“A menudo el Señor revela la mejor solución al más joven”. Son las palabras de San Benito, contenidas en la “Regla”. Las mismas palabras que retomó el Papa Francisco, con ocasión del anuncio de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos del 3 al 28 de octubre, que acaba de concluir. El Sínodo ha sido el momento final de un camino largo y articulado, precedido por la elaboración de un Documento preparatorio (enero de 2017), por un Cuestionario en varios idiomas y por una Reunión pre-sinodal (marzo de 2018) con la participación de alrededor de trescientos jóvenes, y otros miles a través de las redes sociales. Ha sido un camino de escucha, diálogo abierto y sincero “con” y “acerca de” las nuevas generaciones. Un dato: sólo de Uganda llegaron 16 mil respuestas a los cuestionarios. En línea con las anteriores Asambleas, el Sínodo tuvo un hilo conductor: la renovación de la Iglesia y de la sociedad a partir – como explicó el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, en la conferencia de prensa inaugural – de sus cimientos: “la familia y los jóvenes, que garantizan las generaciones futuras”. «La juventud no dura toda la vida – afirmó Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización – la juventud física termina llegado un momento. Pero lo que queda es haberla vivido intensamente. La cosa más importante es dar sentido al gran don de la vida que ha sido colocada en nuestras manos». Una solemne celebración y la publicación de un Documento final concluyeron, el domingo pasado, la Asamblea. Más de 250 son los Padres sinodales que participaron en ella, dos de ellos provenientes por primera vez de China continental. Unos cuarenta fueron los jóvenes por debajo de los 30 años, como oyentes. Una presencia significativa, exuberante y a veces bulliciosa, siempre activa en los canales digitales con la publicación de posts y selfies con el Papa o con los Padres, en encuentros informales en los corredores, en los momentos de distensión o en los lugares oficiales como eran los círculos menores. Estuvieron siempre disponibles a un intercambio entre iguales, y a ofrecer un aporte, hecho de críticas constructivas y propuestas concretas. No tenían temor de los títulos altisonantes o de los cabellos canosos, y hacían propia la invitación del Papa a «aferrarse a la barca de la Iglesia que, aun entre las tempestades despiadadas del mundo, sigue ofreciendo a todos refugio y hospitalidad». Vale la pena, dijo, «poneos a la escucha los unos de los otros». «Un Sínodo con un significado muy especial – afirmó el Cardenal Reinhard Marx, Arzobispo de München und Freising, presidente de la Conferencia Episcopal alemana, en uno de los tantos briefings con los periodistas – un lugar de aprendizaje respecto de la juventud», que los padres sinodales quisieron sondear en todos sus aspectos, gracias al aporte de los directos interesados. Relación entre mundo virtual y real, migración, rol de la escuela y de la universidad, vida en las parroquias y formación de los catequistas, relaciones y amistades son sólo algunos de los temas tratados. «Se habló también de la pastoral digital, de cómo la Iglesia puede encontrarse en el mundo de las redes», dijo Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio para la Comunicación. «Tenemos los mismos problemas – destacó Monseñor Andrew Nkea Fuanya, Obispo de Mamfe en Camerún – pero los afrontamos desde puntos de vista diferentes. Las Iglesias en Camerún están llenas, pero los jóvenes no están contentos por los tantos problemas que se viven en África. ¿Cómo ayudarlos? Todos estamos buscando la misma solución». «Un Sínodo sobre los jóvenes con los jóvenes – afirmó por los micrófonos de Vatican News Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo de Minsk-Mohilev y presidente de la Conferencia Episcopal de Bielorrusia – que lo hace ser particularmente dinámico, porque los jóvenes están siempre en camino». «Vivo la sorpresa de la cercanía en los temas que se afrontan, en los desafíos de la Iglesia de hoy aun en la diversidad de las situaciones» afirmó el Pastor Marco Fornerone, de la Iglesia Evangélica de Roma, presente en calidad de delegado fraterno (eran ocho en total). Durante la Asamblea, el 6 de octubre, se llevó a cabo un encuentro particular entre los jóvenes, el Papa y los Padres sinodales, en el marco del Aula Paulo VI, cuyo título era “Nosotros para. Únicos, solidarios, creativos”. El hilo conductor eran tres temas: la búsqueda de la propia identidad, las relaciones y la vida como servicio y donación. Fueron muchos los testimonios de vida, sobre el estudio y el trabajo, y sobre las dificultades en el momento de hacer opciones para el futuro; hubo también intervalos musicales y artísticos. Al final, terminando el Sínodo, un último regalo del Papa a los jóvenes participantes, el volumen “Docat” (Ediciones San Pablo), con un compendio de la doctrina social de la Iglesia, desde la “Rerum Novarum” de León XIII (1891) hasta los últimos textos de Francisco. Un manual, estructurado en preguntas y respuestas sobre el rol del hombre en la Iglesia y en la sociedad, que será una guía para el camino que ahora se abre. Chiara Favotti
Poner en práctica el amor
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