El College St. Joseph se transformó, durante tres días, en un pequeño laboratorio de fraternidad: los jóvenes estudiantes (desde los 9 a los 18 años) vivieron codo a codo con los profesores y sus familias, pero también con muchos, jóvenes, adultos, ancianos, procedentes de otras ciudades. La Mariápolis fue organizada por los miembros de la comunidad local de Jos, pero también por otras comunidades como la de Abuja (que viajaron durante 4 horas) y Otnisa (12 horas). Participaron también algunos jóvenes de los Focolares, de Lagos. En Nigeria, país de inmensos valles, los largos viajes, que a veces representan muchos peligros, son a menudo un obstáculo. Pero eso no detuvo a nadie para asistir a la Mariápolis en el College St. Joseph. Y la escuela abrió sus portones para recibir a los jóvenes y a los no tan jóvenes, a los estudiantes, docentes, obreros. Entre los “mariapolitas” estaba también John Maigari, ex docente y ex alumno de la escuela, hoy jubilado, que fue también uno de los responsables del Departamento de la Educación de la Diócesis. John Maigari, había experimentado hace años la vida de la Mariápolis, donde cada uno trata al otro como a un hermano y trata de amar y servir. Ahora, después de muchos años, ya jubilado, el profesor Maigari, quería que esa misma vida la experimentaran los alumnos de su escuela. Y su propuesta fue bien recibida. Así durante tres días, la escuela cambió de cara. Los momentos de reflexión y profundización se consolidaron con la experiencia concreta. Divididos en grupos, los estudiantes de varias edades vivieron codo a codo con los profesores y con todos los otros y compartieron las varias actividades del día: cocinaron juntos, lavaron los platos, arreglaron la sala de encuentros, limpiaron los baños y el parque de la escuela. Para alguno era la primera vez: nunca habían vivido algo parecido. ¡Incluso el director de la escuela lavó platos! En un gran libro, preparado por los estudiantes, conservaron sus palabras y sus comentarios. ¡Relata tres días de verdadera vida! Este retiro transformó sus vidas, dicen. “La unidad vivida en estos días nos ha impresionado desde el primer momento en el que ustedes pisaron nuestra escuela”. Esa unidad que las palabras de Chiara Lubich y el testimonio de los miembros de los Focolares les transmitió. “Me siento muy feliz y entusiasmado – escribe Nipps-, porque estos días fueron maravillosos. Hice muchas experiencias y estoy impresionado de modo especial por el amor y la unidad que el equipo de personas que organizaron el programa tenían entre ellos”. “Antes mi vida no estaba completa- cuenta Keivin- porque no sentía que Dios estaba vivo y que existe de verdad. Ahora creo de verdad en Dios” “Este retiro no es como los otros – agrega Daong-. Ustedes comieron con nosotros, durmieron en nuestro colegio”. En esta región de Nigeria, durante años, se verificaron muchos episodios de violencia entre cristianos y musulmanes: las semillas del odio están en todo el país. Los jóvenes estudiantes llevan a sus espaldas también todo esto. En la Mariápolis de Jos, pudieron comprobar que existe “otro camino”, la potencia del arma del amor de Dios y de la unidad.
Poner en práctica el amor
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