Óbidos, en la orilla izquierda del Río Amazonas, a casi 1.100 kilómetros (por río) de la capital. Belén, es una ciudad de casi 50 mil habitantes. Hay un único hospital, dirigido por los frailes Franciscanos de la Divina Providencia, absolutamente insuficiente para atender los casos más graves. Después de un llamado de la Conferencia Episcopal brasileña, un nutrido grupo de médicos, enfermeros y gente común, desde hace algunos años, durante las vacaciones, viaja para atender y estar cerca de la población, especialmente de las comunidades ribereñas. Es el conocido Proyecto Amazonas. Llegaron en julio a Óbidos. Los “misioneros” de este año, unas cuarenta personas procedentes de varias partes de Brasil, después de una preparación de varios meses y el envío – por vía aérea y fluvial- de 15 containers con medicinas, material odontológico y juguetes, recogidos durante el reciente Run4Unity de Belén. Allí encontraron la colaboración y la hospitalidad de las familias del lugar. Empezando por el intendente, quien alojó a cuatro personas, puso a disposición un barco y un ómnibus con el cual dirigirse tanto a las comunidades del interior como a las “ribeirinhas” (son tres comunidades que no reciben nunca atención médica y casi nunca van a la ciudad) y contrató a una cocinera para los días de permanencia en el lugar. La primera comunidad que encontraron (2000 personas) vive en un área al lado de un “lixao” (basural). Allí el grupo se quedó durante tres días. Mucho más que los números (8 días, 611 consultas médicas y 221 consultas odontológicas) hablan los comentarios de los protagonistas, los médicos y la gente del lugar. Una señora, que fue atendida por un fuerte dolor de cabeza volvió los días siguientes para respirar una atmósfera que ella definió como “de paraíso”. Al final de la consulta el dolor de cabeza había casi desaparecido. Eliane vino desde de San Pablo: «Antes de venir me informé en internet. Pero aquí viví algo muy distinto, una lección que llevaré conmigo para toda la vida. Después del trauma vivido –se refería a la reciente pérdida de su esposo- pensaba que sería indiferente a cualquier otro dolor. Sin embargo ahora tengo muchas ideas y un ¡gran deseo de ayudar!”, Tiago es un joven de Óbidos que por segunda vez participa en el Proyecto. No podía comprarse un par de lentes, por lo cual se organizó una colecta: «Viendo tanta generosidad siento el deseo de ¡hacer algo también yo!» Ana Carla (médico) dijo: «Me di cuenta de que nuestra situación ¡no es la peor! Escuchar que varias madres cuentan que sus hijos nunca fueron atendidos por un médico me hizo pensar: tal vez no logro resolver el problema, pero puedo amar, escuchar, dar alivio, una medicina. Es ya algo. No estoy cansada, mi cansancio se produce al preguntar “¿Qué come tu hijo? Y escuchar que me responden: “harina”». Amanda es estudiante de medicina: «Ahora veo la medicina con una mirada distinta: primero está el enfermo y no simplemente su enfermedad. No se puede permanecer tranquilos solo recetando una medicina; debemos curar a la persona». Ereh es un joven de Óbidos: «Para nosotros es difícil vivir en esta situación. Mateus y yo hacemos voluntariado con los niños». Solange (Belén) dijo: «Cuando escuché hablar del Proyecto, me resultó interesante y pedí a mi familia que me permitieran participar. Recibí solo críticas, pero cuando llegué allí encontré un ambiente de familia que no me esperaba. Ver a los jóvenes, que en el mes de julio, renuncian a las vacaciones me sorprendió». También Marcos es estudiante de medicina: «Me encontré ante la imposibilidad de resolver situaciones graves. No tenía los elementos para curar sino solamente para aliviar. Debemos tener el coraje de ensuciarnos las manos y ayudar a los jóvenes que están encerrados dentro de sus ciudades. No sólo la droga atormenta, sino también otros vicios como permanecer encerrados en sí mismos, en el propio egoísmo»- Víctor (Santarém): «Agradezco en nombre del Amazonas a todos ustedes que dejaron su zona para venir a nuestra periferia». El Proyecto continúa ahora con la difusión y colecta de materiales útiles y dinero, para que el próximo año se pueda trabajar más y mejor.
Poner en práctica el amor
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