Todos los años, en el hemisferio norte la primavera se abre unos días antes con respecto al calendario, para quien recuerda a Chiara Lubich. El 14 de marzo fue todo un florecimiento de iniciativas y citas, en todos los rincones del mundo, con características y matices distintos, para recordar a la fundadora de los Focolares, el día del aniversario de su fallecimiento, o mejor dicho de su nacimiento al cielo, que ocurrió en el 2008. En el 2017 esta especial y sentida conmemoración se vinculó con otra, el 50º aniversario de la fundación de Familias Nuevas la rama del Movimiento que abraza a 800 mil familias de todos los continentes que se proponen vivir la espiritualidad de la unidad e irradiar en sus ambientes con los valores de la fraternidad universal. Chiara Lubich y la familia es un binomio muy fuerte. Evidenciado por la atención especial y el justo relieve que le dio la fundadora a un “designio audaz, bellísimo, exigente”, en el cual “valores inmensos y preciosísimos, proyectados y aplicados a la humanidad, pueden transformarla en una gran familia”. “Aquí, delante de ustedes, me parece ver a Jesús que mira al mundo, mira la multitud y tiene piedad –había dicho Chiara Lubich en el histórico discurso de fundación de Familias Nuevas, el 19 de julio de 1967- porque, en esta porción de mundo, se ha puesto sobre sus hombros las realidades más fragmentadas, más parecidas a Él abandonado (…) Que esta piedad no se quede en el campo sentimental sino que se transforme en obras”. Obras que hoy día son visibles: iniciativas culturales, apoyo a menores, seminarios para familias, ayuda a los separados, proyectos sociales y educativos que ponen de relieve el valor antropológico y universal de la familia dentro de la “gran familia humana”. La concreción es propia de esta “primera célula” de la sociedad, como fue fuertemente subrayado también en los dos Sínodos sobre el tema (2014-2015) cuyos contenidos fueron expresados en la exhortación apostólica Amoris laetitia del Papa Francisco, de la cual precisamente en estos días se recuerda el primer aniversario de publicación. “La alegría del amor”, de la que habla el Papa, está bien representada en las mil voces y en los rostros de las familias de los cinco continentes llegadas a Loppiano (Italia) el marzo pasado, para participar en el evento (mejor dicho en los múltiples eventos internacionales) “FamilyHighlights”, tres días para aprender el arte de la reciprocidad («La vida matrimonial es como un barco, comentaba una familia de Perú: si uno rema solo hace un enorme esfuerzo»), es ese “arte de amar” el que da la fuerza a la familia para regenerarse a sí misma, mediante la confianza, el perdón, la responsabilidad, la creatividad, la acogida, el apoyo. El evento de Loppiano fue el eje alrededor del cual, antes o después, se desarrollaron más de cien manifestaciones en todo el mundo, a partir del primero, el 27 de enero en El Cairo (Egipto) y después en los meses siguientes (aunque todavía hay algunos en curso) en Panamá, Croacia, Italia, Uganda, Tanzania, USA, Brasil, Francia, Kenia, Lituania, Australia, Bélgica, Canadá, Brasil, Burundi, Singapur… en donde se presentaron experiencias concretas y seminarios sobre el tema de la educación, la relación de pareja, la acogida, historias cotidianas de heroísmo desconocido en lugares donde hay guerra, de solidaridad en situaciones difíciles o a favor de los pueblos menos favorecidos, junto a talleres, espectáculos, momentos de fiesta o de oración en común. Si bien, es difícil nombrarlos todos y describir las características que cada evento tuvo en las distintas latitudes, es imposible no reconocer, en este festivo despliegue de luces –casi como fuegos artificiales– realizados en sinergia con otros Movimientos, representantes de Iglesias, religiones e instituciones civiles, esas “semillas de comunión de la humanidad del Tercer milenio” que Chiara Lubich profetizó en 1993.
Poner en práctica el amor
Poner en práctica el amor
0 comentarios