Hoy, 1 de enero, celebramos la Jornada Mundial de la Paz y, con este motivo, ofrecemos un pensamiento de Igino Giordani (1894-1980) que recuerda cómo vivir en paz haría de cada día una Navidad.
La Navidad, es considerada por la mayoría de las personas como una gran fiesta entre otras, más suntuosa que sagrada. Es algo bueno considerar algunos aspectos temáticos de este evento, que dividió la historia del mundo en dos partes, una anterior, y otra posterior. (…) Existe un contraste abismal entre el nacimiento de un poderoso de la tierra, como lo soñaba y esperaba el mundo antiguo, y el nacimiento en la sombra, desconocido de Jesús; un contraste que ya caracteriza la originalidad infinita de un Cristo-rey que nace de una pobre mujer, en un pesebre. (…)
El comienzo de su revolución no considera la soberbia, sino la humildad para traer al cielo a los hijos de Dios, para comenzar por aquéllos que comían y dormían en el suelo: los esclavos, los que no tenían trabajo, los extranjeros. Con ese niño nace la libertad y el amor. Su libertad es libertad de amor. Este es el descubrimiento inmenso. El amor universal enseñado por El trata de que desaparezca un sistema de convivencia hecho en gran parte por el poder político, por el abuso de autoridad, por la usura ociosa, por el desprecio del trabajo, por la degradación de la mujer, por la envidia corrosiva. (…)
La vida, en la paz, permitirá hacer de cada día una Navidad.
Y ésta es la revolución de Cristo: hacernos renacer continuamente, yendo en contra de la maldición de la muerte. Por lo tanto el mayor mandamiento es el de amar al hombre; que es como amar a Dios. Amar al otro hasta dar la vida por él.
(Igino Giordani, Il Natale come rivoluzione, Città Nuova, Rome 1974, n.24, p.18)
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