«En estas horas, en las que nos sentimos literalmente bombardeados por la violencia y las guerras, en medio de tanta indiferencia, nosotros queremos testimoniar con fuerza que otro mundo existe, porque ¡sí existe!». Así comenzaron diciendo, desde el escenario del Auditorium de Loppiano, Nino, Nahomi, Luigi y Anna, quienes condujeron con entusiasmo y profundidad las dos horas de diálogo con los 1.400 jóvenes presentes. La 42° edición del Meeting de jóvenes italianos de los Focolares, se llevó a cabo – como todos los años – el 1°de mayo en la ciudadela de Loppiano (Florencia) y eligió como título: “OUTSIDE, Look, Choose, Be” (Salir, mirar alrededor, elegir, ser). Fueron numerosas las propuestas de los Jóvenes por un Mundo Unido que apoyan la cultura de la fraternidad, como método para salir de la inercia personal y social y comprometerse a cambiar el mundo. Con la Expo de los “Fragmentos de Fraternidad”, exhibieron la solidaridad y la participación social a través de una red de organizaciones dirigidas por jóvenes. «Me llamo Kareem, soy palestino. Tengo 23 años y me gradué en Administración de Empresas. Después de la caída del gobierno de Arafat, para nosotros los cristianos de la Franja de Gaza, empezaron las dificultades. En aquella época éramos aproximadamente 2000 sobre 1 millón y medio de habitantes. Luego nos redujimos mucho numéricamente. Fueron bombardeadas incluso dos iglesias». Es uno de los fuertes testimonios del 1° de mayo. «La guerra empezó en 2008 – continúa Kareem – Un día me cayó una bomba muy cerca, al punto que la explosión me tiró al suelo. ¡Tanta destrucción, tantas personas muertas! Antes que nada intenté ir donde mi papá en la oficina de las Naciones Unidas, porque me parecía el lugar más seguro, pero no fue posible. Sólo 4 horas más tarde logré llegar a mi casa y tuve que pasar incluso sobre los cuerpos de los muertos. Mi mamá lloraba porque no tenía noticias mías. Vivimos 28 días en esta constante tensión. Luego, logramos dejar la Franja de Gaza para ir a Jordania. Con las personas del Focolar, experimentando una vida fraterna, logré poco a poco superar el fuerte trauma y empezar a creer que con el amor es posible construir un mundo de paz. Hace 7 meses que me encuentro en Loppiano. Para mí, vivir con jóvenes de culturas y religiones distintas es una experiencia nueva, porque en Gaza no teníamos contactos externos. Trato de abrirme, de aceptar a los demás. Ahora me siento en casa; encontré el tesoro que buscaba». «Después del terremoto de Haití en 2010, que provocó la muerte de más de 220 mil personas, miles de haitianos emigraron a Brasil». Joao de Florianópolis, en el sur de Brasil, abre un escenario sobre esa realidad social: «Muchos de ellos son graduados, pero, como no hablan bien el portugués, encuentran trabajo sólo como albañiles y a menudo reciben sueldos bajos y son tratados con desprecio. Nos preguntamos qué podíamos hacer. Para tener un primer contacto, recolectamos ropa y comida. No sabíamos cómo movernos: ellos hablaban francés y criollo haitiano, y nosotros no conocíamos su cultura. Pero el deseo de poner en práctica esa frase del Evangelio “era extranjero y me acogiste”, superó cualquier obstáculo. Poco a poco nos conocimos y entendimos cuáles eran sus principales dificultades. La primera era el idioma. Empezamos a dictar clases de portugués, con diapositivas, videos y música. Luego los ayudamos en los trámites para pedir los documentos y para la inscripción a los cursos técnicos que el gobierno ofrece gratuitamente, de manera que puedan conseguir un trabajo, una vida mejor. Organizamos veladas culturales, con comidas, bailes y cantos típicos de su tierra. Fuimos a la playa y jugamos al fútbol juntos. Ahora queremos constituir una asociación para aprovechar todas las posibilidades que ofrecen las instituciones para favorecer su integración social y cultural. No todo está resuelto y tenemos aún mucho trabajo por hacer, pero nos parece que se plantó una semilla de fraternidad». Éste es un flash sobre el Meeting 2015, rico de testimonios y de muchas propuestas concretas para responder a las urgentes necesidades de muchos. Mientras tanto, desde hace años, en Italia funciona una red de jóvenes, de asociaciones, de organizaciones, que trabaja en varios niveles del tejido social, hacia las que el papa Francisco llama periferias existenciales: “Queremos hacer emerger este sotobosque de solidaridad que existe y que está construyendo un presente y un futuro de paz, pero que no es suficientemente conocido” – explican los jóvenes de los Focolares.
Poner en práctica el amor
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