Masaka, Campala, Entebbe, el Gran Lago Victoria. Es la geografía de los traslados de Henry en ‘su’ Uganda, la “perla de África”. Desde su pueblo nativo, a los estudios de Economía en la Universidad de la capital, hasta las orillas del lago más grande del continente. Un territorio tan vasto que puede contener más de tres mil islas. De aquí brotan las aguas del Nilo Blanco que desembocan en el río africano más largo, el Nilo. Todo tiene dimensiones grandiosas en Uganda: los parques, las selvas impenetrables, las reservas naturales. Los sueños de Henry son también grandes. «En Masaka, donde asistía a la Universidad, había notado que la gente no tenía nunca tiempo para cocinar»– Para resolver este problema Henry proyecta y comienza una empresa de productos basados en carne y pescado. Con tan solo 24 años, junto con otros dos coetáneos, Henry funda, en Entebbe, la “Sseruh Food Processing company Ltd”. En otra parte del mundo, en Argentina, otro empresario, Gonzalo Perrín, ya desde hacía algunos años había encaminado la empresa, la Pasticcino, que produce galletitas para diversas cadenas de cafeterías y supermercados de café. Impulsado por el espíritu de la Economía de Comunión, Gonzalo se trasladó al Polo “Solidariedad” de la ciudadela “Mariápolis Lia”, promoviendo, con su actividad, una cultura orientada a los valores de la reciprocidad, de la atención a las personas carenciadas y al ambiente. Pasaron dos años desde que, en junio de 2015, Gonzalo viajó a Masaka, en ocasión de una visita a la comunidad africana. Henry, que en esa época era un estudiante de 22 años, era un empresario “novato”. Pero Gonzalo intuyó que su proyecto poseía todos los componentes para transformarse en un buen “business”: la idea, la atención por los detalles, la calidad del producto. Lo que más le asombraba a Gonzalo era el proyecto del empaquetamiento, realizado con materiales simples, pero con la creatividad y responsabilidad de alguien que tiene la vena empresarial. Fueron suficientes pocos minutos para convertirse en amigos. « No olvidaré nunca la visita al pueblo de Henry- recuerda Gonzalo-. El calor y la alegría de su gente, la maravillosa acogida con el sonar de los tambores que, habían preparado para nuestra pequeña delegación de amigos argentinos; y el abrazo, porque el verdadero encuentro se produce con el abrazo» Para sellar ese encuentro Gonzalo se sacó su pañuelo y lo anudó en el cuello de Henry: «Cuando hayas terminado los estudios, te espero en Argentina». Ese momento llegó. El verano pasado Henry se encontró con Gonzalo. Cuenta: _ «Después de haber enfrentado todos los obstáculos para obtener la visa, finalmente subí al avión. Después de un viaje de 21 horas, en el aeropuerto de Ezeiza, a las 3.30 de una fría noche de invierno, encontré a mi amigo Gonzalo esperándome». Era una oportunidad única para Henry, que acompañó a Gonzalo a las reuniones con los clientes y en las diversas fases del trabajo. «Como empresario, conocí muchos aspectos de la industria alimenticia y pude apreciar los sacrificios necesarios para concretar una empresa motivada por el ideal». El joven ugandés en Argentina descubrió el asado – presente en todas las ocasiones de encuentro con cada familia”- el mate- “muy cercano a los ritos sociales de la cultura africana, en particular en la zona de Bugana, donde los granos de café se comparten como signo de unidad”-, el típico saludo hola- para mi casi un signo de paz- y también la experiencia del invierno– “¡ni siquiera imaginaba que existiera un frío de ese tipo!”. Ahora Henry ha vuelto a Uganda: «He proyectado anexar a la empresa la construcción de estanques para asegurar la provisión constante de pescado fresco, y tal vez, exportarlo también fuera de Uganda y de África. Muchos jóvenes africanos prefieren ser trabajadores dependientes. Pero los que eligen el camino empresarial trabajan con pasión y ésto hace la diferencia». La amistad y colaboración entre las dos empresas continúa. Desde continentes lejanos, pero en las orillas del mismo Océano. Fuente: Economia di Comunione online
Poner en práctica el amor
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