En 1956, invitado por Igino Giordani, un colega diputado, Tommaso participó en una de las primeras Mariápolis que se realizaron en Fiera de Primiero (Trento). Estaba casado con Assunta, a quien amaba tiernamente y quien lo hizo padre de cuatro hijos, pero allí, a las Dolomitas llegó solo, sólo para complacer al amigo. De hecho no pensaba que el evento sería tan comprometedor. Fue para él una fulguración. “El encuentro con el carisma de la unidad –cuenta él mismo-, me devolvió el cristianismo, la vida interior y quizás también aquella física, el sentido de la vida. Antes veía al prójimo como un nombre colectivo, una multitud, un grupo, sin que existiera un rostro específico; por lo tanto era nadie. Ahora el prójimo era un hermano o hermana que estaba o pasaba cerca de mí”. Y mientras Tommaso estaba todavía en la montaña, formuló este propósito: “Jesús, quiero ser tuyo, tuyo así como lo entiendes Tú; haz de mí lo que quieras”. Nacido en la provincia de Teramo, el 12 de octubre de 1921 en una familia de artesanos. En la Universidad se graduó con la nota más alta, -se convirtió en un estimado profesor de Sociología de la Universidad de su ciuda. Fue consejero comunal (1946-1964) y provincial (1960-1964), presidente de los Institutos y Hospitales asociados (1953-1972). Su inteligencia y su espíritu de servicio desde donde interpretaba su función pública le permitieron ganarse la confianza y el consenso electoral. Su iniciativa política –estuvo en el Parlamento de 1953 a 1972– se destacaba por su sensibilidad hacia los sectores más débiles, que se acentuó al poner en práctica el Ideal de vida que conoció en en la Mariápolis. Escribe: “Estoy experimentando que se puede ‘vivir a María’ también en el rumoroso mundo de la política”. En 1985 con Assunta, quien también era una focolarina casada, se trasladó al centro del Movimiento para iniciar el “Centro Igino Giordani”, una tarea que le permitió profundizar y poner en evidencia múltiples matices espirituales y humanos y el modelo de vida del amigo y su modelo de vida, ahora Siervo de Dios. Inspirándose en la Palabra que Chiara Lubich le sugirió como guía de su camino espiritual: “Levántate y camina” (Jn. 5,8), se dedicó al desarrollo del Movimiento Humanidad Nueva, con numerosas iniciativas entre ellas el “Triple Pacto” –moral, programático y participativo- elaborado para favorecer la interacción entre elegidos y electores, y el “Llamamiento a la unidad de los pueblos”, presentado en la ONU en 1987. Escribió muchos libros y ensayos que van desde la Sociología a la Historia del cristianismo, de la Teoría Política a la figura y pensamiento de Igino Giordani. Repasando las etapas de su larga vida (96 años) resaltan la constante tensión a la santidad, vivida en plena unidad con Assunta –quien lo precedió en la Otra Vida en el 2014- y al final, la vigilante espera “del encuentro total” con Dios quien lo llamó a Sí el 24 de abril pasado. En el funeral, entre los numerosos testimonios, fueron significativas las palabras de su hija Gabriella en nombre de sus hermanos: “Te agradecemos por el amor que nos has donado, por la energía ofrecida a la comunidad civil con competencia, honestidad y pasión. Por el compromiso donado al servicio de la Iglesia y de la humanidad en la Obra de María en vista del mundo unido. Por habernos transmitido un gran ideal y por tu coherencia de vida que te empujó a rechazar los privilegios, los cargos públicos y a preferir el dar que el tener. Gracias por los tantos dones recibidos de ti, de los cuales no siempre fuimos conscientes pero que hoy adquieren un valor y espesor nuevos para nosotros, para nuestros hijos y nietos”. El Movimiento de los Focolares en el mundo se une a la familia para dar gracias a Dios por el ejemplo de esta gran figura de hombre, de brillante político, de sencillo focolarino totalmente entregado a Dios, en la certeza de saberlo acogido por siempre por la inmensidad de Su Amor.
Poner en práctica el amor
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