Mientras en Europa las Mariápolis han concluido, en Honduras y en otras partes del mundo continúan con el mismo desafío: construir, durante algunos días, la ciudad de María, donde reina el amor recíproco entre sus participantes.
A unos 30 minutos hacia al Norte de Tegucigalpa (Honduras), en medio de pinos y una hermosa naturaleza, durante la Mariápolis del 20 al 22 de septiembre pasado, hemos experimentado un pedacito de cielo.
De diferentes regiones y ambientes nos hemos reunido en una atmosfera de familia. Niños, jóvenes y adultos, todos creando un clima que contagiaba a quien llegaba.
El lema “El que está a mi lado es otro yo”, fue puesto en práctica desde antes de llegar, creciendo juntos en esta actitud hacia cada uno.
Muy importante el momento de reconciliación, durante la Misa, acompañado por la canción del Gen Verde “Tiempo de recomenzar”: un momento de reflexión, un fuerte testimonio de vida de una madre sobre el perdón hacia el asesino de su hijo, y como detuvo con firmeza a sus familiares que estaban por cobrar venganza.
Las experiencias de los presos de la cárcel de Puerto Cortés, otros testimonios que demostraron que el ideal de la unidad penetra por doquier. Algunos de los participantes quisieron escribir a estos hermanos privados de libertad.
“Construir la ciudad de María” significaba para cada uno ir más allá de las dificultades, apuntando al amor reciproco evangélico. Como resultado, muchos pudieron sentir el clima de sencillez generado, donde parecía que nos conocíamos desde siempre. Alguien comentaba: “Me ha gustado el hecho de que las experiencias las contara gente común, como nosotros”.
Y todo matizado con juegos, canciones, reflexiones, paseos en medio de la naturaleza, una bella capilla campestre que invitaba al recogimiento…
Ahora el desafío comienza: construir el mismo clima de familia y de recíproco amor experimentados en aquellos días, cada uno en el propio ambiente. La posibilidad de hacerlo realidad está en nuestras manos.
La comunidad de Honduras
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