Todavía están impresas en la memoria las trágicas imágenes del tifón Haiyan o Yolanda (“pájaro de las tempestades”) que se desencadenó en algunos países del Pacífico, especialmente en Filipinas, en noviembre de 2013. Fue uno de los ciclones tropicales más fuertes que se hayan registrado en todo el mundo. Países y organizaciones de solidaridad se movilizaron para hacer llegar ayuda a las víctimas del desastre.
También las comunidades de los Focolares, especialmente las de los países cercanos, dieron su aporte. Como desde el inmenso archipiélago que compone Indonesia (245 millones de habitantes), un país que ciertamente no nada en la abundancia. En la ciudad de Yogyakarta, en la Isla de Java, jóvenes y adultos del Movimiento pusieron manos a la obra. No tenían dinero, sin embargo –se dijeron- “siempre hay algo que se puede dar”. Así organizaron una gran colecta de bienes que “estaban de más” en sus casas, para preparar un “Bazar”. “Se constituyó un comité para coordinar el trabajo –cuentan-. El centro de los Focolares se convirtió en punto de acopio de las donaciones, por lo que había un ir y venir de personas que seleccionaban las piezas y las agrupaban por categorías, con mucho entusiasmo y alegría.
La fecha del Bazar se fijó para el 3 y 4 de marzo, en una parroquia a 20 km de Yogyakarta. Pero en el ínterin ocurrieron las erupciones de los volcanes Sinabung y Kelud, “y las víctimas eran nuestros compatriotas –recuerda Tegar-. Nos preguntamos si la gente iba a apoyar nuestra iniciativa por víctimas más lejanas, en Filipinas”.
No nos desanimamos, y sin dejar de lado la nueva emergencia, proseguimos en el intento de ayudar a estos hermanos todavía más necesitados. “Fui elegida como coordinadora del evento –recuerda Endang-. Habiendo sido yo misma víctima de un terremoto anterior, sabía lo que significaba y cuánta tristeza se siente. Por eso me comprometí y aunque no tenía dinero, doné mi tiempo y mis energías. Pocos días antes del “Bazar”, durante un encuentro comprendí lo que significa esa frase que a menudo se escucha decir en el Movimiento de los Focolares, que cuando nos reunimos en el nombre de Jesús, Él está presente entre nosotros. De hecho experimentamos que poniéndonos juntos y trabajando en Su nombre, Él optimiza nuestro trabajo.
También para William “fue una experiencia increíble. Me comprometí de lleno en la actividad. Invitamos sobre todo a la gente de la aldea que venía a las Misas el sábado y el domingo. Éramos unos veinte al servicio de la gente. Alguno orientaba a las personas, otro atendía a los ‘clientes’ conforme venían a ver y a ‘comprar’. ¡Estaba quién proveía a nuestra merienda! Fue una experiencia bellísima: experimentamos que cuando se ama a los demás Dios nos da la felicidad en lo hondo del corazón.
En total recogimos Rupiah 5,115,700.00 (US$ 452), una suma considerable si se tiene en cuenta que alrededor de la mitad de la población vive con dos dólares al día. “Pero la alegría de todos no era sólo porque recogimos una buena suma –precisa William- sino por el amor y el aporte que cada uno pudo dar para las víctimas de Haiyan”.
“Creo que a través de este ‘Bazar’ –concluye Wulan – donamos un poco de felicidad no sólo a las personas que recibieron el dinero sino también a quienes contribuyeron con su ‘compras’. Estoy seguro de que el amor no termina aquí sino que se ha expandido a otros lugares”.
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