, a pesar de que las autoridades invitaron a los extranjeros a dejar el país, decidieron quedarse. El testimonio fue el de amar hasta el final, el de abrir las puertas para proteger a las personas- 3.500 pasaron durante estos meses- musulmanes y cristianos. Gente que arriesgó la vida, como Salvatore, Rino, Charles, quienes fueron colocados frente al muro, para ser fusilados: ¡No les queda otra cosa que rezar!”, les dijeron. Pero lo lograron. Ahora la ciudad y el país dieron vuelta la página, aunque no existe aún una plena reconciliación política. La Mariápolis Victoria no es sólo el oasis de paz en tiempos de guerra. Es un laboratorio social. Con los tres días de fiesta (17-19 de noviembre) por la celebración de los 25 años, se dio espacio a los hechos. La visita a las actividades de la ciudadela fue la primera cita del programa: los huéspedes visitaron el Centro Médico Social –renovado y ampliado, con servicio de policlínicas durante el día en el hospital, un dentista, un fisioterapeuta-, el centro de nutrición- donde se lucha contra la desnutrición infantil y se enseña a las madres los principios de la correcta alimentación-, el centro informático- que mediante un sencillo “internet point” se ha convertido en un punto de alfabetización informática y donde se dan cursos cada vez más especializados y otras actividades empresariales como la carpintería y la tipografía. Por la preparación al 25º, se desarrolló en los meses anteriores un campeonato de fútbol donde se enseñaba la fraternidad y el fair play. El domingo 19 finalmente se premió a los equipos ganadores, no sólo por los goles marcados sino también por los puntos de fair-play adquiridos. Fue simbólica la inauguración de una estela en la “Plaza de la Fraternidad Universal” con un gran dado de la paz que resume la identidad de la ciudadela, donde la dimensión del respeto y del amor por el otro quiere entrar en todos los aspectos de la vida: desde el trabajo al deporte, de la religión a la familia. Las celebraciones oficiales fueron en la parroquia de S. María de Doyagouiné – María Reina de África- confiada a los Focolares desde los años ’70. Estaban presentes, además del nuncio apostólico Mons. Joseph Spiteri y el obispo de Man, Gaspar Bebi Gneba, numerosas autoridades civiles: la viceprefecto de Man, Madame Djerche Claude y el ex ministro Mabri Toikeusse, que es también presidente de la cámara regional y el Rey de los Jefes tradicionales del Tonpki, Gué Pascal. Expresaron su reconocimiento de las autoridades de Costa de Maril por la asistencia a la población durante la crisis y en general por la acción de los Focolares hacia las poblaciones vulnerables. Y también el embajador italiano Stefano Lo Savio quiso estar presente con un cálido mensaje. Ahora se mira hacia adelante. Son tres las palabras clave para guiar el recorrido: acogida, formación, atención a los pobres. Mientras la ciudadela se encamina a convertirse en un centro de formación global. Maria Chiara De Lorenzo
Poner en práctica el amor
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