Queridísimas y queridísimos,
(…) Viajando por el mundo he conocido los jóvenes de ayer y de hoy; he visto transformarse las condiciones sociales en las que se vive; he visto como se desmoronan tantas seguridades; he visto el sufrimiento de no encontrar trabajo, de no tener ni lugares ni momentos de encuentro sino es en el vacío ruido de una discoteca o en el rumor de las locas carreras en moto… Todo en rápida evolución, en continuo cambio, de modo que parece imposible aferrarse a un asidero que no ceda, o subir una grada sin que se tambalee. He visto crecer una generación que tiene miedo. Miedo de ilusionarse y de ser desilusionada, miedo de dar algo de sí y quedar con las manos vacías; miedo de encontrarse sola aun en medio de una multitud. Pero he encontrado también a muchos jóvenes, entre los cuales están también ustedes que, a pesar de todo, saben que para construir un mundo más unido, son necesarios sobre todo los cambios personales, y por lo tanto elecciones radicales. Y les hacen (…)
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