Si existe una característica indiscutible de los jóvenes australianos, ésta es su espontaneidad. Esta espontaneidad lleva a los representantes de las nuevas generaciones presentes en el meeting de los Focolares de Melbourne, en la visita de Maria Voce y Giancarlo Faletti, a recibir a los dos huéspedes rodeándolos en un círculo en que bailan al ritmo de su música. Había dos sillas sobre la moquette, en el centro de una circunferencia imaginaria, y nada más. Ellos tenían ganas de moverse, y sobretodo de comunicar. Los jóvenes estaban vestidos con T-shirts o remeras (a pesar del frío “veraniego”), son negros o coloradísimos, con los cortes de pelo más originales, piercing, tatuajes y descalzos.
Y luego cuentan el relato de sus altos y bajos, experiencias lindas y no tan lindas, la búsqueda de la felicidad y de una vida que se pueda vivir entre amistades que decepcionan y otras que llenan el corazón. Del mismo modo se dirigen a los huéspedes con sus preguntas sinceras y comprometedoras sobre el significado del dolor, la necesidad de no perder el contacto con aquellos que tratan de vivir el mismo ideal y la diversidad de opiniones con los adultos.
Hay una pregunta que parece que expresa el fondo de todas las otras preguntas: ¿cómo lograr escuchar la voz de Jesús? Explica María Voce: “No sé lo que Jesús les dice, pero les puedo asegurar que escuchar su voz es lo más inteligente que pueden hacer” Aplausos. “Jesús –continúa- quiere grandes cosas para nosotros. En la creación, Dios dijo una Palabra y te creó. Podría hacerlo también ahora, pero quiso bajar con Su Hijo a la Tierra para que todos colaboremos con Él. Y es así que Jesús habla con cada uno de nosotros. Pero su voz es sutil y muchos rumores la tapan, rumores que nos destruyen y nos dejan inertes”.
“Aquí está el camino justo: Si nosotros amamos, el amor se convierte en el altoparlante de esta voz. Cuanto más amamos, con mayor claridad sentimos su voz. Tal vez parecerá una voz que pide cosas demasiado grandes, pero tenemos que tener el coraje, y él mismo nos ayudará a realizar lo que nos pide. Al final nuestra vida será maravillosa”
Un joven le pregunta qué piensa ella cuando se encuentra con los jóvenes en sus viajes por el mundo, y ella responde que se siente inmensamente reconfortada, porque “en cada lugar donde hay jóvenes que viven el mismo ideal de Chiara Lubich, aunque aún no hayan expresado completamente su potencia, tienen siempre esa fuerza, esa esperanza y esa vida que antes o después estallará”
Y concluye: “Por lo tanto, ¡feliz Australia, feliz Nueva Zelanda, felices son las islas del Pacífico! Y ¿cómo hacer estallar esta potencia? By loving, amando harán cosas grandes. ¡Y nosotros les iremos atrás!”.
De Michele Zanzucchi, enviado.
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