La vocación universal del Movimiento de los Focolares en la construcción de la fraternidad universal sin distinción de raza, religión, condiciones económicas y sociales. Proponemos la segunda parte de la entrevista con Luciana Scalacci, no creyente, miembro de la Comisión internacional e italiana del Centro del Diálogo con personas de convicciones no religiosas de los Focolares. ¿Cómo te acercaste a los Focolares como no creyente y cómo cambió tu vida? Un día, nuestra hija nos escribió diciendo que había encontrado un lugar donde poner en práctica los valores que le habíamos transmitido: había conocido a la comunidad de los focolares de Arezzo. No conocíamos el Movimiento, nos preocupamos, teníamos que ir a ver qué era. Pero inmediatamente tuvimos la impresión de estar en un lugar donde había respeto por las ideas de los demás, encontramos una apertura nunca antes vista. El encuentro con el Movimiento fue como una luz que me llevó a tener la esperanza de construir un mundo mejor. ¿Has estado con Chiara Lubich varias veces? ¿Qué valor ha tenido esta relación personal? En el 2000, en una reunión pública, respondiendo a una pregunta mía, dijo: “… también para nosotros el hombre es remedio para el hombre, pero ¿qué hombre? Para nosotros es Jesús. En todo caso hombre. Tómenlo así porque es uno de los suyos, es un hombre”. Fue entonces cuando comprendí que el Movimiento era el lugar donde podía comprometerme, y entendí por qué, incluso como no creyente, siempre me había fascinado la figura de Jesús de Nazaret. Sucedió que me invitó a acercarme a ella para un saludo personal, yo que no soy nadie. Fue un saludo que me penetró, entendí cuán era su amor por mí. En una carta, de la que rescato palabras proféticas, me escribió: “Querida Luciana… hemos dado muchos pasos juntos y nos hemos enriquecido mutuamente. Ahora, como tú dices, debemos hacer este camino cada vez más visible para que muchos otros puedan encontrarlo. Conocemos el secreto: vamos adelante amando”. En estos años de diálogo, ¿cómo se pasó de la contraposición entre un “nosotros” y un “ustedes” para sentirse “unidos en el nosotros”? El escepticismo inicial fue lo primero que se superó. Por parte de los no creyentes, la preocupación de que fuera una acción proselitista. Por parte de los creyentes, la preocupación, creo, de que los no creyentes intentaran cuestionar sus certezas, su fe. La única que nunca tuvo ninguna preocupación fue Chiara. Experimentábamos cada vez más que el gran recurso para caminar hacia la meta de la fraternidad universal es el diálogo. Poco a poco, ha ido creciendo la confianza entre las “dos partes”, y ya no nos sentimos “un nosotros-ustedes” sino “unidos en el nosotros”. Un desafío decisivo es involucrar a los jóvenes. ¿Qué sensibilidad encuentras? No todos los jóvenes están muy informados acerca de la apertura hacia los que no se reconocen en ninguna fe religiosa, pero con los que he tenido la oportunidad de conocer han mostrado interés por esta realidad. Después de conocernos, una chica escribió: “Sentí este diálogo como una faceta de ese precioso diamante que Chiara nos dio… no lo incrustemos”. Haga clic aquí para leer la primera parte de la entrevista.
Claudia Di Lorenzi
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