“El Village St Joseph (en el norte de Nantes, Francia) abre sus puertas a todos los que necesitan tomarse una pausa…. A las personas que sufren de soledad, a las familias, a los excluidos, los olvidados, o heridos por la vida… Sabemos que nuestra pobreza puede asumir formas distintas: físicas, financieras, espirituales, psicológicas, culturales…” Así se presenta este original lugar de Francia en su sitio online. El pueblo fue elegido para desarrollar, en el transcurso del mes de julio, una semana de talleres organizados por los empresarios franceses que adhieren a la Economía de comunión.
El título del taller era “Crear empresas de Economía de comunión”. Chantal y José Grevin cuentan que: “Fueron días intensos en los que trabajamos sobre algunos proyectos para crear en el pueblo empresas según el espíritu de EdC. Comenzamos por actividades ya existentes: pequeñas fábricas de mosaicos, elaboración de productos para jardinería”.
Nuestro equipo estaba compuesto por los jóvenes que participaban en el taller y por algunos residentes del lugar. Durante toda la semana trabajamos acompasándonos totalmente a los ritmos de la vida cotidiana del pueblo: había momentos de oración, comidas en común, tertulias en las que se contaban experiencias.
Los residentes del pueblo son personas con heridas espirituales. Se trata de personas que han sido dependientes del alcohol o de la droga, algunos de ellos han vivido en la calle. Ahora están reconstruyendo su vida, gracias al espíritu de fraternidad que se respira en St Joseph y a la vida de oración conjunta que marca el ritmo de la jornada. También los jóvenes que vinieron para el taller sufren por lo que viven en sus empresas. Todos experimentamos una fuerte comunión que nos ha colmado.
El taller nos hizo descubrir algunos aspectos esenciales de la EdC sobre los pobres y la necesaria relación de comunión entre empresarios y ellos. Como ejemplo resumimos algunos puntos:
– El trabajo es indispensable para encaminar la vida de cada uno en vista de la propia curación y para re encontrar la propia dignidad.
– Para muchos residentes, la palabra empresa es sinónimo de sufrimiento. La sociedad, lamentablemente, los ha dañado; por consiguiente se sienten excluidos y experimentan repulsión y rechazo.
-Ellos consideran la EdC como un proyecto atractivo que los reconcilia con el mundo del trabajo.
– En las nuevas empresas que se organicen, el trabajo de cada uno será considerado con el mismo valor, porque cada uno se esfuerza por dar su propia contribución. Y así la comunión fraterna entre todos será algo real.
La EdC, por lo tanto, no se puede apoyar sólo sobre los empresarios con una visión nueva de la economía, sino también en los “pobres” que tienen la misma forma de concebir las relaciones de trabajo.
En Ville St. Joseph hemos encontrado este tipo de “pobres”, renovados y salvados por la vida del Evangelio. Algunos de ellos se sienten fuertemente atraídos por los valores que propone la EdC también a los empresarios, y a pesar de que ellos no desean ser empresarios ven en la Economía de comunión una posibilidad para reingresar en el sistema económico que los descartó.
La colectividad de este pueblo participa plenamente en el proyecto de EdC, no tanto por el hecho de compartir las utilidades, sino porque ponen en evidencia “la riqueza” de los pobres: el estilo de vida sobrio, la calidad de las relaciones fraternas, el perdón, la confianza en la Providencia, la misma dignidad del aporte de cada uno.
Fuente: EdC online
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