Movimiento de los Focolares

Dios es Amor, ¿también en la enfermedad?

Sep 18, 2012

El testimonio de un joven cristiano egipcio contado a los 12.000 jóvenes reunidos en el Genfest 2012 de Budapest. Creer en el amor de Dios incluso cuando el dolor golpea fuerte en la familia y en la vida.

Me llamo Magued, y crecí en una familia cristiana. Cuando tenía tres años, a mi mamá se le diagnosticó una Esclerosis Múltiple.  Esta enfermedad ha ido evolucionando hasta provocarle parálisis y ceguera. Junto con mi papá, mi hermano y mi hermana aprendimos a ayudarla. Soñaba que mi mamá fuera sana como las madres de mis amigos, que pudiese venir a buscarme a la salida de la escuela  o que me preparase el desayuno, …pero con el tiempo entendí que ese era un sueño imposible.

Con mis hermanos aprendimos a aceptar esta situación viendo en esto la voluntad de Dios y  a creer que todo contribuye al bien cuando uno  ama a Dios. Y esto nos ha unido más entre nosotros sintiendo que Su gracia  nos acompañaba siempre.

Seis años después descubrimos que mi hermana tenía un tumor. En ese momento  caí en una crisis,  no lograba aceptar que también mi hermana estuviera enferma, entonces le pedí a Dios que me pusiera a mi en el lugar de ella, pues pensaba  que yo lo habría soportado mejor. Con el tiempo, acepté también la enfermedad de mi hermana que a pesar del tratamiento no sanaba.

Hace cuatro años, mi mamá se fue al cielo, en ese momento sentí un dolor enorme y un gran vacío en mi vida. Era como si un pedazo de mi corazón se hubiera separado y se hubiera ido con ella. Además, hace dos años, al hacerme algunos estudios por una molestia en un ojo, descubrí que tenia su misma enfermedad. De improviso, ¡todo se derrumbó! Apenas había terminado la universidad y creía tener un futuro amplio por delante…  Me angustiaba pensar que un día me despertaría paralizado o habiendo perdido la vista, como mi mamá. Sentí el empuje a realizar todo tipo de experiencia,  incluso las malas, ya que después  no habría podido hacer más nada… Pronto  comprendí que lo que me hacía feliz era vivir cada día como si fuera el último, con una profunda relación con Dios.

Así que empecé con un nuevo trabajo, y conocí a una chica, un ángel, dispuesta a sobre llevar conmigo todas las dificultades que podría encontrar en el futuro.

Muchos de mis amigos dicen que rezan por mí, para que me cure, pero yo les respondo que también yo rezo por ellos, porque cada uno de nosotros está enfermo de algo.

Una tarde hace algunos meses, mi hermana me llamó, yo estaba fuera de casa con unos amigos,  y me pidió que fuera a verla porque se sentía mal. Regresé y me senté a su lado y empezamos a rezar juntos aunque no estábamos acostumbrados a hacerlo. Era como si una voz me dijera: “Reza con ella Magued”. Después de un rato se sintió aún peor, y apoyando su cabeza sobre mí, se murió.

En estos últimos meses, de vez en cuando he tenido recaídas. No podía mantener agarrada una birome,  o perdía la sensibilidad en el brazo y por un periodo no veía bien, situación que me creaba  problemas en el trabajo. En esos momentos me acuerdo de mi mamá y de mi hermana que a pesar del dolor, tenían sus ojos llenos de alegría y de paz. Es como si me dijeran: “No tengas miedo, sigue creyendo en el Amor de Dios y da testimonio de ello con tu vida”.

(M.G. Egipto )

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