Entrevista al prof. Pál Tóth: “Aplicar a Europa el principio de la fraternidad como categoría política significa construir instituciones che apunten a la colaboración entre todas las diversidades, para realizar el bien común”. Se acercan las elecciones europeas para la renovación de los representantes de los 27 Estados miembros de la Unión Europea en el Euro-parlamento: 400 millones son los ciudadanos llamados a votar a finales de mayo. Están en juego dos ideas de Europa: una europeísta, la otra euro-escéptica. Una polarización que sigue – a grandes líneas – las fronteras geográficas del viejo continente, y ve contrapuestos el Este y el Oeste. De ello hablamos con Pál Tóth, del Movimiento de los Focolares, consejero cultural del Comité de Orientación de Juntos por Europa , una red de más de 300 Comunidades y Movimientos cristianos que quiere ser un boceto de Europa unida, expresión de una “cultura de la reciprocidad”: “Hay que tener presente que con la ampliación de la Unión Europea se ha llegado bastante rápido, en los nuevos Estados miembros, a la aplicación de la economía de mercado y del sistema jurídico democrático; pero una sincronización entre las distintas realidades culturales se da de una manera mucho más lenta. Hablo de “sincronización” y no de una simple recuperación o adaptación a las conquistas sociales y políticas del Oeste, porque estoy convencido de que el Este es portador de valores que son fruto de un sufrimiento secular y por lo tanto de un valor fundamental. Pensemos en el amor a la verdad del pueblo checo desde Jan Hus fino hasta Vaclav Havel, en las pequeñas comunidades nacidas en la Iglesia del silencio que dan testimonio del Evangelio vivido, en la Iglesia popular de Polonia que llena las iglesias en tiempos de secularización, en los íconos de la Ortodoxia que en la era de la imagen y de la crisis de la palabra pueden abrir nuevos accesos al misterio cristiano. Me parece que el Este no está aún en condiciones de expresar esos valores, y reacciona de manera impulsiva a fenómenos que considera que están en decadencia y ocaso moral. En esto no se avanza sólo con las críticas; hay que hacer un camino de crecimiento común, un ‘proceso sinodal’ – diría yo, junto con el Papa Francisco – con acogida, compresión, palabras claras pero no ofensivas, deconstrucción de prejuicios, discernimiento comunitario”. El tema Brexit plantea a los Estados de la Unión Europea un interrogante: los retos del presente y del futuro, ¿se afrontan mejor estando solos o en una formación cohesiva? La transformación radical del mundo en el que vivimos nos coloca por delante retos que no se pueden gestionar a nivel nacional. El sociólogo alemán Ulrich Beck habla incluso de una metamorfosis del mundo, que requiere un razonamiento netamente distinto al anterior. El cambio climático, las migraciones, la delincuencia organizada, los “males comunes” del capitalismo global no pueden ser afrontados eficazmente a nivel nacional, sino más bien con políticas integradas. Chiara Lubich e Igino Giordani, fundadora y co-fundador de los Focolares, tuvieron claro que una Europa unida debía hacerse promotora de la paz mundial. A la luz del carisma de la unidad, ¿qué quiere decir adoptar la fraternidad como categoría política? La democracia nace, en la modernidad, como un sistema competitivo: división de poderes, lucha entre partidos, frenos y contrapesos, la sociedad civil como control del poder público. Aplicar el principio de la fraternidad como categoría política significa construir instituciones que apunten a la colaboración entre todas las diversidades, para realizar el bien común. Los principios de la libertad y de la igualdad han sido traducidos, en los últimos dos siglos, en categorías jurídicas y políticas. Ahora es cuestión de trabajar en la categoría de la fraternidad, que resume los valores de la reciprocidad y la mutua responsabilidad. En el escenario político, junto a los partidos como agentes de competición, podrían emerger las instituciones de la sociedad civil como realizadoras de tareas públicas. Los modelos no faltan y movimientos de renovación espiritual y cultural, como el de los Focolares, podrían tener un rol determinante en este proceso. Hoy en compromiso de los Focolares por una Europa unida se expresa también en el peoyecto Juntos por Europa. Ilona Tóth, miembro del Comité de Orientación de Juntos por Europa, explica cómo nace la iniciativa: En los umbrales del Tercer Milenio, fundadores y responsables de Comunidades y Movimientos cristianos (Chiara Lubich, Andrea Riccardi, Helmut Nicklas, Salvatore Martinez y otros) decidieron unir los carismas de cada uno sobre una base de amor recíproco al servicio del Continente. Ello para permitir que junto a la Europa geográfica y económica adquiriera consistencia la Europa del espíritu también, fundada sobre los valores del cristianismo. ¿Qué resultados ha producido esto hasta ahora? De la red de Juntos por Europa está naciendo un proyecto para un pueblo europeo con una cultura basada en la fraternidad evangélica. Estos pequeños laboratorios, esparcidos por Europa, realizan la unidad en la diversidad. En el propio ambiente están encaminando juntos iniciativas por la paz, la familia, el cuidado del ambiente, por una economía equitativa, por la solidaridad, etc., para responder así a los desafíos de un continente en crisis.
Claudia Di Lorenzi
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