Una emergencia continua, pero también solidaridad y el deseo de abandonar el lugar. En Venezuela, hay un difícil cuadro socio político. La inflación está por las nubes, el aumento persistente del número de personas en estado de pobreza extrema, para muchos la falta de lo más necesario, enfrentamientos violentos. En Cuba y en Puerto Rico, después del paso del huracán, hay una difícil reconstrucción, el éxodo de millares de personas, falta la electricidad, de agua potable y comunicaciones. Sin embargo, también en medio de estas dificultades extremas, no falta la vitalidad del pueblo caribeño y la voluntad de recomenzar. María Augusta y José Juan, de la comunidad de los Focolares de la zona del Caribe, cuentan: «La situación general en Venezuela es muy dolorosa, por la falta de comida, medicinas, por la impotencia y la precariedad cada vez mayor y, además, también por el continuo éxodo de personas que dejan el país. La lista de nuestros amigos que ya se fueron, y de otros que se están preparando para irse, es larga. No obstante esto, debemos “permanecer al pie de la cruz”, en medio de tanto dolor, con la esperanza en la Resurrección, que ya vemos encarnada en las personas, en su profundidad y en la solidaridad evangélica que los alienta» Ofelia, en nombre de la comunidad venezolana, cuenta: «No es fácil encontrar soluciones a los problemas que estamos viviendo, como la falta de comida, ropa y medicinas. Pero tenemos vivo en el corazón las palabras de Jesús “Den y se les dará”, que podemos vivir día a día. Si alguien no tiene nada para comer, compartimos el paquete de arroz o las medicinas y todo lo que nos llega de mil maneras. Y entre aquellos que tienen más necesidad circula todo, sin distinción. Cada uno piensa y tiene presente a los demás, la vida circula y la comunidad crece. En medio de la violencia y de la precariedad de cada día, la presencia de Jesús entre nosotros es como una llama que atrae y da esperanza» María Augusta y José Juan también nos dan noticias sobre la situación de la comunidad de Cuba: «El fin de semana pasado, en Santiago, se realizó una Mariápolis con casi 200 personas, un signo de la vida que brota siempre nueva en medio de las dificultades que todos debemos enfrentar» Y con respecto a la comunidad de Puerto Rico dicen: «Como bien saben, se viven meses verdaderamente trágicos por los devastadores efectos del huracán que destruyó la isla. De allí recibimos continuos y conmovedores testimonios de amor evangélico y de solidaridad entre todos» Aquí algunos testimonios: «Van 56 días sin luz eléctrica y hay agua solo durante 30 minutos por día. No es fácil trabajar en la oficina con el gran calor, ¡pero se puede! La antorcha ilumina un poco, las botellas de agua se pueden poner al sol y a medio día ya hay un poco de agua tibia para lavarse. Por el calor tan fuerte… un abanico o un spray con agua y alcohol refresca un poco…» «Algunos jóvenes del Movimiento y de la Parroquia Inmaculado Corazón de María del pueblo Patillas, junto con los estudiantes del Colegio San Ignacio, distribuyeron alimentos a las comunidades más necesitadas. En total 237 bolsas de alimentos» «Mi experiencia en Palma Sola fue muy fuerte por la destrucción y la falta de todo. Ponerme al servicio, junto con mi familia, fue la cosa más linda que hice en mi vida» «Tenemos siempre algo para dar, evaluamos bien lo que necesitamos y ofrecemos el resto con alegría al que lo precisa» «Fuimos a la comunidad de Recio del “barrio” Guardarraya de Patillas. Era difícil llegar a causa de las calles destruidas por el huracán. Comenzando por la periferia donde la devastación fue total, sumando pobreza a la miseria que ya existía, hemos encontrado ancianos con rostro cansado y desalentados, personas con problemas de asma, úlceras en las piernas, diabetes (y el problema de cómo conservar la insulina en ausencia de la energía eléctrica), presión alta. Un niño tenía una alergia en la piel… Tratamos de volver a utilizar el antiguo acueducto comunitario para suplir la falta de agua» «En Gurabo tuvimos la posibilidad de conocernos mejor con nuestros vecinos, mientras los ayudábamos en sus necesidades» «Ir adelante y ponernos de pie no depende sólo del Gobierno, ni de los militares, ni de ayudas externas. Depende también de nosotros, de mí, de ti. ¡Juntos lo lograremos!”.
Poner en práctica el amor
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