El amor cristiano es un “Amor” que tiene una forma concreta, tangible, que se toca en las acciones, desde las más pequeñas hasta las más grandes. Es dar la vida por quienes nos rodean a imagen de quien, primero, ha dado la vida por nosotros, amándonos con un amor inmenso.
Examen no aprobado
Nuestra hija se había preparado mucho para un examen, pero llegó a casa llorando porque no le fue bien. Después de consultar, mi marido y yo decidimos que la cena sería una auténtica celebración, más que si el examen hubiera sido un éxito. A los otros niños también les gustó la idea. Pero el momento verdaderamente conmovedor fue cuando nosotros padres comenzamos a enumerar los fracasos de nuestras vidas y cómo los habíamos superado. Con el añadido de las “confesiones” de los demás, la cena se convirtió en una profunda comunión, una oportunidad para crecer juntos. La niña se alegró: “Tal vez este fracaso fue necesario no sólo para mí, sino para toda la familia. Nunca pensé que los fracasos puedan ayudarte a crecer y comprender la vida. ¡Estoy muy agradecida!”. Contado también a otros familiares y amigos, el episodio fue repetido por varios de ellos, bajo cualquier pretexto, a sus hijos. Al final, todos coincidieron en que la familia necesita llegar al fondo de la fragilidad de cada uno para poder crecer en el amor. (W.R. – Países Bajos)
Amor que va y viene
Cuando tengo tiempo libre, cuido a las dos niñas de un matrimonio senegalés, en caso de necesidad. Los padres siempre están muy agradecidos: “¡Sin ti estamos perdidos!”, dicen. A veces adelanto mi oferta de ayuda sin esperar la solicitud. Así que hace unos días le avisé al papá con un mensaje de mi disponibilidad para el domingo por la mañana. Poco después me llama: “¡Lorenza, tienes que explicarme cómo adivinas nuestras necesidades! ¡Llegaste en el momento indicado!”. Y yo: “Es Dios quien mueve los corazones, Tacko, es a él a quien debemos agradecer porque nos hace hermanas y hermanos”. Gracias a la relación familiar con ellos, cuando con motivo de un viaje tuve que salir a la una de la madrugada, le pedí que me llevara a la estación para darle la posibilidad de amar a su vez. ¡Y con qué preocupación permaneció conmigo hasta la llegada de los demás al grupo! Hace días vinieron Tacko y su esposa a traerme a casa una porción de arroz y pollo cocinados a su manera. “Ahora conocemos tus gustos, ya eres también un poco africana”. (Lorenza – Italia)
Aprovechar la inspiración
La oportunidad de ser constructor de paz a través del respeto y el diálogo con quienes son diferentes a nosotros, a nuestra cultura o fe, se presentó en una reunión de la empresa donde trabajo. Había un aire tenso, el tono de voz era alto y acusatorio. ¿Cómo puedo contribuir a tranquilizar los ánimos? Hablar parecía imposible y quizás contraproducente. Escuché a quienes hablaban, o gritaban, con el alma serena y tratando de comprender sus razones. No fue fácil. Fue un esfuerzo que me agotó. En el intervalo, el compañero que había levantado más la voz se acercó a mí y me pidió disculpas por su comportamiento. Lo abracé sin decir nada. Y él, continuando con su desahogo: “Mi esposa se enteró ayer que tenía una enfermedad incurable. Estoy desesperado”. Le aconsejé que se pusiera en contacto con un amigo médico y me lo agradeció. Concluí con la promesa de que seguiría a su lado. Cuando regresamos a la sala, el ambiente ya no era el mismo de antes. El momento presente es importante para captar la inspiración que Dios nos da para actuar. (E.J. – EE.UU.)
Maria Grazia Berretta (tomado de Il Vangelo del Giorno, Città Nuova, año X– n.1° enero-febrero 2024)
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