«Por la avenida Gocciadoro, Chiara me señalaba las estrellas. No recuerdo sus palabras. Pensándolo bien, me pareció que era más bien el ansia de salir de nuestro pequeño mundo para recorrer un mundo más vasto». Así escribe Giosi Guella refiriéndose a sus primeros encuentros con Chiara Lubich en la primavera de 1944 en Trento. La avenida Gocciadoro era donde vivía Chiara con su familia antes del bombardeo del 13 de mayo de 1944, que dejó su casa inhabitable, y así se llamaba también el bosque (ahora parque de la ciudad) que entonces estaba al lado de la capital trentina, y que permanece como un símbolo del Movimiento de los Focolares en su ciudad de origen. Viene de allí el título del relato de su vida junto a la fundadora de los Focolares. Compartió con ella momentos de luz y de prueba que acompañaron el nacimiento y el desarrollo de esta nueva realidad en la Iglesia. En el primer grupo que se unió a Chiara Lubich, Giosi Guella se destacaba por su aguda esencialidad, franqueza y su forma de ser tan concreta. Ya en el otoño de 1944, compartía con Chiara el pequeño apartamento de la plaza Cappuccini 2, en Trento. Empezó en ese modo a tomar forma la primera célula de lo que sería el Movimiento de los Focolares. Por los tanto Giosi vivió, acogió y alivió sufrimientos, ofreció consejos oportunos, ayudando a encontrar casa, trabajo, confianza. De esta forma le dio impulso a la consolidación de muchas comunidades de los Focolares, actuando en modo tal que todos pudieran compartir dolores y alegrías, conquistas y derrotas, ofreciendo inesperados recursos para responder a las urgentes solicitudes de ayuda. Todo contribuía al “capital de Dios” que se iba formando, compuesto por bienes, pero también por necesidades, de los cuales desde entonces fue una administradora prudente y al mismo tiempo generosa. Por su atención constante hacia los últimos, le resultó natural organizar, a partir de 1948, la comunión de bienes del primer grupo trentino. Se trata de una praxis que después se difundió en el Movimiento en todo el mundo, que se inspira en la vida de la primera comunidad cristiana, donde se ponían en común los propios bienes, para que no hubiese ningún indigente. Más adelante, conforme se fue difundiendo el Movimiento en varios países y se hicieron necesarias acciones sociales de distinto tipo, siguió custodiando su desarrollo. Después tuvo la posibilidad de acompañar los primeros pasos del proyecto por una “Economía de Comunión”, lanzado por Chiara Lubich en Brasil en 1991. Veinte años después de su muerte, se publica su biografía, ciertamente no es exhaustiva. Está basada en sus pocos escritos y discursos grabados. De hecho ella no acostumbraba escribir, prefería “actuar”. Por lo tanto son aún más preciosas esas páginas, de una extraordinaria franqueza y desconcertante simplicidad. Me basé en esos escritos, que están en el límite entre la crónica y la historia, dejándole a ella la palabra en la medida de lo posible. Y cuando se interrumpía la narración, pude recoger algunas entrevistas de quienes compartieron con ella algunos trechos del camino de una Obra de Dios que, “escrita en el cielo”, se fue desplegando en la tierra a lo largo de caminos misteriosos y todavía inexplorados. Sus testimonios me han permitido trazar algunos pasajes de esta vida sencilla, “demasiado sencilla”, y al mismo tiempo fuertemente entretejida con la de los Focolares, a cuya construcción Giosi se donó totalmente con su inconfundible característica. Caterina Ruggiu A lo largo de la avenida Gocciadoro, Editorial Città Nuova
Poner en práctica el amor
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