Durante su desempeño como Presidente del Movimiento de los Focolares, de 2008 a 2021, María Voce tuvo la posibilidad de conocer y encontrarse personalmente varias veces con el Papa Ratzinger. En una entrevista nos contó de su relación con el Papa emérito y su impresión acerca del aporte del pontificado del Papa Benedicto a la Iglesia y el mundo. “Cuando me recibió en audiencia en su estudio, mi impresión fue la de que estaba entrando en una sala familiar, en donde era posible hablar y sentirse contenidos con amor y, diría más, con amorosa atención. Al mismo tiempo, con una distinguida fineza, tacto y delicadeza”. Cuando se supo la noticia del fallecimiento del Papa Benedicto XVI los recuerdos de María Voce, ex Presidente del Movimiento de los Focolares, se retrotraen enseguida a aquel 13 de abril de 2010, ocasión en la cual ella y el que era en ese momento el Copresidente de los Focolares, el presbítero Giacarlo Faletti, fueron recibidos por el Papa. “Habían pasado dos años de la muerte de nuestra fundadora, Chiara Lubich –continúa diciendo María Voce–. Junto con el Copresidente fuimos a depositar en las manos del Papa la vida del Movimiento. Y allí nos dimos cuenta de que él tenía presentes en su mente muchas cosas de nosotros. Le contamos del viaje a varios países asiáticos del que acabábamos de regresar. Nos manifestó su complacencia, particularmente por la etapa que habíamos hecho en China, porque ese país era una gran frontera para la Iglesia. Se alegró por lo que el Movimiento hacía para ayudar en el camino de reconciliación entre los Obispos chinos y el Papa. También nos dio su bendición y nos impulsó a seguir adelante en el camino de la santidad. Personalmente, me impresionó especialmente, como siempre, su fina cortesía, y al mismo tiempo el cálido y familiar recibimiento. Tenía una gran sentido de la armonía, quizás gracias a su amor por la música, que se manifestaba incluso en la decoración de su estudio: un lugar acogedor como una casa y sagrado como una iglesia”. ¿En qué otras ocasiones se encontró Ud., como Presidente de los Focolares, con el Papa Benedicto XVI? “En el año 2008 me recibió a mí y al Copresidente Faletti, días después de la Asamblea General de los Focolares durante la cual habíamos sido elegidos, la primera tras la muerte de nuestra fundadora. Después me invitó a mí –y tuve la ocasión de viajar en su mismo tren junto a numerosas personalidades– a la “Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo”, celebrada en Asís el 27 de octubre de 2011, a los 25 años de la primera jornada realizada por el Papa Juan Pablo II en 1986. Y, por último, participé en su última audiencia el 27 de febrero de 2013, tras el anuncio de su renuncia”. ¿Qué reflexión suscitó en Ud. esa decisión? “Cuando se dio cuenta de que ya no tenía fuerzas para desempeñar su tarea, tuvo la valentía de dejar el sitio a otros, que según su parecer tenían más vigor y posibilidades de trabajar mejor. Como dije en ese momento, fue una decisión que nos ofreció un fruto de su reflexión teológica y espiritual. Puso de relieve la primacía de Dios, el sentido de que la historia está conducida por él. Y nos encaminó a reconocer los signos de los tiempos y responder a ellos con el coraje de opciones sufridas, pero innovadoras. Con una clara nota de esperanza hacia “la certidumbre de que la Iglesia es de Cristo”. Pienso que no me equivoco si afirmo que la Iglesia que el Papa Benedicto ha tenido en su mente, incluso al tomar esa decisión, es una “Iglesia-Comunión”, fruto del Vaticano II, pero también que ve en perspectiva, “cada vez más expresión de la esencia de la Iglesia” como él mismo había destacado. Pero ese “cada vez más” nos dice que aún no la hemos realizado plenamente y nos invita, a cada uno de nosotros, a trabajar en esa dirección con una responsabilidad cada vez mayor”. Al día siguiente de su elección como Pontífice, Chiara Lubich había escrito: “Por el conocimiento directo que tengo de él, sabiendo que posee talentos especiales para acoger la luz del Espíritu, no dejará de sorprendernos y de superar toda previsión”. Para Ud. ¿cuál ha sido el aporte más significativo que el Papa Benedicto XVI ha dado a la Iglesia? ¿Qué le dice a la Iglesia de hoy y a la Iglesia que el Sínodo está preparando para el futuro? “El Papa Ratzinger supo captar la realidad de los Movimientos en la Iglesia como una “primavera del Espíritu”. Fue fundamental su discurso, cuando aún era Cardenal, al Congreso de los Movimientos antes del gran encuentro de Pentecostés de 1998 con el Papa Juan Pablo II. Hay un texto suyo de 1969, dentro de un ciclo de conferencias radiofónicas, que es impresionante si pensamos en los tiempos actuales; allí manifiesta su profunda espiritualidad y esencialidad y una perspectiva que siempre quedaría presente en su corazón durante todo su pontificado. De hecho, él afirmaba que para la Iglesia se estaban preparando tiempos muy difíciles, que su verdadera crisis acababa de comenzar y que debería enfrentar fuertes agitaciones. Sin embargo, el que en ese momento era el Cardenal Ratzinger decía que estaba seguro de lo que quedaría al final: no la Iglesia del culto político, sino la Iglesia de la fe. Ella dejará de ser la fuerza social dominante de la forma en que lo era hasta hace poco tiempo. Concluía diciendo que la Iglesia, por el contrario, conocería un nuevo florecimiento y se presentaría como la casa del hombre, allí donde éste podría encontrar vida y esperanza más allá de la muerte”.
Anna Lisa Innocenti
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