“Vy’aguasu peteĩ ñe’ẽme” (gran fiesta en un solo idioma). Así quisieron titular el evento, en guaraní, que junto al español es el idioma oficial del país. Y el único idioma quería ser el del corazón. «Con gran alegría me uno a ustedes en el 50° aniversario de la llegada del Ideal de la unidad a su querida tierra guaraní, que hoy festejan en el Centro Mariápolis “Madre de la Humanidad”. Nuestro pensamiento se dirige con gratitud a quienes fueron los primeros instrumentos de Dios…», escribe María Voce en ocasión de la fiesta del 16 de noviembre pasado.
Algunos de estos protagonistas de los inicios del Movimiento en Paraguay, contaron del encanto del descubrimiento de una novedad y de la aventura de seguir “una luz que iluminaba cada rincón de la existencia”. El amor evangélico, incondicionado, concreto y exigente, llenaba y sigue llenando la existencia de estas personas octogenarias que irradian vida y sabiduría.
De la espontánea vida evangélica del primer grupo se desarrolló a lo largo de los años el Movimiento actual, presente en todas las principales ciudades del país. Como en la “parábola de la pequeña semilla”, que llega a ser “un gran árbol que extiende sus ramas a todo el mundo”, como imaginaba Chiara Lubich.
Siguiendo el hilo de las “tres palabras” que el papa Francisco dirigió recientemente a los miembros de la Asamblea General de los Focolares, en la jornada se alternaron breves reflexiones sobre el “contemplar, salir y hacer escuela”, enriquecidas por experiencias concretas y motivadoras de acciones en el campo de la bioética, de la política y de la inclusión social.
También en Paraguay, la luz del Evangelio se encarna en la cultura, en el modo de ser y de vivir del pueblo que allí vive. Y aquí, son fuertes las raíces de sus primeros habitantes, los guaraníes, los más numerosos entre alrededor de veinte poblaciones originarias presentes en estas tierras desde hace más de 5000 años, como confirman recientes descubrimientos. Un pueblo naturalmente comunitario, que vive en armonía con la naturaleza y tiene un destacado sentido de lo sagrado y de la dignidad de la persona. La investigadora y docente de Historia Diana Durán, resumió la riqueza de los valores ancestrales de los guaraníes y se hizo portavoz de la propuesta de los Focolares: redescubrir estos valores, después de siglos de abusos y de desprecio, y proponerlos como antídoto a los antivalores que amenazan a la sociedad. Un fuerte aporte proviene del reciente Sínodo sobre la Familia, que anima a acompañar de cerca a las personas, a sanar las heridas para relanzar la familia, pilar de la sociedad paraguaya, realidad aún fuerte pero siempre insidiada.
El premio “El Arte del Diálogo”, en su primera edición, después de una votación on line fue otorgado a Mons. Adalberto Martínez Flores, por la promoción de la mesa Coordinadora Multisectorial de la provincia de San Pedro. La Multisectorial nació precisamente por una iniciativa suya, en el 2010, en un contexto de fuertes asperezas que dividen a la sociedad. Gracias a esta iniciativa, todavía en curso, se ha convocado a los propietarios de la tierra, a industriales y a campesinos sin tierra y a representantes de la sociedad civil. De esta manera, se obtuvieron importantes mejorías tanto en el clima social como en los sectores menos favorecidos. (Revisar si este último párrafo responde a la idea original)
Las comunidades de los Focolares difundidas en el territorio expusieron lo que hacen. Una vida donde se destaca la solidaridad, especialmente en situaciones de sufrimiento.
Los jóvenes y jovencitos. El conjunto musical arrastró a todos con su entusiasmo contagioso. Los chicos de los Focolares, modelos creíbles de vida contra la corriente del “todo y enseguida”, fueron los directores y protagonistas de momentos compartidos con un centenar de coetáneos.
Finalmente, los más pequeños, los Gen 4, conquistaron a todos los presentes con la sencillez de su vida evangélica.
Ver crecer la vida sorprende siempre. Los primeros adherentes al ideal de la unidad de Chiara Lubich en Paraguay pueden decir que han visto nacer y desarrollarse, en estos 50 años, comunidades vivas, con las alegrías y los dolores propios de una familia en crecimiento.
Los desafíos son y siguen siendo muchos, pero cuando se está unido, nada parece imposible.
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