«El 23 de febrero pasado – escriben los focolarinos – junto con una representación de la comunidad y con la presencia del arzobispo Mons. Wilson Tadeu Jönck, hicimos una sencilla y fraterna ceremonia para oficializar la mudanza del focolar masculino a la “favela” del Morro Mont Serrat, ubicada en la periferia de la ciudad.
El arzobispo bendijo el nuevo focolar y concelebró la misa en la capilla de la comunidad local con el Padre Vilson Groh, sacerdote voluntario del Movimiento, augurando que la vida de los focolarinos “sea un testimonio de santidad, así como Dios es santo”».
En los presentes se sentía la alegría de caminar junto con la Iglesia hoy, que a través del Papa Francisco “continúa invitándonos a ir al encuentro de la humanidad – dice Keles Lima – estando cerca de las personas, especialmente de los más pobres” ».
«Es precisamente el carisma de la unidad –afirma Lucival Silva – el que nos hace sentir la importancia de estar aquí para dar nuestra contribución, junto con todas las fuerzas que ya trabajan en la Iglesia local y en el Morro, tratando de ser constructores de “puentes” que unen a las personas de distintas clases sociales, separadas a menudo por las murallas de la indiferencia»..
Era contagiosa la alegría presente en los ojos de los focolarinos involucrados en esta aventura y también lo era la alegría de la comunidad local del Movimiento. Era como recuperar un trozo de historia de los Focolares, cuando Chiara Lubich con el primer grupo en Trento comenzó por los pobres, hasta comprender que «todas las personas son candidatas a la unidad».
El Padre Vilson Groh hace muchos años que vive y trabaja en el Morro, conduciendo una red de iniciativas en colaboración con la sociedad civil, la administración pública y el mundo empresarial. Son acciones que tienen como objetivo abrir nuevas perspectivas de vida a los jóvenes. Francisco Sebok trabaja con él en uno de estos proyectos en un barrio dominado por el tráfico de drogas. Fabrizio Lucisano ya desde hace tiempo que trabaja como médico de familia en el Morro y Keles comenzó a trabajar como maestro de la escuela primaria. Completan el equipo dos focolarinos casados Miguel Becker y Arion Góes.
La casa que alquilan es modesta, no desentona con las casas de alrededor. «Le gustó a todos –dice alegremente Francisco-; es cierto que con pocos medios logramos amueblarla con buen gusto. Por el momento tiene dos habitaciones, una sala, una cocina y un baño.
«Somos conscientes de que no resolveremos el problema social del Brasil ni el de una ciudad –afirma Lucival–,y ni siquiera el de esta favela; pero esta experiencia puede ser un gesto de nuestro Movimiento hacia la Iglesia y la sociedad, expresando que queremos caminar junto con todos, ricos y pobres, para contribuir a la realización del testamento de Jesús “que todos sean uno” ».
«En 1993 –recuerda Fabrizio–, Chiara Lubich dio al focolar masculino de Florianópolis el nombre de “Emmaus” y ella misma había escrito: “Donde Jesús estaba entre los discípulos, símbolo de Jesús en medio, que iluminaba las escrituras….” Quisimos poner este augurio de Chiara en la entrada del focolar para recordarnoslo siempre».
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