La salud como bien común y la sostenibilidad de los sistemas de asistencia son temas que los trabajadores en el área de la salud tratan a nivel planetario, especialmente con el progresivo crecimiento del promedio de vida y el aumento en las necesidades de atención médica. ¿Cómo ocuparse, de manera eficaz pero al mismo tiempo suficiente, de la persona enferma? Y también: ¿existe un nexo entre la espiritualidad y la salud global de la persona? Se habló de estos temas en el congreso organizado por Health Dialogue Culture, red internacional de profesionales de la salud, nacida en 2003 para colaborar, mediante un diálogo vital con la ciencia, al desarrollo de una cultura respetuosa de la vida, de la dignidad e integridad de cada persona, en una perspectiva de promoción de la salud, individual y social. Inspirada en el carisma de la unidad del Movimiento de los Focolares, Health Dialogue Culture, propone espacios de reflexión que están siempre unidos a la praxis, para sacar líneas de pensamiento, como contribución al debate sobre la necesidad de crear nuevos paradigmas de los sistemas de salud. El congreso se desarrolló en continuidad con otros eventos precedentes sobre el mismo tema, y en particular con el que se desarrolló en Padua (Italia) en 2013, que tuvo como título ¿Cuál medicina?: entre globalización, sostenibilidad y personalización de la atención, y con la Carta ética que resumió las conclusiones. Entre los nuevos paradigmas de atención de la persona enferma, está asumiendo un rol cada vez más estratégico, la dimensión relacional, o bien el conjunto de relaciones, en sus múltiples niveles (con los pacientes, entre los profesionales de la salud, con las instituciones) que giran en torno al tema de la atención. También, durante demasiado tiempo se ha ignorado la elaboración de modelos socio-asistenciales, la dimensión espiritual, pero allí donde se toma en cuenta, ejerce una influencia significativa en la calidad de vida y en los resultados de la atención. El congreso de San Pablo tuvo un programa articulado, con ponencias, laboratorios, talleres, comunión de experiencias y buenas prácticas, con un debate provechoso sobre nuevas metodologías para alcanzar la equidad y el acceso a los servicios sanitarios, a nivel local y global. «El verdadero desafío de este congreso – dicen los organizadores – fue la riqueza cultural y profesional gracias a la pluralidad de los disertantes y de los participantes (más de 270) y a su procedencia de países que tienen un estándar asistencial muy distinto, como Congo, Camerún, Noruega, Venezuela, Çhile, Paraguay, Uruguay, Benín, Amazonia, Brasil, República Dominicana, España, Reino Unido, Italia, Austria. Una especial atención se dirigió a los temas de la discapacidad, del envejecimiento, como también a las modalidades para enfrentar el dolor y el sufrimiento a través de cuidados paliativos y la formación de los trabajadores en el sector (el cuidado del cuidador) Durante el Congreso se activó un programa específico con sesiones interactivas para estudiantes y jóvenes profesionales del área biomédica. Un joven estudiante de medicina comentó en la conclusión de los trabajos: «Salgo de este congreso con un pensamiento sobre la medicina diferente, con ideas distintas que me convierten en una persona mejor y con la seguridad de que estas ideas me convertirán también en un profesional mejor». Un médico brasileño: «La ciencia no es fría ni distante. Hemos aprendido que se puede hacer ciencia sin olvidar la esencia que nos une: el amor» María Voce, presidente de los Focolares, envió a los participantes un mensaje con el augurio de que «vivan la profesión con un amor que genere la fraternidad, enfocados hacia el bien de la familia humana». Y recordó una frase de Chiara Lubich: «El equilibrio del amor está en amar la persona individualmente que está cerca nuestro y trabajar por toda la comunidad desde el rincón donde vivimos».
Poner en práctica el amor
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