Mi familia está compuesta por mi hermana, mi madre y yo. Mi madre fue la que nos crió a nosotras dos. Pasamos momentos muy críticos: a mi madre le costaba encontrar trabajo. Además había fricciones con la dueña de la casa porque no teníamos la plata para pagar el alquiler. Para mi madre era de verdad un calvario administrar el poco dinero que ganaba. Por esto fue muy importante el apoyo que recibimos a través de la asociación Acción por Familias Nuevas onlus (AFN) del Movimiento de los Focolares. A partir de allí, poco a poco, se abrió en la zona sur de nuestra ciudad Cochabamba, el Centro Rincón de Luz, en el cual se ofrece apoyo escolar y una comida al día a los niños y a los chicos que asisten a las escuelas del barrio. El centro fue de una gran ayuda para mí, me devolvió la sonrisa y me ofreció importantes momentos de formación. En el Centro éramos como una gran familia en la cual los profesores a menudo eran como nuestros “segundos padres” Gracias a las personas que tuvieron confianza en mí, hoy puedo contar con orgullo que terminé mi ciclo de estudios con buenos resultados y estoy cursando el primer semestre en la Universidad. Pronto será una profesional. Trataré de que le llegue la ayuda que yo recibí, a las personas que están a mi alrededor, comenzando, por ejemplo desde el Centro para transmitir mis conocimientos a los niños. Quisiera también abrir un lugar para las personas que viven en la calle, ofreciéndoles a ellos un modo de ir adelante. Comprendí que es cierto que puedo cambiar la vida de un niño e indicarle el camino para un futuro mejor. Por esto invito a todas las personas a ayudar: ¡todos podemos! Para mí la cosa más importante no fue solo la ayuda económica, sino la confianza que me dieron: ella es una semilla de esperanza, es una luz que se enciende no sólo en el joven, sino también en sus padres. Fuente: Teens (nuestra traducción)
Poner en práctica el amor
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