Movimiento de los Focolares

Papa Francisco al CEC de Ginebra

Hoy, en ocasión del 70° aniversario de la fundación del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEC), el Papa está visitando el Centro ecuménico de Ginebra (Suiza), en un peregrinaje ecuménico. A los periodistas, en el vuelo hacia el País Helvético, ha declarado: “voy para llevar adelante la unidad”. Tema de ésta jornada: “Caminar, rezar y trabajar juntos”. El CEC se cuenta entre los organismos más amplios e inclusivos de las organizaciones ecuménicas. Fundado en Amsterdam (Países Bajos) en el 1948, está formado actualmente por 350 iglesias de 110 Países del mundo y representa cerca de 500 millones de cristianos. Con sede en Ginebra, comprende la mayor parte de las iglesias ortodoxas, numerosas iglesias protestantes históricas (anglicanas, bautistas, luteranas, metodistas, reformadas) y otras iglesias indipendientes. La Iglesia  católica no es miembro del CEC, pero los teólogos católicos trabajan en importantes comisiones como membro a pleno título. Entre las citas previstas, la oración en común y el encuentro a la tarde, presentes el reverendo Olav Fykse Tveit y su esposa Agnes Abuom, respectivamente Secretario general y Moderador del CEC. A la conclusión, el significativo saludo a ocho miembros de Corea del Norte y del Sur.

Periodismo y migración

Periodismo y migración

Concluyó recientemente, en Bodo-Dioulasso, en Burkina Faso, un seminario sobre el Periodismo Dialógico (9-13 de junio), con la presencia de periodistas y profesionales de la comunicación: Michele Zanzucchi (Italia), Guy Roland (Benín) y Armand Djoualeu (Camerún) y la participación de profesores, estudiantes y profesionales, cristianos y musulmanes, de Nigeria, Mali, Cosa de Marfil, Benín y Burkina Faso. El objetivo del seminario fue el de ofrecer formación a los periodistas en el diálogo, colocando a la persona en el centro de la atención, con respeto y sentido de responsabilidad. En la apertura del seminario se desarrolló una mesa redonda sobre “Periodismo y Migración”, contando con la presencia de autoridades del Gobierno y de la Iglesia católica. La propuesta que se formalizó fue la de constituir una red regional de periodistas para formar e informar correctamente a la población sobre el fenómeno de la migración, en especial la migración hacia Europa.

En camino hacia Dublín

En camino hacia Dublín

Lough Key Forest Park, 800 hectáreas de silencio, senderos naturales, imponentes cedros y un lago, en la costa meridional de Lough Key, a 40 km al de Sligo Town, y 3 km al Este de Boyle; este fue el marco de la jornada para las familias organizada por la diócesis de Elphin a finales del mes de abril. Entre los promotores, que colaboraron con el Obispo Kevin Doran, estaba también el Movimiento de los Focolares. «Un compartir en un clima de diversión y amistad al que todos estaban invitados –había dicho el obispo- también las familias de otras convicciones religiosas, los vecinos, los amigos». El objetivo era prepararse al gran evento con el Papa Francisco, que reunirá en la capital irlandesa a finales de agosto, a familias de todo el mundo con el tema “El Evangelio de la familia alegría para el mundo”. Cada tres años, esta cita internacional pone en el centro de la atención a la familia cristiana, como primera piedra de la sociedad. Después de la inauguración, el 21 de agosto, que se celebrará simultáneamente en todas las diócesis de Irlanda, se realizará en Dublín un Congreso internacional de tres días (22-24) con la presentación de ponencias de expertos de varias partes del mundo, testimonios, talleres y actividades para los niños y los adolescentes. Con la llegada del Santo Padre, el sábado 25 de agosto, el gran festival de las Familias, dará la posibilidad de escuchar música y testimonios de los varios continentes, además naturalmente de sus esperadas palabras. El evento se concluirá con la solemne celebración eucarística del 26, presidida por él en el Phoenix Park di Dublín. «No somos muchos en esta región de Irlanda, pero quisimos acoger la invitación del obispo» escriben desde las comunidades de los Focolares. Ya desde hace un año, junto a todas las familias de la diócesis, se están preparando, atentos a las complejas dinámicas de cada familia y a su papel en la sociedad, a través de una reflexión común a la luz de la exhortación apostólica “Amoris Laetitia”. Evelyn, ayudada por la comunidad del Focolar, forma parte de un comité que trabaja en los preparativos. «Para mí, es una gran ocasión para construir con todos relaciones de unidad. Cada pensamiento, cada aporte, cada decisión o acción por emprender han sido fruto de este camino entre nosotros, junto al Obispo. Se ha creado un clima de amor recíproco entre todos». En la entrada del gran parque público, colgando de las ramas de los árboles, estaban las caras del “dado del amor” y escritos de Chiara Lubich y de la “Amoris Laetitia” sobre la familia, que saludaban, movidos por el viento, al público que llegaba. También hicieron rodar el dado en el palco, al inicio del programa, para sintonizarnos con un único mensaje: “ser los primeros en amar”. La jornada fue una serie festiva de música y talleres sobre el cuidado de la naturaleza, juegos en la familia, diversión, pinta caritas, danza, ayuda a los necesitados. Fue especialmente intenso el momento de la oración común, conducido por el obispo católico y el anglicano, quienes después cortaron una torta, que no por casualidad tenía forma de “cubo”, un momento que quedó inmortalizado por el periódico local “Roscommon Hearld” y por otros sitios y boletines. Como conclusión de la jornada, Andrew, uno de los participantes, cantó una canción que él compuso, sobre tres palabras sugeridas por el Papa Francisco para la vida de familia: “Por favor, gracias, disculpa”. «Caminando entre la gente – fue el comentario de Áine, de los Focolares- pensaba en las palabras “el gran atractivo del tiempo moderno”, escritas por Chiara Lubich en una meditación suya. Y las sentía actuales, en medio de una multitud compuesta por personas provenientes de pueblos y aldeas remotas, no sólo católicas, sino también de otras denominaciones, y de lugares remotísimos como los nuevos refugiados que han llegado para pedir asilo, desde África y Medio Oriente, en su mayoría musulmanes. Para ellos fue una sorpresa, encontrar también en Irlanda esta atención a la familia».

La reforma del juez Shaheed

La reforma del juez Shaheed

Es juez civil del tribunal de Marion en Indianápolis desde 1999 y en el 2007 fue nombrado “Juez del Año” por su trabajo en favor de los detenidos y sentenciados por sus delitos como tóxico-dependientes. David Shaheed és afroamericano y musulmán y divide la pasión por el Derecho con su pasión por el diálogo interreligioso. A partir de 2019, presidirá la “Interfaith Alliance” de Indianàpolis. El curriculum podría merecer objeciones, sin embargo el Doctor Shaheed desplaza todo tipo de discrepancia por su simplicidad y la libertad con la cual habla de su fe y de la relación que lo vincula a Chiara Lubich. «Me dio el valor de ir más allá de nuestros credos, de ayudar a los otros y de comprenderlos. Pero esto no quedó en un concepto abstracto porque Chiara me enseñó el modo de vivirlo y demostrarlo». El juez se inspiró en la experiencia de destrucción de la Segunda Guerra Mundial vivida por Chiara para instalar una reforma en la Corte. «El mundo estaba bajo la presión de este enorme conflicto. Sin embargo esta joven trentina superó sus miedos personales para amar el dolor de los demás: su testimonio me dio fuerza para instituir en mi trabajo un Tribunal especial para las personas con problemas mentales o aquellas personas dependientes de sustancias estupefacientes». El juez, efectivamente, rompió con la tradición judicial que confiaba a los tribunales ordinarios el tratamiento de los acusados con déficit psíquicos o con dependencia al alcohol o a las drogas. Los tribunales condenaban sin ayudar a los acusados a su rehabilitación. El pidió a los colegas que observaran el impacto que la cárcel o la libertad vigilada tenía en la vida de los acusados. Y en efecto, muchos de estos reos reincidían en nuevos delitos por los cuales volvían a la Corte o a la prisión, dado que no habían recibido tratamientos adecuados a su persona y a su enfermedad. Después de mucho escepticismo y desconfianza por parte de los otros jueces, el desafío de “servir a los últimos” , se convirtió en el objetivo común de los magistrados del Tribunal local, que, superando la tradición de la “Common law”, que asigna a la Corte de Apelación absoluta competencia en la materia, el año pasado se lanzó un juicio especializado en personas “especiales”. De este modo, los acusados son atendidos en su tratamiento psiquiátrico adecuado y en consultas especializadas ya sea en la prisión, como en la Corte. Así es que, el sistema judicial completo está orientado a las necesidades de la persona y no a la condena y al castigo por acciones delictivas, pues, “debido a su enfermedad”, estas personas no serían culpables. «Crecí en América del Norte, donde, hasta hoy, existe una historia fuerte de racismo, y encontrar a los Focolares, me ayudó a comprender que los blancos y sus antepasados europeos no tenían todos la misma hostilidad hacia los afroamericanos. Para mi fue una experiencia liberadora, porque vivía bajo la influencia de esta mentalidad y en cambio, por primera vez, tenía hermanos de descendencia europea. Aprendí de los Focolares que la vida de Jesús fue mostrar misericordia y compasión por los demás. Aprendí a vivir así como juez y a sentir compasión. Formar parte de la comunidad del Focolar significa para mí dar la mejor prueba de cómo vivir los atributos de Dios escritos en el Corán, es decir el amor, la misericordia y la compasión». Observando la misión del Movimiento, a los diez años de la muerte de Chiara Lubich, el juez de Indiana desea que «el diálogo vaya adelante, porque el de los Focolares es uno de los mejores modelos de encuentro entre personas de diferentes religiones, etnias o nacionalidades. En un clima de fuerte nacionalismo como el que estamos viviendo, donde los propios intereses tienen la prioridad en todo, nuestra experiencia es ir contra la corriente porque muestra que la palabra de Dios conduce a las personas a encontrarse y a no aislarse, y este es un ejemplo no sólo para la fe y la religión, sino que es un ejemplo de vida que sirve para nuestro País» Fuente: Città Nuova n.6, junio de 2018

El amor no se muda

El amor no se muda

El relato de estar juntos durante toda una vida pasada juntos es natural en las palabras de Anna como en las de Claudio, casi como si se hubiesen convertido, después de tantos años de matrimonio, en una sola persona. «Cuando nos casamos nos unía el entusiasmo – comienza ella- y la alegría de ver nacer a nuestra familia. En la pequeña ciudad del norte de Italia, a la cual nos mudamos por razones de trabajo, no conocíamos a nadie. Yo me ocupaba de las tareas de casa, y esperaba que él volviera de noche. Éramos felices, pero… nos faltaba algo. Un domingo nos acercamos a un sacerdote, fuera de la iglesia. Lo invitamos a casa y él llego trayéndonos una revista “Cittá Nuova”. Después nos habló de la Palabra de Vida. Nos pareció que nosotros también nos podíamos comprometer en vivir el Evangelio». «Tenía un buen trabajo – explica Claudio-, construíamos autos para el desarrollo y la impresión de películas cinematográficas. Pero después de la muerte del dueño de la empresa, comenzaron a aparecer algunas dificultades con los herederos. En un determinado momento me lelgó una propuesta muy atractiva. Un trabajo bien pagado pero, me enteré, por los contenidos de la propuesta que era algo éticamente inaceptable. Mi esposa y yo estuvimos de acuerdo en no aceptar. Poco tiempo después, apareció otra oportunidad, esta vez con un sueldo más bajo. Mientras tanto había nacido el segundo hijo, y las exigencias de la familia crecían. Aceptamos, confiándonos que no nos habría faltado nada. El trabajo era demasiado y precisaba un ayudante. La oficina del personal me propuso una persona con problemas de carácter, que en el primer contacto, efectivamente, respondió: “Si usted piensa hacerme trabajar, se está equivocando mucho”. Era consciente que iba a tener que compensar su incapacidad, pero nos comprometidos a amar a todos, por lo tanto no podía echarme atrás. A continuación, también él se entusiasmó con el trabajo, y en Navidad, adentro de un paquete envuelto en un papel de diario, me regaló un trencito para mi hojo» «Estaba esperando el tercer hijo –continúa Anna– cuando llegó para Claudio una nueva oportunidad de trabajo. En la nueva ciudad a la cual nos mudamos nacieron los otros cuatro hijos. Una pequeña “tribu”, que crecía amando con gusto nuestro estilo de vida y la armonía que tratábams de mantener entre nosotros. También yo trabajaba, enseñaba alemán en el liceo, y ésto me significaba mucho compromiso, pero los muchachos colaboraban, ayudándose en las tareas escolares o preparando la cena. Una noche estaba en el ómnibus, vulviendo del liceo, que estaba a casi 30 km. Llovía, y ya pensaba que me iba a mojar completamente. No existían en aquella época los celulares. En la parada del ómnibus, encontré a uno de los hijos, todavía muy chiquito, esperándome con un paraguas. Algunos años después, cuando ya éramos nueve (más un gato), debido al trabajo de mi marido se pensaba en otro traslado. Yo dudaba mucho. Pero comprendía que él sufriría si tenía que vivir en un hotel durante cinco días a la semana. Por amor a él, nos convencimos que teníamos que hacer nuevamente las valijas. Comprendíamos la importancia de estar siempre unidos, y a menudo rezábamos juntos en los momentos de dificultades. Durante el día estaba sola, pero sabía que él estaba conmigo. Algunas veces, después de la cena, dábamos una vuelta por el barrio, cuatro pasos juntos para estar solos nosotros dos» «Ahora nuestros hijos están casados – continúa Claudio-. Uno de ellos se separó de su esposa, y para nosotros fue un gran dolor. Durante una reciente peregrinación, le confiamos a María esta situación. En primer lugar rezamos para que se recompusiera su familia. Después de un poco, nos pareció que era más justo pedir, por ellos, conversión del corazón. Finalmente comprendimos. La gracia de pedir era otra: pedir nuestra conversión. Nos fuimos de allí, con el deseo de estar atentos a los que Dios nos habría pedido. Porque quisiéramos no dejar nunca de ser instrumentos de Su amor. Es el amar la única cosa que en una familia no se debe mudar nunca».

El café: una ocasión para ir más allá

El café: una ocasión para ir más allá

Hace algunos meses, en Milán, los Jóvenes por un Mundo Unido se reunieron para pensar juntos en una iniciativa que estuviera en línea con el Genfest 2018 de Manila, en Filipinas. Fue así que retomaron la idea de vender café, como lo hicieron con ocasión del Genfest del 2012 en Budapest. Habiendo obtenido un precio especial de un distribuidor mayorista, diseñaron y realizaron las etiquetas con los lineamientos de la actividad y con el logo del evento. Después decidieron destinar los fondos obtenidos para, apoyar a la población filipina, afectada por el tifón Vinda en diciembre pasado, para ayudar a quien llegará a Manila de los países más lejanos y para los gastos generales de la organización del Genfest. Uno de los jóvenes de Milán relata que la idea nació cuando «nos preguntamos cómo difundir la idea del Genfest aquí en nuestra tierra. Siendo un evento que pretende promover la fraternidad entre las personas, entendida como relaciones materiales e interpersonales, nos pareció que uno de los elementos que más representaba este deseo de socializar, de estar juntos y al mismo tiempo compartir, en nuestra cultura, es la bebida y el rito del café, ese período de pausa que, dentro de la jornada, se convierte en un momento de intercambio y compartir, una ocasión para ir más allá…». Esta vez, fue más sencillo con respecto al 2012, porque ya teníamos los contactos. Después de que decidimos juntos qué hacer, nos pusimos en contacto con el proveedor que en un mes nos hizo llegar 4000 paquetes de café al depósito central de Milán. Mientras tanto en distintos territorios de la región unas veinte personas ofrecieron su disponibilidad para hacer un pequeño depósito en sus casas. El proceso de etiquetado fue hecho por ellos «y se convirtió en una ocasión para cenar juntos, encontrarnos (…). Lo hicimos en Milán, pero también en los otros territorios en donde los jóvenes y sus familias están ayudando. Finalmente, esta actividad ha creado muchas oportunidades para ir a visitar a personas que hacía tiempo no veíamos, consolidando relaciones de fraternidad». Para más informaciones: caffe2018manila@gmail.com Fonte: United World Project