La primacía de la escucha, un camino común abierto al diálogo y al encuentro, los retos de la secularización, de la paz y de la recepción de las muchas diversidades están en el centro de esta etapa. Estuvo presente también Margaret Karram, Presidente de los Focolares. “Nos hemos reunido en Praga, ciudad que puede ser considerada un puente entre el Este y el Oeste, pero también una advertencia para Europa. Hoy, tras poco más de treinta años después de la caída del Muro de Berlín y la finalización del mundo dividido en bloques contrapuestos, tenemos otra guerra en el centro de Europa. Estamos cerca de nuestros hermanos ucranianos, en la esperanza de que la agresión rusa termine y que en nuestro continente se pueda encontrar una verdadera paz y reconciliación”. Con esas palabras, Monseñor Gintaras Grušas, arzobispo de Vilnius (Lituania), Presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (CCEE), puso enseguida el dedo en la llaga más profunda del viejo continente, durante su discurso de apertura de la etapa europea del Sínodo de la Iglesia Católica. Inmediata solidaridad fue expresada también a las poblaciones turcas y sirias afectadas por el terrible terremoto. El encuentro se lleva a cabo en la capital de la República Checa, del 5 al 12 de febrero, con la participación de 200 delegados provenientes de las 39 Conferencias Episcopales europeas, de 45 países. Estan presentes también 44 “invitados” entre los cuales Margaret Karram, Presidente del Movimiento de los Focolares. “En la sinodalidad todos somos aprendices”, recordó luego el Cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, ofreciendo una perspectiva realista de esta fase del recorrido. La Iglesia en Europa se ha congregado para hacer la experiencia de un recorrido en el que se aprende a compartir, algo más que necesario hoy, para conocerse y hacer caer prejuicios. La voz de las Iglesias en Europa Las sesiones dedicadas a narrar el recorrido sinodal de las distintas conferencias episcopales han brindado un muestrario de la vida de las Iglesias en Europa. En Albania los cristianos hoy se enfrentan con la necesidad de aprender a dialogar con personas de religiones distintas, en Bélgica la secularización ha alcanzado todos los ámbitos sociales. La invitación es saber captar los signos de los tiempos dando espacio a los laicos, evitando toda forma de clericalismo, toda conformidad a actitudes de abuso de poder. En Bielorusia el camino sinodal ha puesto en luz la necesidad de una formación al diálogo, tanto para el clero como para los laicos, para incidir más en la sociedad. Bulgaria, país con un pequeñísimo porcentaje de cristianos-católicos, expresa muy bien un camino sinodal animado por un fuerte espíritu ecuménico, común a diferentes países de Europa oriental, mientras que desde Francia llega una invitación decidida a la escucha y a la centralidad en el Iglesia de las víctimas de abusos; a un camino de purificación en la vida espiritual para volver a encontrarse con la fidelidad a Cristo y ser una Iglesia que recibe a todos. Hacen hincapié en la necesidad de una formación continua a la vida de la fe y a la evangelización las Iglesias de Gran Bretaña y Gales. Cuestiones transversales Son muchas las cuestiones transversales a todas las Iglesias del viejo continente: la llaga de los abusos, la formación del clero para que vuelva a contar con la confianza del pueblo de Dios y esté a la altura de los retos de la sociedad actual descristianizada y secularizada, la cuestión de la mujer en la Iglesia, y la urgencia de la transmisión de la fe hoy, pero con un lenguaje y modalidades acordes a los tiempos. Pero la pregunta común a todos es una sola: ¿qué significa para la Iglesia en Europa ser “inclusiva”? ¿De qué manera puede abrazar también a aquellas personas que viven situaciones morales complejas respecto de la doctrina de la Iglesia, como las personas divorciadas y las personas LGBTQ+. Respuestas que llegarán –se dijo– de un paciente camino de comunión. “Creo que la respuesta que la Iglesia en Europa puede ofrecer hoy –afirmó Margaret Karram en su discurso– es el don de ese amor evangélico que nos llega del mismo Cristo y está en el corazón del diálogo y del encuentro. Como Movimiento de los Focolares nos comprometemos en este camino al que el Papa nos llama”. Las jornadas sinodales de Praga son para la Iglesia en Europa un experimento de sinodalidad en la concreción, que muestra la necesidad de proseguir por este camino. El documento final, resultado de estas jornadas de trabajo, recogerá todas las instancias, retos y propuestas; además, junto a los de las otras 6 asambleas continentales, será enviado a la comisión central del Sínodo.
Stefania Tanesini
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