El Papa Francisco visita el campo de refugiados de Moria, en Mytilene, Lesbo, 16 de abril de 2016.
Ecumenismo vivido, con un dolor que llevamos juntos: el de la tragedia humanitaria más grande después de la Segunda Guerra Mundial, tal como la definió el Papa Francisco hablando a los periodistas sobre la crisis de los emigrantes durante el vuelo de ida. El viaje del 16 de abril a la isla griega de Lesbo se caracterizó por la tristeza. Después del acuerdo entre la UE y Turquía el campo de refugiados de Moria parece haberse convertido en una cárcel, a pesar de las protestas y la desaprobación de las organizaciones humanitarias. Pero entre los brazos del Papa Francisco, del Patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé y del Arzobispo ortodoxo de Atenas, Jerónimo, los marginados de la historia, los descartados de las decisiones políticas, se convierten en el centro del mundo.
«Quien tiene miedo de ustedes es porque no los ha mirado a los ojos»,
afirmó con fuerza Bartolomé. «¡No pierdan la esperanza!»
es el mensaje que el Papa Francisco desea dejar a los refugiados . «El más grande don que podemos ofrecernos recíprocamente es el amor: una mirada misericordiosa, la premura de escucharnos y comprendernos, una palabra de aliento, una oración».
Agradecimiento hacia el pueblo griego, expresada con distintos matices por los tres líderes religiosos. En un momento de grandes dificultades económicas, el pueblo logra encontrar los recursos para abrir los brazos y el corazón a quien está huyendo porque busca un futuro; expresan su agradecimiento a los numerosos voluntarios llegados de todas partes de Europa y del mundo. Pauline, originaria de Sudáfrica, de la comunidad de los Focolares, vive desde hace años entre Atenas y Lesbo. Más de una vez ha asistido a la escena de los desembarques, y ha socorrido a los refugiados: «El Papa también ha dado un mensaje político sobre el cierre de las fronteras. Me pregunto por qué no fue a Idomeni. Quizás hubiera sido un gesto político demasiado explícito». Chiara, de la Asociación Papa Juan XXIII expresó: «Ha dicho lo que yo siento desde hace tiempo: hay que dejar de clasificar a esta gente sólo como ‘refugiados’, como un número. Es la hora del contacto personal, de conocer las historias»; mientras que Eugenio, del Cuerpo italiano de Ayuda de la Orden de Malta, declaró: «Me conmoví cuando habló de los niños que han muerto en el mar, porque yo mismo he visto esas escenas. Le pude estrechar la mano y recibí fuerza para mi trabajo». Cristina es católica y sus abuelos huyeron como prófugos desde Turquía a Lesbo: «Ha sido un evento histórico, inimaginable para esta isla. Me parece un sueño».
El Padre Maurice, coordinador del JRS (Jesuit Refugee Service) en Grecia, declaró: «Todo ha sido importante: los gestos, las palabras, el silencio. Todo hablaba. El momento más fuerte en esta especie de ‘cárcel’ fue el contacto personal del Papa con cada uno». «A los refugiados se les dio un mensaje común –
afirmó el religioso, comprometido personalmente en la labor de acogida. La mayoría de ellos son de origen y credo musulmán. Están descubriendo una tierra con raíces cristianas, por lo tanto es importante que vean la unidad de los líderes cristianos y la cercanía que ellos les quieren testimoniar».
«Fue conmovedor y muy importante desde el punto de vista ecuménico y político, por el encuentro con el Primer Ministro, Alexis Tsipras», comentó
Vasileios Meichanetsidis, de Apóstoles, una ONG de la Iglesia ortodoxa. «El Papa reconoció a los griegos todo lo que han hecho, y los griegos lo recibieron con alegría».
«Todos somos emigrantes», afirmó Francisco en la oración en el puerto de Lesbo, donde, al igual que en Lampedusa en el 2013, lanzó una corona de flores en recuerdo de los muertos del Mediterráaneo, un mar que en más de una ocasión ha sido definido como cementerio. ¿Cuáles son las expectativas del mundo político?
«Se trata de un ulterior y fuerte llamado sobre todo a Europa, a considerar la cuestión de las migraciones y de los refugiados no sólo en términos de política interna y de emergencia, sino como un nuevo frente en el que se juega el futuro del continente, su credibilidad
de en la coherencia entre los principios y sus políticas concretas
», declaró Pasquale Ferrara, autor del reciente libro “El mundo de Francisco. Bergoglio y la política internacional”
y miembro de El integra la Escuela Abbá
por en el ámbito de las Ciencias Políticas. Entre otras cosas Ferrara fue Cónsul de Italia en Atenas.
«Yendo allí, el Papa no hizo una visita solamente humanitaria, sino que subrayó esta profunda dimensión», prosiguió Ferrara. «Y que lo hiciera en un modo ecuménico es una señal todavía más fuerte, casi queriendo decir, como la política no está logrando
logra resolver este tema, nosotros nos comprometemos, no para sustituir, sino para subrayar que éste es un punto prioritario en la agenda mundial. El hecho de que los refugiados que se llevó al Vaticano
son sean todos musulmanes, evidencia que no sólo se protege a los cristianos perseguidos que son objeto de exterminio
según por el ISIS. No se trata de un problema de religión, sino de ponerle fin a la guerra, a todas las guerras
». Declaración conjunta Maria Chiara De Lorenzo
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