Movimiento de los Focolares

Jeque Khaled Bentounès: Sueño con una Academia de paz

Mar 4, 2016

El jeque, de origen argelí, líder espiritual de miles de personas, visita el Centro internacional de los Focolares.

20160304-02Khaled Bentounès, argelino, nacido en 1949, es guía espiritual del Sufismo Alâwiyya. Es un hombre de paz. Vive en Francia desde los años ’60 y ha dado vida a numerosas iniciativas, originales y de mucho relieve, como la fundación de los Scout musulmanes de Francia, la Asociación Tierras de Europa, los coloquios internacionales ante la UNESCO por un Islam de paz, la convocatoria –a través de la Asociación Internacional Sufí Alauita, por él fundada – a una campaña de movilización internacional para que la ONU instituya la jornada mundial del “Vivir juntos”. El pasado 26 de febrero estuvo de visita en el Centro internacional de los Focolares, y sostuvo un coloquio con la presidente María Voce y el copresidente Jesús Morán. En el curso de la visita fue posible hacerle algunas preguntas. La primera, a partir de los numerosos proyectos de estos años, se refiere al hoy. «Para responder rápidamente a la pregunta» – ahora en qué está trabajando – afirma Bentounès, «trabajo en convertirme todavía más, y convertirme a mí mismo a la visión de un mundo más fraterno, más en armonía, un mundo más justo; trabajo para este ‘circulo’ de fraternidad, para que pueda verlo antes de dejar esta tierra, que pueda ver realizado el sueño que tiene gran parte de la humanidad. No sé si lo veré, pero al menos tengo la convicción de que habré dado mi aporte». Sobre los motivos de esperanza, en un tiempo en el cual la fraternidad entre los pueblos parece no tener lugar, Khaled Bentounès dice que ha encontrado razones para esperar «primero que nada, en la riqueza de la herencia espiritual recibida de mis antepasados, en la que la fraternidad es imprescindible. Cuando veo de donde provengo, veo una única línea ininterrumpida». «Me ha sucedido que cuando me encuentro con personalidades políticas y del mundo de la economía –agrega- que describen un mundo que va hacia problemas insuperables, yo les repito lo que decían nuestros maestros: “Si les dijeran que mañana va a ser el fin del mundo, ¿qué harían? ¡Sigan plantando y sembrando! ¡No se preocupen demasiado!” Entonces, ¡hagamos lo que tenemos que hacer! Plantemos y sembremos el amor, la esperanza y la fraternidad, ¡sin importar lo que suceda! Aunque mañana fuera el fin del mundo. Mientras quede un minuto, hay que usarlo. Podría ser que mañana sea otro día, otro mundo. Y: ¡perseveren!». Khaled Bentounès, quien en 1986 participó en el encuentro de Asís con Juan Pablo II y los líderes religiosos mundiales por la paz, conoce a los Focolares desde los años ’80 cuando se encontró con Chiara Lubich. Su relación prosiguió en Francia, hasta la reciente colaboración cuando le otorgaron el premio Chiara Lubich por la Fraternidad 2015, a la asociación “Vivre ensemble à Cannes”, de la que es uno de los promotores. <20160304-01strong>¿Cuál es hoy su relación con los Focolares? ¿Cuál la sintonía con sus ideales? «Pienso que el tiempo –responde el jeque- ha fecundado esta relación y el encuentro de hoy es también fruto del pasado. Esta amistad ha permanecido constante. Mi presencia hoy en el Centro internacional y mi encuentro con la presidente María Voce y con el copresidente confirma esta continuidad. Hemos hablado de la confianza recíproca, del proyecto de llevar una visión más fraterna al mundo que nos rodea; de cómo los Movimientos espirituales de tradición cristiana y de tradición musulmana pueden trabajar para ofrecer su testimonio a quienes deseen escucharlos. No pretendemos cambiar el mundo solos, pero es un hecho que entre las distintas tradiciones religiosas hay seguramente vínculos que reforzar para poder caminar juntos, hacia un porvenir que se construye el uno con el otro y no el uno contra el otro». La entrevista concluye con la comunicación de un sueño de Bentounès: «Existen academias de ciencias, matemática, música, filosofía, militares –dice Khaled Bentounès – y no hay academias de paz. ¿Por qué? No basta el compromiso espiritual. Tenemos necesidad de enseñarla. La paz no es algo que baja del cielo, es algo alrededor para lo cual se ‘trabaja’. Es un estado existencial, una visión del mundo, un comportamiento. Existe la paz económica, la paz social, la paz política. La paz se refiere a todas las cosas. La ecología es una forma de paz con la naturaleza». «Es necesario aprender cómo hacer la paz – continúa- ¡Éste es el proyecto que tengo en el corazón! ¿Cómo vincular la paz y el arte, la paz y la arquitectura? ¿La paz puede ser transmitida mediante el arte a las generaciones futuras? ¿Cómo se puede crear, mediante una economía solidaria, la comunión de saberes, de riquezas, en modo justo, más allá de los países? ¡Se trata de un ‘sacrosanto’ taller! Esta academia no es una palabra, es un trabajo concreto que debe acompañar nuestro operar en todos los campos». «Ésta es, pienso –dijo concluyendo- nuestra espiritualidad, que nutre la conciencia para ir más lejos y hacer que todos participen».

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