Movimiento de los Focolares

Maria Voce: La relevancia del diálogo en el mundo de hoy

Feb 28, 2016

Durante el viaje a India de Maria Voce, presidente de los Focolares, han sido varios los encuentros de carácter interreligioso. Proponemos un fragmento de su intervención en el India International Centre de Nueva Delhi.

20160117Después de haber esbozado algunos desafíos del mundo actual – amenaza para la paz y búsqueda de la afirmación de la propia identidad – Maria Voce ofrece algunas reflexiones a partir de la experiencia carismática de diálogo propuesta por Chiara Lubich. Es el 26 de enero, en el India International Centre de Nueva Delhi. «Si tratamos de captar cuáles son las características específicas que el diálogo del Movimiento propone, nos parece que la primera es su fundamento. Chiara [Lubich] nos ha enseñado siempre a mirar a Dios como Padre de todos, por consiguiente, a mirar a cada hombre y mujer que encontramos como hijo o hija suya, y por tanto, como a un hermano o hermana nuestra. Ella misma lo revelaba, escribiendo a sus compañeras ya en 1947: “Dirigir siempre la mirada al único Padre de muchos hijos. Después, mirar a las criaturas como a hijos del único Padre. Sobrepasar siempre con el pensamiento y con el afecto del corazón, cualquier límite puesto por la naturaleza humana y tender constantemente, por hábito adquirido, a la fraternidad universal en un solo Padre: Dios”[i]. Recuerdo con cuánta alegría Chiara nos refirió el comentario de nuestra queridísima hermana, la profesora Kala Acharya, después de que se habían encontrado en India en 2001: “Cada uno había crecido cerrado dentro de sus propios muros para admirar su propio jardín, sin saber que al otro lado de estos muros altísimos, hay bellísimos jardines que hay que contemplar. Es la hora de derribar estos muros y descubrir el jardín del otro”. Si éste es el fundamento, el método del diálogo que Chiara nos enseña ¡no puede ser otro que el amor! Es un diálogo entre hermanos, por tanto, un diálogo entre personas, no entre ideologías o sistemas de pensamiento. Es un diálogo que necesariamente debe sostenerse y sustanciarse con la misericordia, con la compasión, con la caridad, así como sintetiza la Regla de Oro [Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti]. El amor y la misericordia, puestos a la base del diálogo, no sólo nos permiten ver con una nueva luz a quien tenemos al lado, sino que nos hacen descubrir la diversidad, cualquiera que sea, como un don. “Quien está a mi lado – decía Chiara – ha sido creado como un don para mí y yo he sido creada como un don para quien está a mi lado. En la Tierra, todo está en relación de amor con todo: cada cosa con cada cosa. Pero es necesario ser el Amor para encontrar el hilo de oro entre los seres”[ii]. Actualmente los contactos, en virtud de las grandísimas posibilidades ofrecidas por los medios de comunicación, se multiplican, pero son breves, efímeros, privados de sentido, mientras que se resquebrajan o disminuyen las relaciones. Sólo cuando se inserta en la relación yo-tú un amor que supera la dimensión puramente natural, los contactos pueden transformarse en relaciones, es decir, podemos construir redes de fraternidad verdadera. Y en esto la religión tiene mucho que ver para dar un sentido, un alma, respuestas verdaderas y satisfacientes a la humanidad confundida, traumatizada y perdida de hoy. Y en estos años hemos constatado el papel insustituible de las religiones para llevar a sus seguidores a reconocerse recíprocamente, a respetarse, a colaborar y a hacerse verdaderos protagonistas en la construcción de un mundo de paz, donde reinen la justicia y el respeto por la persona humana. También Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, ha vivido y ha contagiado a cuantos se inspiran en ella, en esta extraordinaria aventura, en la cual no basta un amor cualquiera, sino que es necesario aprender un arte, como ella misma lo ha definido: el “arte de amar”. (…) Si todo vivimos este “arte”, actuaremos también algunos principios indispensables en el diálogo entre las religiones. Cito algunos: Unidad en la diversidad. Es necesario que cada religión sea acogida con pleno respeto de todo lo que ella considera sagrado, según su tradición. Proselitismo y sincretismo son incompatibles con la paz. (…) Reciprocidad. En el compartir la espiritualidad vivida cada uno se enriquece, no sólo sin peligro de comprometer la propia fe, sino con la posibilidad de profundizarla. (…) Igualdad en la común dignidad humana. Es la llave para cualquier relación armoniosa de colaboración en el construir sociedades democráticas fundadas en la paz. Muchos saben cómo el carisma de Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, puede resumirse en una sola palabra: unidad. Es la vocación específica de todo el Movimiento que, este año, en el mundo entero, se compromete a vivirla con una particular intensidad: trabajar, comprometerse en todos los frentes para contribuir en la construcción de un mundo unido, en llevar la unidad, la paz y la reciprocidad en cada ambiente. Lo exige la fidelidad a nuestro Carisma, a aquella primera intuición que Chiara expresaba así desde 1946: “En nuestro corazón una cosa está clara: la unidad es lo que Dios quiere de nosotros. Nosotros vivimos para ser uno con Él y uno entre nosotros y con todos. Esta espléndida vocación nos une al Cielo y nos sumerge en la fraternidad universal. Nada más grande. Para nosotros, ningún ideal lo supera”[iii]». Nueva Delhi, 20 de enero de 2016   [i] C. Lubich, L’arte di amare, Città Nuova, Roma 2005, p. 29 [ii] C. Lubich, Scritti Spirituali 1, “L’attrattiva del tempo moderno”, Città Nuova, Roma 1978, 140. [iii] C. Lubich, L’unità e Gesù Abbandonato, Città Nuova, Roma 1984, p. 28.  

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