Movimiento de los Focolares

De la cultura de la confianza a la primacía de las relaciones

Sep 24, 2020

A un grupo de focolarinos, el 19 de septiembre pasado María Voce le contó aquello que más le importa en este momento. Transcribimos algunos fragmentos de este discurso espontáneo.

A un grupo de focolarinos, el 19 de septiembre pasado María Voce le contó aquello que más le importa en este momento. Transcribimos algunos fragmentos de este discurso espontáneo. Lo ha definido “un nuevo paso” y lo está comunicando a las comunidades de los Focolares de todo el mundo. Ahora lo que más le importa a la presidenta de los Focolares, Maria Voce, se podría resumir en una palabra: “relaciones”. Una nueva invitación que parece cumplir una parábola que comenzó hace 12 años, en los primeros días de su toma de posesión como presidente de los Focolares, cuando invitó a todos a vivir según la “cultura de la confianza”, para construir con compromiso relaciones que generen una convivencia social pacífica y respetuosa de la diversidad. Hoy, al final de su segundo mandato, pocos meses antes de la Asamblea de los Focolares y en un momento marcado profundamente por esta larga pandemia y crisis económica, María Voce vuelve a uno de los temas clave de su presidencia: la centralidad de las relaciones, visto en la óptica del carisma de Chiara Lubich. Una invitación, una vez más, a trabajar en red y en comunión con aquellos – individuos, comunidades y organizaciones –  que apuntan en la misma dirección, la de la fraternidad. “Este pensamiento fue muy fuerte para mí: Chiara en el 43 se enfrentó a este mundo desastroso, donde todo se derrumbaba, y Dios le dijo: no es cierto que todo se derrumbe. Hay una cosa que no se derrumba: ¡es Dios, solo Dios! ¿Y qué hizo Chiara? Salió a decir: está Dios, Dios nos ama, este Dios está más allá de la guerra. Esto era lo que se necesitaba en ese momento. Jesús vino a la tierra y no vino solo, porque seguramente donde estaba Jesús, que era el Hijo de Dios, estaba toda la Trinidad. Entonces el Dios de la Trinidad vino a la tierra para abrirnos el camino, para enseñarnos a vivir a su manera. ¿Y para hacer qué? Transformar el mundo. Pero ¿qué significa esto? Significa relaciones, significa vínculos, significa igualdad, significa escucha mutua, significa uno en el otro, que uno se pierde en el otro. Esta mañana estaba pensando en esto y decía: vino a la tierra y ¿qué hizo? Caminaba por las calles de Galilea, ¿y qué encontró? Un funcionario probablemente corrupto que recaudaba impuestos; encontró a un niño fascinado por las palabras que decía; encontró al dueño de un pequeño negocio, Pedro, que tenía una barca. Y los llamó, y tuvo el valor de transformarlos en sus apóstoles, que significa personas enviadas para continuar llevando su mensaje hasta los últimos confines de la tierra. Luego, ¿a quién más encontró? Encontró gente de todo tipo, encontró a la pecadora, encontró al muerto, encontró a los hambrientos, y ¿qué hizo? Multiplicó los panes, resucitó a los muertos, es decir, se ocupó de las necesidades de los demás, estando en medio de ellos. Después, incluso fue tan lejos como para arrastrar a esta multitud detrás de él. ¿Qué significa esto? Construyó la comunidad, es decir, hizo una comunidad capaz de escuchar a los demás, de darse cuenta de que hablaban otro idioma, pero de escucharlos en su idioma. ¿Qué significa eso? Capaces de aceptarse a sí mismos plenamente, capaces de entenderse incluso cuando uno habla de manera diferente, capaces de aceptarse plenamente. Transformó a estas personas en su fraternidad, en su comunidad, y las hizo vivir en solidaridad entre sí, porque cuando tenían hambre decía: “Denles de comer”; cuando sanó a esa otra mujer que tenía fiebre, pero luego la puso a servir; la niña que resucitó se la devolvió a la familia para que la familia pudiera cuidarla. Es decir, no destruyó nada de lo que había allí, ¡pero lo transformó! Y ¿qué debemos hacer? Debemos transformar el mundo, siendo nosotros este Jesús. Debemos llevar estas relaciones trinitarias. Y no hay otro camino que elegir a Jesús abandonado, que significa saber perderse el uno en el otro, saber hacer emerger al otro. Entonces, Dios Padre seguirá creando cosas nuevas y el Espíritu Santo seguirá iluminándonos”.

Recogido por Stefania Tanesini

 

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