Segunda jornada del encuentro de los Obispos de varias Iglesias amigos de los Focolares bajo el signo de la unidad. La penumbra de las catacumbas se ilumina a la luz de las candelas y llegan desde los pasillos personas de varias Iglesias que caminan mientras resuenan las palabras de una oración de los primeros cristianos. Se reúnen alrededor del altar de la pequeña capilla donde la comunidad unida compartía el pan. Tomados de la mano, con una oración espontánea piden en don de la unidad. Es un anticipo del “pacto” de amor recíproco que se renueva en cada encuentro de los Obispos amigos de los Focolares. “El pacto refuerza nuestra unidad, nuestra alianza y nos empuja a mantenerla en nuestras relaciones con hermanos y hermanas, en nuestros países o dondequiera que estemos”, dijo poco antes el obispo Nelson Leite de la Iglesia metodista de Brasil. Y agregó: “El pacto ha cambiado mi vida, me ha motivado y me ha llevado a aceptar las otras personas, a vivir con ellas, a aprender a escucharlas y a poder instaurar un diálogo, aunque seamos diferentes”. Un momento sagrado, conmovedor, que simbólicamente recogió, como en una capilla, a los 170 Obispos de varias Iglesias cristianas que participaron en el congreso “Dare to be one” esparcidos en todo el mundo. No se sentían las distancias ni los dispositivos electrónicos que permitían la conexión y las mismas candelas de las catacumbas iluminaban el nuevo compromiso de unidad. “Queremos que el Mandamiento Nuevo de Jesús sea el fundamento de nuestras relaciones, “ese amarnos recíprocamente”, queremos que sea el fundamento de nuestras relaciones fraternas”, subrayó Brendan Leahy, Obispo de Limerick (Irlanda), uno de los moderadores del encuentro. Con la conciencia de que, si se pone en práctica, Jesús puede cumplir su promesa: “Donde dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). “Nosotros queremos que Jesús pueda darnos este don -afirmó Leahy – y por eso quisiéramos prometerLe que queremos seguir viviendo en el amor el uno hacia el otro, y amar la diócesis y la comunidad del otro como la mía, amar la Iglesia del otro como amo la mía”. Si existe amor recíproco entre los cristianos, es el testimonio más fuerte y creíble que se puede dar al mundo que nos rodea. Fue lo que dijo Jesús Morán, Co-presidente de los Focolares, “sí, nuestra unidad, la unidad de todos los cristianos, podría ofrecer un aporte decisivo para la transformación del mundo. Se trata de un imperativo ético impostergable”. Fue Margaret Karran, la Presidente de los Focolares, quien concluyó estos dos días, recogiendo el deseo expresado por muchos de los participantes de seguir avanzando, “de crear una gran red que nos ayude a conectarnos entre todos, como células vivas unidas en el nombre de Jesús. ¡Quién sabe cuántas iniciativas podrán nacer para renovar la vida de nuestras Iglesias en la única Iglesia de Cristo…!”. Y así invitó a todos a unirse para pedir a Dios Padre que ilumine el camino por recorrer recitando el Padre Nuestro. Las palabras de la oración enseñada por Jesús se fueron entremezclando en tantos idiomas, como una sinfonía que se eleva al cielo e inunda los corazones y las mentes de cada uno sellando así el pacto de unidad que se había hecho poco antes.
Carlos Mana
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