«Domingo 20 de agosto de 2017, a las 5.00 horas. Desde lejos escucho el llamado del muecín a la oración. El termómetro ya marca los 30º. Me encuentro en una minúscula casita de madera en la pequeña Aldea de la paz en Escútari, Albania. La Iglesia Católica la construyó a finales de 1999, durante la segunda guerra balcánica, para los refugiados. Ahora acoge nuestra escuela go4peace». Así empieza el relato-diario de Meinolf Wacker, un joven sacerdote alemán, quien, juntos con otros sacerdotes del Movimiento de los Focolares, desde hace más de 20 años, trabaja en los Balcanes – tierra asolada por guerras y fragmentaciones – para organizar “escuelas de paz” para centenares de jóvenes. El primer pensamiento de la mañana se dirige a la velada que se concluyó unas horas antes y al gran concierto ofrecido por los jóvenes en la plaza de la catedral de Escútari. En la conclusión Mark, que proviene de Irlanda, se hizo portavoz de su llamado: “Estamos aquí del Norte y el Sur, de Occidente y del Este de Europa. La paz es una meta para alcanzar, tenemos que ver en el otro a un hermano o una hermana. Si nos amamos, entonces el fruto será la paz. Se requiere pasión, paciencia y tenacidad. Queremos llegar a ser una generación rica de pasión por la paz”. Los miembros de la banda que se exhibió la noche anterior y que procedían de Albania, Camerún, Eslovenia, España y Alemania, llegaron después de haber superado un sinnúmero de peripecias. Los alemanes, por ejemplo, una vez que llegaron a Sarajevo, atravesaron las regiones montañosas de Montenegro en un microbús alquilado, haciendo casi 40 horas de viaje. Al llegar, no tuvieron ni el tiempo de tomar aliento que en seguida se repartieron en pequeños grupos para conocerse. Cada día tenían una frase para vivir. “¡No dejes de dar!”, por ejemplo. Pero también una mirada a la naturaleza podía inspirar un nuevo lema, como el hecho de ver una vaca acostada en el prado que se toma todo su tiempo para rumear. En un mundo lleno de frenesí es necesario detenerse de vez en cuando y “rumear” interiormente lo que Dios nos ha sugerido. «Al inicio de la escuela – escribe Meinolf – nos detuvimos en el famoso Puente del Medio, en la ciudad de Mes. Unidos, tomados de la mano, todos los participantes, musulmanes, evangélicos, católicos o de otras visiones del mundo, nos confiamos al misterio de Dios, en silencio. Durante la semana se llevaron a cabo 31 talleres que les dieron a los jóvenes la oportunidad de entrar en contacto con la gente del lugar. Cada día, más de cien niños nos esperaban en Fermentim, en la periferia de Escútari, donde trabaja de manera estable una comunidad de religiosas». Ahí los muchachos produjeron llaveros y trabajaron para pintar y pavimentar el preescolar y la casa de una familia. «Otras etapas fueron el Museo de la Catedral de San Esteban, en Escútari, donde se recuerdan los 38 mártires asesinados por el régimen comunista de 1945 a 1974, el Museo de la memoria con los horrores cometidos en esos años, y la visita a una mezquita. En un taller interreligioso se habló de las relaciones entre las religiones en los Balcanes. Además plantamos unos árboles, pintamos algunas casitas del pueblo y nos encontramos con los niños que están confiados a las religiosas de Madre Teresa. La jornada terminaba siempre con una alegre cena en el pueblo». «Junto con Christoph y Tobias de la agencia 18frames Film+Media Produktion de Hamburgo habíamos ideado la campaña “Yourope” con la intención de involucrar a los jóvenes europeos para que “den la cara” a fin de mostrar una Europa sin barreras. Un videoclip realizado durante el campamento, con nuestros rostros, delante de un fondo negro, terminaba con la invitación a compartir entre nosotros otros breves videos con la misma frase inicial: I show my face… Armela tomó un pequeño automóvil de mi auto – una alce – se lo puso en los hombros y se grabó: I show my face because I am from Albania, studying in Austria, sitting in a French car with a German driver and a young friend from Sweden. (“Yo doy mi cara porque soy de Albania, estudio en Austria, estoy en un carro Francés con un chofer Alemán y un joven amigo de Suecia”). En pocos días más de 50 mil personas habían visto el videoclip». Cuentan dos de los participantes: «Cuando, hace un año, supe que la escuela se llevaría a cabo en Escútari, era escéptica. Provengo de Albania y conozco la mentalidad de mi país. Durante la preparación ayudé como pude. Los dos primeros días fueron bien. Pero, cuando empezaron los talleres, reinaba una gran confusión. “¡Bienvenidos al caos!” pensé. Sin embargo después todo funcionó diversamente de cómo había imaginado. En ocasión del concierto final tenía que explicar la campaña “Yourope”. ¡En los ojos del público se veía una alegría verdadera! ¡El amor fue más fuerte que los obstáculos!». «Las misas de la noche no eran ritos vacíos, sino fe vivida, profunda, que me impactó. Las explicaciones sobre el sentido del dolor y el encuentro con Jesús en el sufrimiento me dieron mucho, y todavía, después de tanto tiempo, sigo ‘rumeándolas’». Mira el Videoclip
Poner en práctica el amor
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