Las islas Fiyi han sido la tercera etapa del viaje por Asia y Oceanía de Margaret Karram y Jesús Morán, presidenta y copresidente del Movimiento de los Focolares. En esta región del Pacífico, la espiritualidad de la unidad se ha difundido desde finales de los años sesenta.
Aunque llegaron a las Islas Fiyi el pasado 3 de mayo 2023, hay que decir que la etapa del viaje de Margaret Karram y Jesús Morán en Oceanía no comenzó oficialmente hasta dos días después, con la ceremonia del “Sevusevu”, a la que asistieron más de 200 personas, entre la cuales representantes de la Iglesia local. Esto marcó su entrada y la de la delegación del Centro que los acompañaba en la comunidad eclesial y social fiyiana.
Sevusevu: el don de la acogida
Con la ceremonia del “Sevusevu” ‒que significa “regalo”‒ se da la bienvenida a quien llega al archipiélago y desde ese momento deja de ser visitante para convertirse en parte de la comunidad y miembro, con todos los derechos y privilegios de pisar suelo fiyiano. La presidenta y el copresidente de los Focolares recibieron preciosas guirnaldas y la raíz de Kava, un derivado de la planta de la pimienta, con un significado ancestral. Los dos “candidatos” fueron presentados a la comunidad por los “heraldos”, que hablaron en su nombre. A continuación bebieron de una vez la bebida elaborada con Kava y recibieron el “Tabua”, un diente de ballena con significado sagrado: es el objeto más preciado de la cultura fiyiana, que se les ofrece como signo de la más alta estima y honor.
Las tradiciones en el Pacífico: raíces del presente y del futuro de los pueblos
Desde el principio, se capta que las tradiciones en el Pacífico son elementos vitales y actuales; no están relegadas a un pasado que nada tiene que ver con la vida cotidiana de la gente, sino que constituyen la base de su estilo de vida. Respeto, acogida, reciprocidad, solidaridad social, un vínculo muy profundo y antiguo con la naturaleza, son los valores que las tradiciones siguen transmitiendo.
«Margaret Karram, Jesús Morán y la delegación de los Focolares llegaron en un momento particular de la vida de las islas Fiyi», explica Peter Emberson, fiyiano, consultor multilateral y analista político del gobierno de Fiyi y de las Naciones Unidas, que creció en el Movimiento desde muy joven. «El gobierno actual es más abierto y democrático, y veo la visita de Margaret Karram y de Jesús Morán como parte de este proceso de renovación social y política. Hay dos preguntas que aquí en el Pacífico siempre hacemos a una delegación oficial que desembarca en las costas de nuestras islas: “¿De dónde vienen?” y “¿Por qué han venido?”. En el “Sevusevu” Margaret tomó la palabra ante el pueblo fiyiano y ofreció su compromiso y el del Movimiento de los Focolares para construir la unidad también aquí. Es una respuesta de identidad, que dice mucho de la contribución que el Movimiento puede aportar a nuestro país. Y esto genera confianza».
Una región demasiado poco conocida aún
Oceanía es un continente poco conocido y aunque, en sentido territorial, es el mayor del globo, en términos de masa terrestre es el más pequeño. Además de Australia y Nueva Zelanda, comprende la región del Pacífico, formada por 26 Estados nacionales y territorios. Los principales grupos étnicos son melanesios, micronesios y polinesios. En total, el área del Pacífico tiene una población de 16 millones de personas y, en los últimos 100 años, las islas Fiyi (casi un millón de habitantes), se han convertido en el corazón político y económico de la región, con un panorama religioso variado. El cristianismo es la fe más practicada, seguida del hinduismo y el islam. El catolicismo llegó en el siglo XIX y hoy los fieles son algo más de 82.000.
El padre Soane Fotutata, secretario de la Conferencia Episcopal del Pacífico (CEPAC), durante una cena en el focolar, aclaró los desafíos sociales, pero también eclesiales, de este vasto territorio en el que la Iglesia católica está presente con 14 diócesis. Explicó que la crisis ecológica es una amenaza existencial para las personas y las comunidades. Esta se manifiesta con la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, las sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes. Además, hay plagas sociales como la migración económica y climática que está despoblando muchas islas, la prostitución, el alcoholismo y la pobreza, a las que también la Iglesia local intenta dar respuesta.
2022: la llegada de los focolares a Suva
En este contexto eclesial se abrieron hace un año los focolares femenino y masculino en Suva, la capital de las Islas Fiyi. Su presencia, de hecho, está vinculada también a un proyecto sostenido por Missio Escocia y Missio Australia, para colaborar en la pastoral diocesana de los jóvenes confirmandos y los posconfirmados, con un programa que pretende apoyar la transmisión de las riquezas culturales entre las generaciones. “A nuestra llegada –cuentan Lourdes Rank, de Brasil, y Stephen Hall, de Nueva Zelanda– el arzobispo nos pidió que ante todo estuviéramos al servicio de la Iglesia y que nos insertáramos en sus actividades y proyectos. Nos implicamos en la catequesis, con los jóvenes y en la vida de nuestras parroquias. Este enfoque resultó muy positivo: ahora formamos parte realmente de la vida eclesial y hemos empezado a entablar relaciones con diversos sacerdotes, religiosos y laicos”.
A este propósito, el vicario general de la archidiócesis de Suva, monseñor Sulio Turagakacivi, expresó su gratitud por el servicio que los focolares prestan en la Iglesia local. Agradeciéndole, Margaret Karram dijo: “Podemos aprender de la Iglesia de aquí cómo vivir el proceso sinodal y cómo mantener la frescura del encuentro del Evangelio con la cultura y la sociedad locales”.
En Futuna la primera semilla de la espiritualidad de la unidad
Pero la primera semilla de la espiritualidad de la unidad en el Pacífico fue plantada a finales de los años sesenta por sor Anna Scarpone, misionera marista en la isla de Futuna. El primer focolar del Pacífico se abrió después en Numea (Nueva Caledonia) desde 1992 a 2008, acompañando el nacimiento y crecimiento de una vibrante comunidad local. Hoy, los focolares de las islas Fiyi son la “casa” de todas las comunidades del Movimiento en la región del Pacífico, que están presentes–además que en Nueva Caledonia y Fiyi– también en Kiribati, Wallis y Futuna, con algunas personas que conocen la espiritualidad también en Papúa Nueva Guinea, Samoa y Vanuatu.
Juntos por primera vez
Con ocasión de la visita de Margaret Karram y Jesús Morán, las comunidades se reunieron en Suva durante algunos días; fue su primer encuentro en uno de los países del Pacífico. Muchos gestos, como la acogida y la estima recíproca, expresan la mayor conciencia por parte de todos de la importancia de estos días. Reunirse como familia de los Focolares no significa, para estos pueblos, tener solo una comunión espiritual, sino contribuir a la vida cotidiana ‒ que implica cocinar, preparar la liturgia de la misa, cantar y bailar ‒ ofreciendo cada uno su propio “don” humano y cultural que se encuentra con el del otro.
También aquí, Margaret Karram y Jesús Morán se reunieron con los focolarinos y las focolarinas durante una mañana de profunda comunión y, además, pudieron vivir distintos momentos con la comunidad, como las comidas, la misa y muchas ocasiones de simple diálogo. El intercambio de experiencias les permitió conocer los retos y el compromiso del Movimiento en el Pacífico. En Nueva Caledonia, la comunidad está comprometida en el servicio a la Iglesia y, a nivel social, en la creación de espacios de unidad entre los diferentes componentes étnicos que componen el pueblo. En Futuna y Kiribati, la Palabra de Vida ocupa un lugar central, generando experiencias de perdón y reconciliación en las familias y proyectos sociales al servicio de las mujeres y de los necesitados. En Fiyi, la comunidad está creciendo y comparte con los focolarinos un compromiso al servicio de la Iglesia.
Run4Unity en las Fiyi: caminar juntos
El 6 de mayo fue el día del Run4Unity y Margaret Karram dio el pistoletazo de salida a la carrera mundial de relevos desde el Pacífico, donde se encuentra el primer amanecer del mundo. Junto con los Chicos por la Unidad presentes, ella y Jesús plantaron dos árboles típicos de las islas Fiyi: “el árbol nativo de sándalo y el citrus, que se necesitan mutuamente para crecer”, explicó. “El sándalo tiene la fragancia y el citrus, que es un cítrico, le aporta todos los nutrientes que necesita. Es un ejemplo maravilloso de cuidado mutuo en la naturaleza. Esto es lo que los isleños del Pacífico quieren decirnos a todos: la única manera de compartir nuestro valioso don, la unidad, es caminar juntos, cuidándonos unos a otros. Así podemos transformar nuestro mundo”.
Un mensaje que recuerda la principal característica, quizás, de estas islas: la vida comunitaria, como se puso de manifiesto en la tarde y noche del 7 de mayo en el encuentro de Margaret Karram y Jesús Morán con la comunidad de los focolare. «He venido aquí para estar cerca de ustedes y compartir su vida al menos durante unos días ‒dijo Margaret a todos‒; lo que encontré aquí es muy parecido a lo que siento en mi corazón y a la cultura de la que procedo, que fomenta el respeto por las personas, el lenguaje de los demás y el sentido de familia. Ustedes también son pocos, pero no se preocupen: lo importante es vivir el Evangelio y llevar la unidad a quienes encontramos. Lo que han compartido estos días me ha conmovido mucho: con su amor, hospitalidad y acogida nos han dado a Jesús. Pero escuchándolos, he comprendido que la perla más valiosa que poseemos es Jesús Abandonado por quien lo hemos dejado todo y que es el secreto para amar a todos».
«Las experiencias de perdón que han compartido me han impactado profundamente ‒continuó Jesús‒ y significan que están viviendo el Evangelio, porque el perdón es la mayor novedad que contiene. El perdón no es humano, solo Jesús en nosotros puede perdonar, y ustedes lo han contado con una pureza única».
A la pregunta sobre qué espera para el futuro del Movimiento en Oceanía, Margaret Karram respondió diciendo que es lo mismo que espera de todo el Movimiento en el mundo, o sea, que se convierta cada vez más en una familia no encerrada en sí misma, sino abierta, que dialogue para realizar la oración de Jesús al Padre, como soñaba Chiara Lubich.
Tomando de nuevo la palabra al final, añadió: «Quisiera decir todavía que, para contribuir a realizar la unidad, cada país, cada cultura o continente no tiene que perder su propia identidad. Debemos seguir siendo nosotros mismos. Esto sería un gran regalo para todo el Movimiento y también para el mundo: ser nosotros mismos, con nuestras riquezas y contradicciones, y vivir el carisma de la unidad sin eliminar lo que somos». Los aplausos que siguieron expresaban la gratitud de las personas por haberse sentido comprendidas.
Todo había comenzado con la ceremonia del “Sevusevu”, y esta visita no podía terminar sino con la misma solemnidad. La ceremonia de despedida, “I-Tatau“, parece así cerrar un círculo: en lengua fiyiana, los heraldos que hablan en nombre de Margaret y Jesús dan las gracias a la comunidad y piden, en su nombre, permiso para despedirse; a su vez, el que habla en nombre de la comunidad fiyiana les concede el permiso y les desea un buen viaje con la esperanza de volver a verse.
La velada-concierto que las comunidades del Pacífico prepararon fue una extraordinaria “exposición” de las expresiones artísticas de los pueblos presentes, donde las danzas y las canciones hablaban de su profunda conexión con la tierra y la naturaleza, del orgullo de sus tradiciones y del deseo de compartirlas.
Pero lo que quedará grabado en la mente de todos, así creemos, es el saludo que se intercambiaron las comunidades de Nueva Caledonia y Fiyi: sentados unos frente a otros, entonaron cada una su canción de despedida, se saludaban con la mano mirándose a los ojos, como quien se despide de un hermano de sangre.
«Te aseguramos que seremos una sola familia ‒le dijeron a Margaret Karram‒ y, a pesar de nuestras debilidades, haremos todo lo posible por mantener a Jesús en medio en Oceanía».
Stefania Tanesini
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