Nuevo florecimiento Como cristianos, mi esposa y yo, habíamos decidido adoptar dos hermanitas. Lamentablemente, debido a malas amistades, ambas terminaron en la droga. A partir de entonces empezó para nosotros un calvario: abortos, hijos no deseados, problemas con la justicia. Nos comprometimos a ser para ellas, todavía más que antes, un espacio de acogida y de paz. Ahora la más grande se está recuperando y además de su niña, quiere hacerse cargo, con nosotros, también del niño de su hermana, que todavía está en el túnel de la droga. Nosotros somos espectadores de un delicadísimo reflorecimiento. (M e D. H. – Suiza) El inocente absuelto Como profesión soy abogado. Desde hace varios meses asumí la defensa de un sudanés acusado de ser un traficante de personas y además de formar parte de una banda de delincuentes. Había sido encontrado timoneando una balsa que transportaba 119 inmigrantes, entre los cuales mujeres y niños. En las conversaciones sostenidas con él en la cárcel había entendido que se trataba de un prófugo como los otros pero, que habiendo sido abandonados por el “coyote”, había tenido el valor de ponerse a conducir la barca a pesar de su inexperiencia, con tal de salvarse a sí mismo y a los demás. Lamentablemente no le habían creído. Haciéndome cargo del sufrimiento de este joven, me propuse demostrar su inocencia más allá del hecho de que por indigencia no me habría podido pagar. Cierto, habría podido aprovechar el patrocinio del Estado, el cual no siempre hace los pagos o, si los hace, no son adecuados. Pero él era mi hermano. Durante el proceso hice todo lo que estaba a mi alcance para defenderlo. Hasta lograr que fuera absuelto. (S. –Italia) La “conjura” «Como otros veces, papá había tomado más de lo debido y había tensión en casa. Como nadie hablaba, me animé, y mirándolo a los ojos, le expresé el dolor y la inestabilidad que nos provocaba su debilidad. Después de mí, también mis hermanos intervinieron. Las cosas cambiaron; en la familia nació una especie de conjura y ahora papá hace todo lo posible para mantener su propósito de no beber. Hacer como si nada no era una solución: para ayudarlo fue necesario decirle, por amor, la verdad. Y juntos lo logramos». (N.N. – América del Sur) Reconocer un hijo Entre más tiempo pasa más crece mi agradecimiento hacia mi mamá. Después de que papá nos abandonó, ella siguió trabajando duramente para que no nos faltara nada a nosotros, sus cuatro hijos. Un día fue al funeral de un cuñado y regresó a la casa con un niño de ocho meses en los brazos. Su hermana no estaba en condiciones de hacerse cargo. Así crecimos. Pienso que el bien que ahora anima a las familias de nosotros hijos es fruto de la grandeza de nuestra madre, que no pensó en sí misma sino que siempre se ha donado. (C. A. – Polonia)
Poner en práctica el amor
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