El camino de la Iglesia, no obstante algún viento contrario, es, por su naturaleza, un camino de esperanza que avanza irreversiblemente hacia Jesucristo. He ahí por qué el logo escogido para la proclamación de este año especial contiene las palabras: Evangelio, Profecía, Esperanza.
Con esta convicción, religiosos y religiosas, consagrados y consagradas, hombres y mujeres tocados por los carismas que a lo largo de los siglos han embellecido la Iglesia, el sábado 29 de noviembre y el domingo 30, se dieron cita para una Vigilia de Oración y para la Celebración Eucarística de apertura del Año de la Vida Consagrada.
El sábado por la noche, la basílica romana de Santa María la Mayor se fue llenando de hombres y mujeres con hábitos de distintos colores para la Vigilia de Oración. «Cincuenta consagrados y consagradas precedían a Mons. J. L. Carballo, en la procesión de entrada a Santa María la Mayor, con una lámpara encendida, símbolo de los diferentes carismas, pero símbolo, sobre todo, del Espíritu, que vuelve a encender el alma y los corazones», cuentan el P. Theo Jansen y el P. Mariano Steffan, del Centro Internacional de los Religiosos de la Obra de María, presentes en el evento, en representación de los religiosos esparcidos por el mundo, vinculados a la espiritualidad de los Focolares.
«Comentando el texto evangélico del milagro de la transformación del agua en vino, realizado por Jesús en Caná de Galilea, Mons. Carballo, que presidía la Vigilia de Oración, recordó, entre otras cosas, que para tener el “vino nuevo” hemos de ir a Jesús, saberlo ver, saberlo escuchar, saberlo vivir».
«A todos nos impresionó el hecho que se ha querido empezar poniéndose bajo la protección de María Santísima. Desde ese momento, la escucha de las lecturas bíblicas, unos pensamientos tomados de los escritos de algunos fundadores y las oraciones, me parecían envueltos en su manto», cuenta el P. Mariano. «También el papa Francisco, en el videomensaje preparado para la ocasión, que escuchamos antes de concluir la Vigilia, nos encomendó a María. Y la plegaria concluyó con una invocación a la Virgen», añade el P. Theo Jansen.
La celebración Eucarística del domingo 30 en la basílica de San Pedro ha abierto oficialmente el Año de la Vida Consagrada. El saludo inaugural del papa Francisco, leído al comienzo de la concelebración presidida por el Prefecto de la Congregación, Card. Joao Braz de Aviz, volvió sobre la exhortación “¡Despertad al mundo!”.
«El Prefecto de la Congregación hizo reír y reflexionar cuando, en la homilía pronunciada en la basílica de S. Pedro, dijo: “Es feo ver entre los religiosos y las religiosas caras tristes, siempre serias, sin ninguna sonrisa… La alegría se tiene que manifestar y compartir…», añade el P. Mariano.
«Después de estos dos actos, verdaderamente había un clima nuevo en la Plaza de San Pedro. Podía leerse en el rostro de todos la certeza de que,después de un comienzo tan bonito, cabe esperar mucho. Volvimos a casa –concluye el P. Theo– guardándolo todo en el corazón, como María, con la convicción de que ya se dan las premisas para un cambio de ritmo en la vida religiosa, que ojalá pueda “despertar al mundo”, como ha deseado el papa Francisco».
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