«¿Por qué se solicitó este aporte? La primera reacción de mi gente fue la sorpresa, cuenta Patience Lobe de Camerún. Pero después se puso en acción esta dimensión de nuestra cultura que dice que cuando es la comunidad que pide, hay que dar una respuesta, afrontando las cuestiones en familia como primera cosa. Por eso las respuestas enviadas a la comisión fueron el fruto de una reflexión colectiva, más que una expresión individual». Patience es uno de los 20 miembros de la comisión que recogió y ordenó las reflexiones, análisis y balances de las comunidades de los Focolares del mundo. Son 3050 los aportes que han llegado, y más de 600 los que confluyeron al documento de los jóvenes de los Focolares. Representan un tesoro precioso y evidencian la amplia participación en el proceso de preparación de la Asamblea General que se constituye y convoca cada seis años. Ha surgido una “radiografía” de los Focolares en sus distintas expresiones vocacionales, geográficas y generacionales, con sus desafíos, esperanzas, puntos críticos, gratitud, alegría por el camino recorrido, aspiraciones y propuestas a la luz del carisma de la unidad. «Al principio de este trabajo, pensaba en la Asamblea como un momento para elegir a los nuevos responsables del Movimiento», explica Bill Neu, de los Estados Unidos. «Pero después comprendimos la importancia de acoger las solicitudes que llegaban de todo el Movimiento y afrontarlas». Para el Padre Egidio Canil, franciscano conventual de Asís, además, «habiendo tenido experiencia en otros capítulos, asambleas, sínodos eclesiales, religiosos, puedo decir que el “método” de Jesús en medio (Mt 18,20 “Donde dos o tres están reunidos en mí nombre, yo estoy en medio de ellos” ndr) es un método original y nuevo, muy nuevo, en la Iglesia y también en la sociedad. Es decir: tener a Jesús en medio de los miembros de una asamblea antes de proceder. De modo que después sea Dios, presente entre ellos, unidos en nombre de Jesús, quien haga que el Espíritu Santo esté presente, y guíe el trabajo y produzca frutos a la altura del proyecto de Dios, para toda la Obra. El carisma de la unidad es el fundamento en el que se apoya el Movimiento de los Focolares, que no puede trabajar de otra forma». Giuliana, focolarina en India, señala: «Nos hemos encontrado con las distintas comunidades para este trabajo y enseguida ha habido una gran adhesión a la propuesta de donar las propias ideas. He podido constatar el amor que hay por esta Obra, una exigencia de autenticidad, de vivir mejor –de volver a las raíces-, al fin por el cual ha nacido, para el mundo». Pablo Loyola, voluntario argentino, cuenta: «Al inicio teníamos muchas dudas sobre cómo proceder. De ¿cómo habría sido percibido este trabajo? Ahora haciendo la síntesis, vemos que el resultado va más allá de las expectativas. Puedo decir que todos los aportes han sido escuchados. Yo trato de llevar la voz de Hispanoamérica, que represento. Es desafío ahora es que esta participación de todos continúe». Objetivo y augurio para quien participará en el trabajo: abrirse a la escucha de lo que ha surgido para comprender juntos cómo proseguir el camino del “pueblo de los Focolares” en los próximos años. En tanto, al aproximarse la Asamblea, el 7 de julio pasado la presidente María Voce escribió: «Mientras consigno el mandato recibido completamente al Espíritu Santo, en espera de descubrir todo lo que Él nos querrá indicar, quiero compartir con ustedes los tres sentimientos que imperan en este momento en mi alma: gratitud, alegría, nuevo impulso» escribe en una carta a todos de los Focolares. Una “comunión” profunda con el deseo declarado de «multiplicar dichos sentimientos de gratitud, alegría y compromiso para reanudar todos juntos y sin excluir a nadie, esta extraordinaria aventura».
Poner en práctica el amor
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