En 1956, Hungría fue invadida por el ejército soviético, luego de la insurrección que fue reprimida de forma cruenta. En ese entonces, Chiara Lubich, respondiendo al llamado de Papa Pio XII, escribió un mensaje que se convirtió en la “magna carta” de la nueva vocación que florecería en el interior del Movimiento de los Focolares: “los voluntarios y las voluntarias de Dios”, hombres y mujeres formados en la Espiritualidad de la unidad, que se comprometen a llevar a Dios en la sociedad con el propio testimonio, en los distintos ámbitos en los que se desenvuelven. Del 28 al 30 de octubre, se reunieron en Castel Gandolfo (Roma), 1840 voluntarias y voluntarios procedentes de toda Italia. «Hay muchas ganas de jugársela por nuestro país y se siente una fuerte necesidad, que ya no se puede aplazar, de superar la fragmentación y ponerse concreta y definitivamente en red, para que las buenas prácticas puedan llegar a ser estímulo, ayuda y apoyo recíproco; como nunca es fuerte la exigencia de compromiso intergeneracional para ser una respuesta común, concreta y replicable, a los desafíos y a los sufrimientos de nuestra sociedad». Éste fue el comentario de una joven participante que resume las tres jornadas vividas intensamente. El mensaje de María Voce, presidente de los Focolares, marcó la apertura del Congreso, animando a todos para que sean testigos del carisma de la unidad en sus expresiones más concretas y con la mirada fija en la oración de Jesús “que todos sean uno”. La parte candente del congreso se abrió con algunas reflexiones y testimonios orientados a profundizar en el nuevo tema propuesto este año a todo el Movimiento: “Jesús Abandonado, ventana de Dios, ventana de la humanidad”. Impactante el testimonio de Pina y Tanina, dos voluntarias de Lampedusa quienes, casi con un hilo de voz por la emoción, relataron verdaderos actos de heroísmo cotidiano, al afrontar con fuerza y sencillez la acogida de miles de refugiados desembarcados en la pequeña isla en estos últimos años: «Los sentimos como nuestros a estos hermanos africanos antes de entregarlos a la humanidad; y cuando salen de aquí para esparcirse en el mundo, nos invade una gran conmoción por el futuro incierto que los espera». Riccardo Balaarm, periodista, cuenta cómo nació el compromiso con los jóvenes de la selección paraolímpica de natación, a partir de la sufrida experiencia de discapacidad de su hijo y presentó el testimonio de Arjola Trimi, medalla de plata en los 50m estilo libre en Rio (Brasil). En las tardes, 150 grupos abordaron 35 temáticas: la formación, el compromiso en lo social y en política; la economía, la salud y la ecología, el arte, etc. Todos ámbitos en los que los voluntarios se miden cotidianamente, y a través de los cuales tratan de realizar la vocación de los “primeros cristianos del siglo XX”, tal como la llamaba Chiara Lubich: laicos que viven el Evangelio con el mismo ardor de los primeros cristianos, decididos a gastar su vida para construir un mundo unido. Un momento solemne fue la firma del acta constitutiva, en presencia de P. Andrea De Matteis, vicario del Obispo y canciller de la diócesis de Albano, a través de la cual los voluntarios asumen el compromiso de ser promotores del proceso de canonización de uno de los “primeros cristianos” de nuestros tiempos, Domenico Mangano, voluntario de Viterbo fallecido en el 2001. https://youtu.be/EDCfdVUGa6s
Poner en práctica el amor
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