De la diócesis de Verona (Italia), son 5 los autobuses de chicos – todos ellos de 17 años –, acompañados por sacerdotes, monitores y familias, que están saliendo hacia Polonia. El campo escuela, organizado para ellos en Cracovia en el marco de la JMJ, está dirigido exclusivamente a ellos, entre los cuales hay también Gen 3, entusiasmados por hacer una experiencia semejante. «Una etapa del viaje se previó para el 22 de julio en Múnich –cuenta Padre Stefano Marcolini de los Focolares, uno de los sacerdotes que acompaña al grupo–, desde donde se irá al ex campo de concentración nazi de Dachau. Por la noche, de regreso a Múnich, decidimos hacer un paseo turístico por la ciudad, ignorando que iba a ser el escenario de un atentado terrorista. No estamos en los aledaños del centro comercial donde sucede el tiroteo, pero la confusión es tal que toda la ciudad (metro, bar y lugares públicos), es tomada por el pánico. El miedo es muchísimo, como también es muy difícil reencontrarse. Menos mal que funcionan los móviles y Google maps. Finalmente, a las 3 de la mañana, nos volvemos a encontrar todos, generosamente acogidos por la iglesia local que nos hospeda y nos ofrece un abundante desayuno. Pero cuando nos ponemos en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano, nos ordenan que regresemos a Italia, dado que el grupo está compuesto por menores». Pero los chicos no se dan por vencidos. Alentados por las palabras con las que el papa Francisco los había invitado a la JMJ: “No se dejen robar la esperanza”, una vez de regreso a Italia han querido participar igualmente en un campo escuela – el que hubieran tenido que hacer en Cracovia – y que el Obispo hace montar a toda prisa en Campofontana (Verona). «El papa, quien fue informado sobre esta aventura, alentó a los chicos a no rendirse, diciéndoles que los esperaba a todos en Cracovia. Mientras tanto, tres de estos muchachos y un sacerdote, son invitados a Cracovia para participar al Festival de los jóvenes de Italia. Y ellos han sido elegidos, junto a otros jóvenes, para hacer, en la conexión con el papa Francisco, una pregunta justamente sobre lo sucedido en Múnich». «Respondiendo a la invitación personal del Papa –continúa Padre Stefano–, al final del campo escuela, los autobuses vuelven a partir hacia Polonia, para llegar a tiempo para participar, el sábado 30, a una audiencia privada con el papa Francisco que ha cambiado su programa para recibirlos. Pero hay más: para el gran encuentro del sábado a la noche, al cual asistirán 2 millones de jóvenes, los chicos de Verona estarán en la primera fila! Y todo esto porque, como dice Ricardo, uno de los Gen 3, “¡no nos hemos dejado robar la esperanza!”».
Poner en práctica el amor
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