Vivir la caridad fuente de toda virtud, resalta en nosotros la figura de Cristo, porque amando somos otros Él. No obstante nuestro amor a los hermanos, arrastramos algunos defectos que le quitan algo a la belleza de Cristo en nosotros. […]. Ustedes saben que para adquirirlas (las virtudes) y luchar contra los vicios opuestos, nosotros, llamados por Dios a hacer del hermano nuestra «fortuna», encontramos precisamente en el amor a Dios la renuncia a nosotros mismos. Y saben que nuestra praxis para mejorar en general no consiste tanto en combatir un defecto tras otro, sino más bien en evitar los obstáculos, en «cambiar de habitación» –como solemos decir– «viviendo los otros» y poniéndonos así en la caridad, fuente de toda virtud. […] Además, Jesús Abandonado al cual hemos entregado la vida, es para nosotros el modelo de todas las virtudes, y siempre repetimos que queremos amarlo no solo en el dolor, sino también en la práctica de las mismas. La caridad, en efecto, resalta en nosotros la figura de Cristo, porque, cuando amamos, somos otros Él. Pero al amar a Jesús Abandonado practicando las virtudes tenemos la impresión de cincelar esa figura de Cristo en nosotros, de retocarla con perfección. El hecho es que podemos observar que, a pesar de nuestro amor a los hermanos, arrastramos desde hace años defectos pequeños o no tan pequeños, a veces triviales, pero que le quitan algo a la belleza de Cristo en nosotros. El hecho es que podemos observar que, a pesar de nuestro amor a los hermanos, arrastramos desde hace años defectos pequeños o no tan pequeños, a veces banales, pero que le quitan algo a la belleza de Cristo en nosotros. […] ¿Cuáles son esos defectos? Cada uno tiene los suyos. A veces estropeamos lo que hacemos por la prisa; cumplimos imperfectamente la voluntad de Dios; estamos distraídos en la oración; nos detenemos en tonterías que gustan al mundo; o no sabemos moderar la gula. Con frecuencia nos vence la curiosidad o caemos en la vanagloria; hablamos inoportunamente o sin necesidad; estamos apegados a pequeños objetos o somos algo dependientes de la televisión; nos hacemos servir por los hermanos; somos inconstantes, y así sucesivamente. ¿Qué hacer entonces? Cuando se trata de cosas que no son buenas, Jesús nos invita a actuar con decisión, como cuando afirmó: «Si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo…».* Por lo tanto, también nosotros, aunque continuando en el camino del amor- y por amor a Jesús Abandonado- no tenemos que titubear, quedándonos como somos, sino erradicar vicio tras vicio. […] Yo estoy convencida de que en nuestro camino hay más posibilidades: el amor ayuda, porque el amor es negarse a sí mismo, y quema también estas cosas. De todos modos, no estará mal al observar algún defecto habituarnos a la virtud opuesta a él. […] Entonces, ¡ánimo y manos a la obra!
Chiara Lubich
* Cf. Mt 5, 29. (En una conferencia telefónica, Rocca di Papa 21 de junio de 1984) Cf. Chiara Lubich, Juntos en camino, Ciudad Nueva, Buenos Aires 1988, pp.25-27
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