En la vida personal y social respiramos una atmósfera de creciente hostilidad y competitividad. Como cristianos podemos dar un testimonio contracorriente empezando por reconstruir vínculos dañados o rotos. Separación Después de dos años de matrimonio, nuestra hija y su esposo decidieron separarse. La acogimos nuevamente en nuestra casa y en los momentos de tensión tratábamos de mantener la calma, manteniendo el perdón y la comprensión en el corazón, conservando una relación abierta con ella y su marido, sobre todo tratando de no juzgar a nadie. Después de tres meses de continua escucha, de ayuda discreta, de tantas oraciones, volvieron a estar juntos con una nueva conciencia, confianza y esperanza. (M.L. – Malta) Un signo de perdón Pensaba que había hecho mi deber de cristiano, como Alcalde de mi ciudad y como padre. Pero cuando mi primogénito, de 33 años, casado y padre de dos niños pequeños fue asesinado durante un asalto, me rebelé contra Dios. ¿Por qué había sucedido esto? Después empecé un camino de verdadera conversión, durante el cual entendí que Dios mismo había dado a su Hijo por amor nuestro. Cinco años después se abrió el proceso. Estando en la Corte evitaba mirar a los imputados, pero cuando crucé la mirada con el más joven de los asesinos, me acerqué a él y le tendí la mano para estrechar la suya, en signo de perdón. (C.S. – Italia) Nueva atmósfera en el departamento Son el responsable de un departamento de una empresa y al final del año tenía que entregar un informe con la evaluación de mis subalternos. Una dependiente había ofrecido pocos elementos para ser evaluada, por lo que le pedí un coloquio, gracias al cual descubrí que no conocía muchas cosas de ella. Este encuentro me abrió los ojos y me empujó a cambiar las cosas, promoviendo varias iniciativas para valorar a los empleados, festejar sus cumpleaños, organizar fiestas con sus familias. No sólo mejoró el ambiente de trabajo, sino que también aumentó el rendimiento. (M.T. – Hungría) La pelota Tenemos dos niños muy vivaces. Una mañana vi que Nathan lloraba y Claire tenía su pelota en las manos. Enseguida la tomé para devolvérsela, pero entonces ella empezó a llorar. Entonces la llevé aparte para explicarle que Jesús nos enseñó a amar y a compartir. Aunque ella es todavía una niña lo entendió y le dio la pelota a su hermanito. Hay tantas situaciones en las que he estado por castigarla, pero logro encontrar en mí el amor y la paciencia. Ahora ella siempre está dispuesta a ayudarme. (J.N.J. – Filipinas)
Poner en práctica el amor
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