Después de seis años desde el inicio de la guerra en su país y en la región, ¿cuáles son según Vd. los efectos más duros sobre la sociedad? Seis años de guerra han acabado por hacer tambalear el baluarte de la sociedad siria: la familia, la célula base que ha absorbido los golpes y las desgracias de esta violencia sin fin y que ha sido el salvavidas del país y de la Iglesia hasta el 2014. Pero la falta de seguridad, la intolerancia, la violencia y la destrucción caótica ya han arrancado de cuajo a dos millones de familias. Carentes de una vivienda y dispersas por todo el mundo, ¿cómo podrían llevar todavía a cuestas este calvario tan gravoso? Desde el principio de la guerra (15 de marzo del 2011) resulta bastante normal ver que la familia gravita sobre una mamá. Los hombres van a la guerra y allí a menudo mueren. Un dicho popular dice así: “un huérfano sin padre no es un huérfano”. La familia sigue reuniéndose alrededor de la madre que asegura la unidad y la sobrevivencia del hogar. En este largo y pesado sufrimiento, las madres heroicas viven en la pobreza y entre lágrimas. Ellas han hecho honor realmente a su vocación, viviendo en tiendas de campaña y muriendo ahogadas. ¿Existe un sacrificio mayor que éste? Destrucción de la célula natural de la sociedad, ¿y los jóvenes? ¿Se puede contar con ellos para mirar al futuro? La movilización general decretada en el mes de octubre del 2015 invitó a todos los hombres menores de 45 años a enrolarse en el servicio militar. Ésta es una decisión que ha turbado también a los demás miembros de la familia que por ello ya no podían partir y que se quedaron en el lugar, a la espera del final de esta guerra interminable. Esta franja de edad que ha desaparecido, representaba la columna vertebral de las actividades económicas que todavía quedaban. Algunos se han ido a los cuarteles y otros han preferido huir siguiendo el camino de la emigración clandestina, muchas veces irreversible, desestabilizando el mercado laboral y la modesta vida familiar a la que se privaba de recursos. ¿Qué futuro existe para una comunidad sin jóvenes? ¿Cuáles han sido los efectos de la guerra por lo que se refiere a la Iglesia? Estas situaciones han debilitado a la Iglesia. Las familias a menudo deciden alcanzar al hijo que se fue. De aquí viene el éxodo de las familias con la consecuente vertiginosa disminución de fieles en todas las parroquias. Desequilibrio demográfico: en ausencia de jóvenes, nuestras muchachas, al quedarse solas, se casan con musulmanes polígamos. Por lo tanto, menos matrimonios, menos bautismos. Por primera vez la Iglesia se ve obligada a enfrentar otro problema crucial: un sacerdote de cada tres presentes en Damasco ha decidido trasladarse a otro país más tranquilo. ¿Cómo hacer para que los sacerdotes se queden en Damasco? ¿Qué sucederá a la Iglesia sin sacerdotes? Según Usted, ¿cuál es el desafío y la esperanza de los cristianos hoy en Siria? Las ciudades muertas en el norte de Siria son la inquietante fotografía de lo que podríamos llegar a ser. ¿Cómo evitar que nos reduzcamos a ser guardianes de piedras? A los cristianos de Oriente les queda la tarea de reconsiderar su vocación y vivir siguiendo los pasos de la pequeña y minoritaria Iglesia primitiva que vivía sin garantías ni protección. ¿Estaremos dispuestos a responder a este desafío apostólico? El Evangelio nos reconforta: “No temas, pequeño rebaño” (Lc 12, 32).
Poner en práctica el amor
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