La 37ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que tendrá lugar del 31 de julio al 6 de agosto de 2023 en Lisboa (Portugal), ya está en los umbrales y muchos son los jóvenes que se preparan para vivir este evento global junto con el Papa. Varias son las iniciativas que se han promovido, y numerosas son las personas que desde hace meses están trabajando con dedicación en pos de este momento de verdadera familia para la Iglesia. Aquí van algunos testimonios. Todo está listo. El sol está alto sobre las siete colinas de Lisboa y la brisa del océano trae consigo una novedad y una sensación de expectativa: la JMJ está por empezar y los jóvenes de todo el mundo están llegando. Tras meses de preparación y luego de haber tocado varias etapas en el país, el fin de semana pasado la Cruz del Peregrino y el Ícono de la Virgen “Salus Popoli Romani”, símbolos de la Jornada, han llegado finalmente a Lisboa y todos están listos para recibir a los primeros jóvenes que van llegando para las “Jornadas en las diócesis” que se llevarán a cabo del 26 al 31 de julio de 2023 en las 17 diócesis de Portugal continental y de las islas. Una manera de preparar a los peregrinos y a las comunidades de acogida para entrar al evento y vivirlo plenamente. “Cuando se nos comunicó que la JMJ se realizaría en Lisboa, recibimos la noticia con inmensa alegría. Estoy seguro de que será una ocasión de gracia para cada uno de los participantes, como así también para todo nuestro país. En mi caso, creo que tengo que estar abierto a las sorpresas que el Espíritu quiere comunicar”, dice José Cardoso de Almeida, párroco de Sátão, en la diócesis de Viseu, sacerdote voluntario del Movimiento de los Focolares. Él, que ha podido vivir en primera persona la espera y el entusiasmo de varias JMJ, sintió enseguida el llamado, como muchos voluntarios, a ponerse manos a la obra organizando la Jornada, que se celebraría justamente en “su casa”. Han motivado a los jóvenes y se han preparado para recibir a los que irían llegando de las varias partes del mundo. Dice: “Este último año ha sido un período de encuentros frecuentes. Se han organizado muchísimas actividades para ayudar a sufragar los gastos de los que tenían mayores dificultades para participar. Como ‘pequeño constructor’ de esta JMJ junto a muchos, he aportado mi esfuerzo para motivar a algunas familias a que abriesen sus casas a jóvenes extranjeros en las “Jornadas en las diócesis”. En nuestra zona recibiremos a alrededor de 3.000 jóvenes, especialmente franceses. Luego iremos a Lisboa y daré una mano para el sacramento de la Reconciliación, durante el evento”. Una experiencia concreta que nos da la idea de que ponerse al servicio genera innumerables frutos en las distintas comunidades. “Por ejemplo el descubrimiento de la belleza de trabajar juntos –sigue contando el Padre José– que pienso que los jóvenes de hoy necesitan. También necesitan descubrir el secreto de la felicidad, que radica en el amor verdadero, y en la experiencia, como dice el Papa Francisco, de ‘salir de uno mismo’ y ‘ser con y para los demás’. Ésta es la verdadera unidad”. En este “salir” encontramos la figura de la Virgen María, dispuesta a “levantarse y partir de prisa”, como anuncia el lema de esta JMJ, que va al encuentro de Isabel. Una “invitación al encuentro con Jesús vivo en la familia, en el trabajo, en la vida social y política”, explican Ana y José Maria Raposo, de Lisboa, de la parroquia de Nossa Senhora da Conceição dos Olivais Sul. Ellos, Ana y José, son voluntarios de Dios en el Movimiento de los Focolares, están casados desde hace 45 años, tienen cinco hijos y cuatro nietos y son una de las muchas familias portuguesas que hospedarán en su casa a los jóvenes que serán parte de la JMJ. “Para que los jóvenes, como María, vivan su vocación, es necesario creer y hacerlos protagonistas, sin olvidar la relación intergeneracional –nos dicen–; hay que creer que ya hoy se cambia el mundo si se cambia el corazón, si se libera la mente, si salimos de nuestra propia zona de confort, si miramos a nuestro alrededor y vemos a Jesús en todos; hay que creer que el mundo unido es posible”. QQ Una experiencia que apunta a este tiempo tan frágil, atiende al otro y toma vigor también gracias al testimonio concreto del que quiere poner esta certeza del amor al servicio, “en la acogida que significa –como explican Ana y José– ser una familia para el que llega. Fue espontáneo para nosotros unirnos enseguida para recibir a los jóvenes peregrinos que participarán en la JMJ. Siempre hemos recibido en nuestra casa a quien lo necesitaba, por estar de paso o de viaje, y los últimos meses han sido también la ocasión para rever algunos aspectos y reorganizar los espacios de manera que los jóvenes que llegan se sientan realmente en casa”. La Jornada Mundial de la Juventud sigue revelándose, aún hoy, como un gran evento de la Iglesia, alrededor del Papa y de los jóvenes de todo el mundo, en donde se hace “Comunidad”. Y ser –como afirma el Padre José Cardoso de Almeida– “un laboratorio del Reino de Dios mismo y la imagen de esa fraternidad universal que deriva del Evangelio”.
Maria Grazia Berretta
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