Cuando la furia de Harvey parece atenuarse y se llora por las víctimas cuyo número crece casi de momento a momento, comienza a ser más claro el trágico balance de la devastación dejada por el huracán, con una creciente preocupación por el riesgo de las aguas contaminadas, en particular en Houston, sede de centenares de grandes e importantes establecimientos químicos y petrolíferos. Una mezcla de pesticidas, desagües y solventes que pueden causar posteriores y serios daños a la salud del hombre y del ambiente, después del paso de Harvey. Es muy actual la solicitud coral de una mayor atención y “cuidado de la Creación”, del pasado 1º de septiembre, justo cuando están emergiendo, del agua que se retira, también las responsabilidades de los hombres. Reflexionamos no solamente sobre la potencia incontrolable de la naturaleza, sino también sobre las responsabilidades en el uso de los bienes de la Tierra. Con respecto al riesgo de contaminación, se calcula que millares de personas, en los 38 condados de Texas (USA) azotados por el huracán Harvey, poseen fuentes privadas de agua, que no están sometidas a los mismos controles de la red hídrica pública y por lo tanto son potencialmente de riesgo. «Es el momento de reflexionar sobre el terrible poder de la naturaleza y sobre nuestra responsabilidad humana de ser buenos y sabios administradores del ambiente» escribe el Patriarca Ecuménico Bartolomé, conocido por su compromiso en favor del medio ambiente. «Estamos todos llamados a participar en la redención y en la gestión de nuestro mundo, trabajando para marginar la fuerza destructiva de este tipo de huracanes con una mejor planificación ambiental; o comprometiéndonos con mayor seriedad en combatir el grave problema del cambio climático y del modo en que interfiere con nuestro planeta; o aún más, a descender personalmente al sector afectado con proyectos de caridad que puedan ayudar a sostener a aquéllas personas cuya vida cambió tan drásticamente por causa de las transformaciones del clima en un abrir y cerrar de ojos». El Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé- en el comunicado conjunto con ocasión de la Jornada de oración- afirmaron: «Nos dirigimos a todos los que ocupan una posición relevante en el ámbito social, económico, político y cultural; hacemos un llamado urgente a (…) apoyar un consentimiento global para que se resane la Creación herida. Estamos convencidos de que no puede darse una solución genuina y duradera al desafío de la crisis ecológica y de los cambios climáticos si no se produce una respuesta concertada y colectiva, sin una responsabilidad compartida que esté en grado de dar cuentas de todo lo que se ha realizado, sin dar prioridad a la solidaridad y al servicio» Mientras tanto llegan noticias de la comunidad de los Focolares de Houston. Joelma, Carmina, Chiara y Kate nos escriben: «Gracias por las oraciones, por la cercanía y los numerosos mensajes que nos llegaron. Toda nuestra comunidad en Houston está a salvo. Algunos tuvieron que dejar sus casas, otros tienen su casa inundada pero no se vieron obligados a evacuar. Están en lugares seguros. La parte del barrio donde está la casa de los Focolares está ubicada en una zona alta, de modo que permanece bastante seca, pero se convirtió en una especie de isla pues las áreas circundantes están inundadas. Fue una experiencia muy dura seguir, desde una casa segura y seca, la inundación de las zonas de más abajo, sabiendo que muchas personas de alrededor estaban en peligro de vida. Lamentablemente supimos recientemente que los familiares de algunas personas de nuestra comunidad fallecieron, en Corpus Christi (la primera ciudad tejana que sufrió la fuerza del huracán). Se trata de una familia de seis personas que murió tratando de escapar del agua. Estamos tratando de comprender cuál es el modo más apropiado para ayudar en este momento, también porque conducir el auto es todavía muy peligroso. Mientras tanto, dos enfermeras de nuestra comunidad, Marga y Augie, están trabajando sin pausa, en sus hospitales, por causa de la ausencia del personal. Un joven pudo moverse en canoa y, junto a otros voluntarios y a una pareja, logró dar auxilio a otros, remando por el barrio»
Poner en práctica el amor
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