Descubrir que el propio hijo tiene una discapacidad cognitiva es un shock que puede paralizar física y mentalmente a los padres. O bien puede prevalecer el deseo de escuchar, acompañar, perseverar, donarse. Vivir la discapacidad creciendo juntos. Es el camino que eligieron Natalija y Damijan Obadic, eslovenos, casados desde hace 14 años, padres de cuatro hijos. Lovro, hoy tiene seis años y hace tres años se le diagnosticó un déficit atencional. Parecía que no había alternativas con los fármacos y tratamientos estandarizados. En cambio la pareja ha experimentado que la relación cura. Potencia el tratamiento. A veces permite encontrar soluciones originales. Pero ningún resultado es adquirido definitivamente, todo lo contrario el itinerario presenta cada día un desafío. La unión de la familia y la unión con Dios sostienen el camino. Natalija, ¿cómo reaccionaron ante la noticia de que su hijo sufría déficit atencional? Vi ante mí a los niños con esta discapacidad que había encontrado en mi trabajo como educadora y sus enormes problemas. Ese día Damijan y yo entendimos que el acto de amor más grande que podíamos hacer por Lovro y por todos nosotros era que uno de los dos dejara el trabajo. Teníamos un préstamo que pagar y sueldos modestos, pero sabíamos que para ayudar a Lovro adecuadamente teníamos que darle mucho amor, tiempo y energías. Fue muy doloroso, y sentíamos una gran incertidumbre, pero estábamos seguros de que el amor de Dios por nosotros nos habría sostenido. ¿Qué les enseña la experiencia con Lovro? Aprendimos a escuchar profundamente. Cuando les das instrucciones tienes que verificar que las haya captado, seguirlo en todo lo que hace y hacerlo regresar continuamente a lo que debe hacer, de lo contrario, se pone a jugar. Para él concluir una acción es como escalar la cima de una montaña inalcanzable y por lo tanto se rebela para no hacerlo. A veces entra en crisis, con un llanto incontenible, tira todo lo que ve, da patadas y puñetazos. Entonces, con calma y gentileza, debes encontrar la forma para reorientarlo a hacer lo que tenía que hacer. Hemos aprendido que con nuestro amor recíproco es posible ayudarlo y que el amor por Lovro nos guía para entender qué hacer por él. ¿Cómo afrontar las dificultades cotidianas? Todos los días rezamos con él para que logre hacer frente a sus dificultades. Él es consciente de que tiene una discapacidad y esto le ayuda a afrontar las dificultades. Sólo con nuestro amor recíproco logramos seguir las indicaciones de los especialistas. Hemos entendido que Lovro debe sentir nuestro amor incondicional siempre. Hablando con él tratamos de encontrar la forma de mejorar cada día. También los otros hijos están involucrados en este “cuidado especial” a Lovro. ¿Cómo es la relación entre ellos? Con los otros hijos hemos hablado acerca de que hacer por él, de qué se puede pretender y cómo perseverar para poderlo ayudar. Como se trata de algo muy comprometedor hemos decidido dividirnos los días de la semana. Les hemos explicado a los hijos que deben ser firmes cuando le piden a Lovro que complete una tarea, porque así le ayudan a aprender que tiene deberes que tiene que llevar a término. Nos han ayudado mucho y después de tres meses vimos los primeros resultados. Una noche le dijimos a Lovro que se pusiera el pijama y viniera a la mesa. Por primera vez lo hizo solo sin distraerse. ¡Hemos festejado!
A cargo de Claudia Di Lorenzi
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