Anthony es de Chicago y ha venido con otros 26 amigos a la JMJ. Nos cuenta: «Estoy acostumbrado en mi ciudad a que cada uno se ocupe de sí mismo, sin preocuparse por el otro. Mientras íbamos caminando para llegar al Campus Misericordiae, una persona salió de su casa y nos regaló una bandeja llena de helados… Otra persona nos dio agua… ¡No me lo podía creer!». Antonel es rumano de origen húngaro: «Aunque vivo en Rumanía, hablo poco el rumano y tengo poco contacto con los rumanos. En realidad, nosotros nos sentimos húngaros, no rumanos. En la JMJ estuvimos juntos, un grupo rumanos y húngaros, y ha sido una experiencia increíble: he aprendido más de la lengua rumana en esos días que durante toda mi vida; he sentido que de veras somos hermanos. ¡Se han caído muchos prejuicios!». Y Ana de Italia: «Llevábamos maletas muy pesadas; una familia nos invitó a entrar en su casa y nos ofreció guardárnoslas hasta el día siguiente, cuando regresáramos del Campus Misericordiae. No creíamos a nuestros oídos. Después, al regreso, nos invitaron a entrar en sus casas para ofrecernos bebidas, un poco de descanso y alimento. Nos hemos quedado allí un rato y después hemos seguido adelante…». Son una marea… Acaban de llegar de Cracovia después de más de 10 horas de viaje para lograr cubrir 180 km. Están cansados pero felices, llenos de empuje y de entusiasmo. Las palabras del Papa han entrado profundamente en sus corazones. «La JMJ, podríamos decir, empieza hoy y sigue mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarte de ahora en adelante – había dicho el papa Francisco en la misa en el Campus Misericordiae– . El Señor no se quiere quedar solo en esta bella ciudad o en los lindos recuerdos, sino que desea ir a tu casa, habitar en tu vida de cada día: en el estudio y los primeros años de trabajo, en las amistades y los afectos, en los proyectos y los sueños». Son más de 600 y, después de la experiencia inolvidable de la JMJ, se encuentran durante 5 días en Jasna sobre los Montes Tatra en Eslovaquia. Quieren hacer que penetren en sus vidas las palabras del Papa Francisco y entender juntos cómo ponerlas en práctica en su diario vivir. Son jóvenes del Movimiento de los Focolares de 33 Países, desde Australia al Brasil y Argentina, de Portugal a Rusia. La experiencia de acogida y fraternidad que han vivido – además de las palabras del Papa – no las olvidarán jamás. Les esperan días intensos. El título del encuentro es significativo: You Got(d) Me! (me has raptado, pero también yo a Ti, Dios). En el programa, de hecho, además de sumergirse en la hermosísima naturaleza de los montes Tatra, se tratarán 3 temas esenciales para la vida de toda persona: la relación con Dios, la relación consigo mismo y la relación con el otro. Todo esto teniendo muy presentes las palabras del Papa y con el deseo de no dejar que nadie les “quite la libertad” de hacer opciones valientes para llegar a ser verdaderos “constructores del futuro”. El primer día no paran de contar. De la acogida recibida, de la ayuda mutua, de las sonrisas, de los intercambios realizados… Y, claro está, ¡del Papa! De su invitación a advertir que «Jesús te llama a dejar tu huella en la vida, una huella que marque la historia, que marque tu historia y la historia de muchos». A no ser «jóvenes-sofá, sino jóvenes con los zapatos, mejor aún, con las botas puestas». Domenico de Camerún resume en pocas palabras la impresión de muchos, es decir que «el mundo unido es posible, que podemos llegar a la fraternidad universal». «Como decía el Papa, debemos construir puentes y estrecharnos las manos. Tenía ganas de juzgar a los países que hacen muchas guerras en África y, mientras hablaba el Papa, sentía que tenía que cambiar mi mentalidad y empezar a construir esos puentes. Construyendo puentes llegamos a la fraternidad pero con el odio los destruimos. Jesús me ha permitido redoblar mi fe. Muchas veces en mi vida me he preguntado por qué existe el dolor en el mundo y he comprendido que en él está Jesús que se ha hecho fealdad para embellecerlo todo. Quisiera ser un instrumento para los demás, ser un protagonista en la construcción de puentes. Si nosotros de verdad ponemos las manos en la masa, llegaremos con seguridad a vivir el testamento de Jesús: que todos sean uno». Y Eva de Eslovaquia: «Nos ha impresionado cuando el Papa Francisco ha bendecido nuestros sueños y nuestros pies, queriendo significar de esta manera que bendecía cada esfuerzo que habíamos realizado». «Nos esperan días intensos – concluyen – pero la JMJ nos hace ver que es posible un mundo nuevo…. ¡A nosotros nos toca construirlo en los pasitos que damos cada día!». Homilía del Papa Francisco durante la Misa de la JMJ – Campus Misericordiae 31 de julio de 2016 Vigilia de oración junto con los jóvenes – Discurso del Santo Padre 30 de julio de 2016 Via Crucis con los jóvenes – las palabras del Papa
Poner en práctica el amor
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