La V Cumbre de Halki, organizada conjuntamente por el Patriarcado de Constantinopla y el Instituto Universitario Sophia, se inauguró ayer, 8 de junio de 2022, en Turquía. Tuvimos un sueño… Sí, era enero del 2019 y una delegación del Instituto Universitario Sophia (IUS) visitaba al Patriarca Ecuménico Bartolomé en el Fanar, el histórico barrio griego de la actual Estambul, Turquía. En aquellos días, también nos acogió con fina cordialidad el metropolita Elpidophoros de Bursa, entonces abad del Monasterio de la Santísima Trinidad en la isla de Halki y profesor de la Escuela de Teología de la Universidad de Tesalónica (más tarde, en mayo siguiente, se convertiría en arzobispo de América). Sentimos una profunda comunión con él, de la que surgió el deseo de organizar juntos una Escuela de Verano en Halki con estudiantes y profesores católicos y ortodoxos, sobre el tema ecológico, tan apreciado por ambas Iglesias hermanas de Roma y Constantinopla. La pandemia solo consiguió retrasarlo, pero hoy ese sueño se ha hecho realidad. Es miércoles 8 de junio del 2022, son las 18:30, y estamos de nuevo en la “reina de las ciudades” -como se denominó, no sin razón, a la espléndida ciudad de Constantinopla- y el Patriarca Bartolomé dirigió un intenso e iluminante saludo a los participantes, estudiantes y conferencistas de todos los continentes con muy variadas experiencias interdisciplinarias y ecuménicas. Cerca de él están a la escucha, Mons. Marek Solczynski, nuevo nuncio apostólico en Turquía, Mons. Vincenzo Zani, secretario de la Congregación para la Educación Católica, el propio arzobispo Elpidophoros y Margaret Karram, presidenta del Movimiento de los Focolares y vicecanciller de la IUS. “Todo está en una relación de amor”, dijo, entre otras cosas, Margaret Karram, recordando el destino de unidad custodiado en el universo que el hombre y la mujer están llamados a fomentar con la acción y el pensamiento, hoy más que nunca, audaces, proféticos. El título de la V Cumbre de Halki, organizada conjuntamente por el Patriarcado de Constantinopla y la IUS, que comenzó el miércoles 8 de junio, lo revela claramente: “Sostener juntos el futuro del planeta”. No es casualidad que el Patriarca Bartolomé haya querido destacar dos palabras de este título: “futuro” y “juntos”. La primera recuerda el fuerte vínculo intergeneracional inherente al respeto del medio ambiente en el que vivimos; la segunda, en cambio, el ineludible enfoque interdisciplinario que hay que adoptar ante la amplitud y la complejidad de los problemas ecológicos. “Se vuelve evidente, dijo el Patriarca, que solo una respuesta cooperativa y colectiva, por parte de líderes religiosos, científicos, autoridades políticas, instituciones educativas y organizaciones financieras, podrá abordar eficazmente estas cuestiones vitales de nuestro tiempo”. Al final de su discurso, retomó dos conceptos muy apreciados por la teología y la espiritualidad ortodoxa: “eucaristía” (en el sentido de “acción de gracias” por el don de la creación) y “ascesis” (entendida como “autocontrol” de las pasiones consumistas). El Patriarca, sin embargo, nos invitó a considerar estos conceptos no solo en un sentido litúrgico o monástico, sino como diferentes formas de hablar de la comunión. “Y es aquí donde la visión de nuestro hermano el Papa Francisco -admitió emocionado- coincide con la visión del mundo que venimos proponiendo y promulgando desde hace más de treinta años. Ambos estamos convencidos de que lo que hacemos a nuestro mundo, “lo hacemos al más pequeño de nuestros hermanos”(Mt 25,40), al igual que lo que hacemos a los demás lo hacemos a Dios mismo (cf. Mt 25,45). No es casualidad que inmediatamente después de publicar la encíclica sobre el medio ambiente Laudato Si‘, la siguiente encíclica del Papa Francisco fuera Fratelli Tutti’.” De hecho, son muchas las declaraciones conjuntas del Papa y el Patriarca, junto con el Arzobispo de Canterbury, sobre la urgencia de la sostenibilidad ambiental, el impacto social y la importancia de la cooperación global. Es lo que escribe también el Papa Francisco en la Laudato Si‘: “Cuando no se reconoce en la realidad misma la importancia de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad…, difícilmente se sabrán escuchar los gritos de la naturaleza misma. Todo está conectado” (n. 117). Y el Patriarca lo aclara contextualizando: “Conexiones entre nosotros y toda la creación de Dios, entre nuestra fe y nuestro accionar, entre nuestra teología y nuestra espiritualidad, entre lo que decimos y lo que hacemos; entre la ciencia y la religión, entre nuestras convicciones y cada disciplina; entre nuestra comunión sacramental y nuestra conciencia social; entre nuestra generación y las generaciones futuras, entre nuestras dos iglesias, pero también con otras iglesias y otras comunidades de fe”. Sí, todo está conectado por un vínculo que solo el amor recíproco entre las personas puede hacer visible a cada hombre y mujer de este maravilloso planeta tierra.
Vincenzo Di Pilato
(Foto: Alfonso Zamuner)
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