Movimiento de los Focolares
Dar un alma a la ciudad

Dar un alma a la ciudad

Con un lenguaje sencillo, como el de Jesús quien para explicar “su Reino” usaba términos y comparaciones que estaban a la vista de todos, Sándor empezó a contar cómo trataba de encarnar el Evangelio en todo lo que hacía. Así se formó a su alrededor un asiduo grupo de agricultores que periódicamente se reunían para intercambiar alegrías, dolores, conquistas, progresos… En ellos brotó la convicción de que tenían una misión. Su relación con la naturaleza, fuente de sabiduría, era un bien que había que transmitir también a quien estaba en la ciudad. De esta chispa al paso de ir a visitar a los alcaldes fue rápido. De los encuentros entre los alcaldes y los campesinos emergió fuerte la necesidad de crear una alternativa a la globalización que homologa y apaga los valores y tradiciones. Así en septiembre del 2016 realizaron un encuentro, con experiencias y la participación de especialistas, con el objetivo de devolver un alma al país a partir del campo. Participaron unas 350 personas, entre las cuales 20 alcaldes. El pasado septiembre tuvo lugar el 2° encuentro, en Újkígyós, una alcaldía del sudeste de Hungría en el que, a pesar del frío que se anticipó, participaron 500 personas. Había 27 stands en donde se exponían quesos, alfombras hechas a mano, miel, pequeños muebles, mermeladas… Con gratitud y generosidad los campesinos provenientes de muchos pueblos, aldeas y caseríos ofrecieron lo mejor de sus productos culinarios y de su artesanía. También trajeron caballos para que los niños pudieran dar una vuelta. Fue una auténtica fiesta popular. Los conferencistas, especialistas en ecología, agricultura, contaminación acústica, agricultores, investigadores y profesores universitarios, ya estaban vinculados entre ellos por una auténtica amistad. No fue sólo éste el secreto del éxito sino también la propuesta de un camino realizable para llegar a dar un aporte de auténtica fraternidad. También el Alcalde del lugar, quien puso al servicio del evento grupos folclóricos, subrayó que veía en la comunidad un “alma nueva”. El párroco puso en evidencia la eficacia de la forma de evangelizar que había experimentado. Uno de los organizadores me decía: «No tuvimos ninguna ayuda política o de instituciones: todo fue regalado. El encuentro no costó ni un céntimo, desde las sillas, a los toldos, las mesas. Aquí, como ves, todos se sintieron hermanos, porque en las aldeas la relación es humana, la amistad es la fuerza vencedora. En las ciudades son otras las formas de relacionarse. Se crean círculos, clubes de interés, lugares de diversión… pero la gente está aislada. Los habitantes del mismo condominio no se conocen. Sentimos que la gente del campo puede dar un aporte al país, puede dar un alma. El campesino, por el contacto que tiene con la naturaleza nutre su alma religiosa y sabe el valor y el precio de cada cosa y reconoce en el hombre la sacralidad a la que el Papa Francisco continuamente se refiere. Este encuentro nos parece un pequeño paso no sólo para la misma Iglesia sino también para la sociedad». Participó también Csaba Böjte (ofm), un franciscano de Transilvania (Rumania) famoso no sólo en su tierra sino en toda Hungría y en el este de Europa, donde con la colaboración de voluntarios, acoge desde 1992 a niños y adolescentes con situaciones familiares difíciles. Hoy día tiene 82 casas que hospedan a 2500 chicos. La de Sándor es una piedra lanzada al agua que con sus ondas se expande y se expande. Tanino Minuta

Una beata de nuestro tiempo

Una beata de nuestro tiempo

El pasado 20 de octubre, como cada año, la Mariápolis El Diamante (México-Puebla) celebró el aniversario de la beata Chiara Luce, a la cual en el 2012 se le dedicó una capilla. La ciudad de Acatzingo, ubicada a pocos kilómetros de Puebla, se despertó envuelta en el sonido, baile y colores de un grupo de jóvenes, algunos provenientes de otras ciudades del País, que desfilaban por sus calles para celebrar la alegría de contar con una beata jóven como ellos: Chiara “Luce” Badano. El evento fue organizado por miembros del movimiento de los Focolares, involucrando a cinco bandas de colegios de ciudades aledañas y locales, cuyos participantes sumaban alrededor de 300 chicos. Bajo el lema Cabeza-corazón-manos: piensa, cree y actúa, inspirado en las palabras del Papa Francisco, los jóvenes dieron a conocer pensamientos y momentos de la vida de Chiara Badano que expresan esta “santidad en Jeans”, a la que alude el Papa. En un clima de fiesta y amistad se invitó a los espectadores a lanzar el “dado del Amor”, acto significativo en una sociedad herida por una ola de violencia, secuestro y muerte incrementada en los últimos meses. La celebración continuó en la ciudadela, donde se encuentra la capilla dedicada a Chiara Badano. Más de 500 personas presenciaron la exhibición de las bandas invitadas que conjugaron destreza y pasión, concluyendo con una ejecución musical improvisada entre todos, reflejo del compañerismo y estima recíproca fruto de la jornada. El programa de la tarde estuvo a cargo de la Escuela de jóvenes que viven por unos meses en la ciudadela, quienes a través de bailes, cantos, teatro, testimonios de vida y actividades lúdicas, ilustraron la vida de Chiara Luce, mostrando a los presentes cómo esta joven sigue siendo un faro que los impulsa a vivir por un ideal grande y valioso. La celebración de la Eucaristía, vivida con gran recogimiento, fue el broche de oro con el cual se cerró esta conmemoración que muchos calificaron de “bellamente inculturada”. Una fiesta juvenil que hizo propia y manifestó el llamado del Papa Francisco a la santidad. Algunas bandas ya aseguraron su participación para el próximo año y otros colegios de Acatzingo expresaron el deseo de sumarse. También la población quedó muy agradecida del testimonio de estos jóvenes y el mensaje que transmitieron. Mariápolis El Diamante, 20 de Octubre del 2018  

Huyendo del hambre

Según los últimos estimados, serían 440 mil las personas que han atravesado la frontera de Perú, de los más de 2 millones y 300 mil personas que han escapado de Venezuela, del 2014 hasta hoy. Llegan después de un viaje extenuante, con muchas incógnitas sobre su futuro y en medio de mil peligros, entre los cuales, últimamente se suma, la necesidad de atravesar un río que está en la frontera. «Si el agua está demasiado alta, y no lo logran, los llevan en las espaldas, naturalmente pagando». Una vez más Silvano, de la comunidad de los Focolares de Lima nos escribe. «Desde el inicio de este éxodo y de las “llegadas forzadas” empezamos a ocuparnos del “acompañamiento” de un número cada vez mayor de personas. Hasta hoy son unos sesenta con quienes hemos establecido un contacto personal, no sólo en sentido espiritual, sino humano y profesional». Es extremadamente difícil la situación de quien llega: «Traen sólo la ropa que tienen puesta. Y tienen frío, porque a pesar de que ya empezó la primavera, aquí las temperaturas son todavía muy bajas. Hemos visto la emoción en sus ojos, cuando encuentran vestidos que les ponemos a disposición gracias a una comunión de bienes». Son dos los centros operativos de acogida: el focolar de Lima y el “Centro Fiore”, en Magdalena del Mar, en la provincia de la capital. «Aquí han sido hospedados tres núcleos familiares, entre los que está  el de Ofelia, a quien muchos venezolanos que están acampados en Perú llaman “la madre”. En el primer cuatrimestre de este año –cuenta Silvano- conocimos a una psicóloga, Irene, quien llegó aquí hace pocos meses. Invitada a nuestra sede operativa, que es el focolar, llevó con ella a sus papás y a algunos amigos. En esa ocasión conoció el espíritu que anima el focolar, y al enterarse de la necesidad de muchos de sus connacionales de superar el trauma enseguida, se ofreció a prestar gratuitamente sus servicios de psicóloga, para quien lo solicitara. Un pequeño proyecto que empezó enseguida, como respuesta inmediata a la promesa evangélica “Den y se les dará”». Después de una conferencia sobre el tema de las emociones, que Irene hizo el pasado mes de julio, seguida unas semanas después por un segundo taller, abrimos el consultorio en un local del “Centro Fiore” de Magdalena del Mar. «El “Proyecto de crecimiento psico-emotivo para poblaciones vulnerables” nació para responder a la consistente realidad migratoria que estamos afrontando. En la presentación del proyecto, que está dirigido especialmente a las categorías más frágiles, como las mujeres, los niños, los jóvenes y los ancianos –explica Silvano- se lee que “ofrecer instrumentos para hacer frente a la situación y lograr integrarse” a la comunidad peruana “es un imperativo”. Por eso el proyecto, como está escrito, coincide con los objetivos de los Focolares, para “colaborar a la construcción de un mundo más unido, según la oración de Jesús al Padre (Que todos sean uno, Jn. 17, 21), en el respeto y la apreciación de la diversidad, privilegiando el diálogo y compromiso constante de construir puentes y relaciones de fraternidad entre individuos, pueblos y áreas culturales”. Los casos más comunes en los que ya se ha intervenido son formas de depresión desarrolladas en situaciones de precariedad, o de ansiedad generada por la preocupación de sobrevivir, por los maltratos sufridos, o también disturbios en el desarrollo. El proyecto ofrece ayuda, información, educación, mediante procesos individuales o en grupo, conferencias sobre temas de control emocional, de violencia de género, autoestima, amor propio y hacia los demás, estrategias de coaching». Algunas de las personas que han sido tratadas han encontrado trabajo, o lo están buscando, otras más se están preparando para regresar a su país de origen o buscar otro destino. «Hasta ahora se han realizado un total de 35 sesiones de atención y tratamiento psicológico. Gracias a la ayuda de amigos, parientes y de toda la comunidad esperamos poder seguir ofreciendo este servicio gratuito a los migrantes venezolanos en dificultad».

El Espíritu Santo, alma del camino ecuménico

El Espíritu Santo, alma del camino ecuménico

¿Cómo actúa el Espíritu Santo en la Iglesia hoy? ¿Tiene sentido todavía hablar de un camino ecuménico en un momento como el actual, marcado también para los cristianos, por la fragmentación, la complejidad, los escándalos y los desafíos humanitarios? Dos años después del evento de Lund, que dio un nuevo impulso al diálogo ecuménico, 40 obispos de varias Iglesias, de 18 países, se reunieron en Sigtuna (Suecia) del 6 al 9 de noviembre pasado. Cuatro días de diálogo abierto e intercambio promovido por el Movimiento de los Focolares en torno al tema “El soplo del Espíritu, la Iglesia en el mundo de hoy”. Presente también la presidente de los Focolares Maria Voce y el co-presidente Jesús Morán, con una representación de las comunidades del Movimiento que viven en Suecia. Maria Voce intervino con el tema “El soplo del Espíritu, alma de la Iglesia, en la experiencia y en el pensamiento de Chiara Lubich”, mientras que Jesús Morán propuso una lectura de los desafíos de la contemporaneidad en la perspectiva de la espiritualidad de la unidad. El congreso, ahora en su 37ª edición, es el resultado de una experiencia de sinodalidad y comunión iniciada por el deseo de Juan Pablo II, quien lo propuso al obispo de Aquisgrán, Klaus Hemmerle. “Además de las diversas ponencias, quisimos dedicar un amplio espacio para dialogar y compartir los desafíos ecuménicos que vivimos diariamente en nuestros contextos nacionales y continentales”, explicó el cardenal Francis Kriengsak Kovithavanij, arzobispo de Bangkok y moderador del congreso. El gran tema de la reconciliación fue tratado por monseñor Brendan Leahy, obispo católico de la diócesis de Limerick (Irlanda). En una ponencia sobre el poder del perdón y la pacificación, después de los escándalos que afectaron a la Iglesia irlandesa, afirmó que: “El Espíritu nos insta a no dejarnos robar la esperanza (cf. Rom 8). Una de las grandes tentaciones es desanimarse, pero es el Espíritu el que mantiene viva la esperanza, siempre nos ayuda a empezar de nuevo con un nuevo compromiso en la aventura cristiana de la unidad y la reconciliación”. El obispo anglicano Trevor Williams, irlandés, presentó su testimonio como pastor, responsable durante varios años de la comunidad ecuménica de Corrymeela, en Irlanda del Norte, que contribuyó enormemente al proceso de reconciliación entre las diferentes facciones en conflicto. “La reconciliación no es una opción, sino una necesidad si queremos encontrar una paz duradera. Vivimos en un mundo de ‘ellos’ y ‘nosotros’. La verdad es que solo hay ‘nosotros’. Revelar esta verdad es obra de la Reconciliación, obra del Espíritu Santo”. El pastor evangélico-luterano alemán Jens-Martin Kruse compartió su experiencia pastoral en Roma, en un laboratorio ecuménico en curso, gracias también a la acción del Papa Francisco. El camino de reflexión común, continuado después de la conmemoración de los 500 años de la Reforma, fue repasado por el arzobispo Antje Jackelén, Primado de la Iglesia di Suecia, por el obispo católico de Estocolmo, el cardenal Anders Arborelius e por el obispo Munib Younan, ex presidente de la Federación Luterana Mundial, quien en 2016 presidió junto con el papa Francisco la histórica liturgia ecuménica en Lund (Suecia). “Les aseguro que el Espíritu Santo nos ha guiado y continúa guiándonos hacia una primavera ecuménica. Ahora depende de nosotros cosechar los frutos de la unidad. Hoy decimos: viajamos juntos como testigos vivos en nuestro mundo fragmentado, para que el mundo crea”. Uno de los momentos más intensos de la congreso fue la oración ecuménica en la antigua iglesia de Sigtuna y la firma del “Pacto de unidad”, con el que los obispos se comprometieron a hacer un camino de comunión efectiva y afectiva, “amando a la Iglesia de los demás como la propia”. Compromiso que cada uno ha sellado con su firma y un abrazo fraterno.  

Junto a los nativos de Norteamérica

Junto a los nativos de Norteamérica

Es un lago tan límpido, con su fondo bien visible, que se puede beber de él con las manos en forma de cuenco, directamente desde la canoa. Parece un mundo perfecto. Sin embargo, se ven, esparcidas, algunas botellas de plástico que están varadas en la orilla, atrapadas por las ramas bajas de los árboles. Daña la vista, en un paisaje de extraordinaria belleza. La narración de Alek, uno de los cuatro que hicieron la experiencia de un “focolar temporal” en Whatí, Canadá, del 19 de julio al 20 de agosto pasado, es rica de imágenes como ésa. «Estamos hablando del gran Norte, casi en el círculo polar ártico. Es una pequeña ciudad de 800 habitantes. Pero parecían menos, porque había concluido hacía poco la reunión del pueblo Tlicho (Tłı̨chǫ en la lengua original), y por ese motivo muchos de los habitantes se habían marchado para hacer un período de vacaciones. Los Tlicho pertenecen a los Nativos de Norteamérica (las “First Nations”, como se los llama en Canadá) y están desparramados por toda la América del Norte. Forman parte de los Dene, “Asociación de Indígenas de los Territorios del Noroeste”, y viven en un territorio llamado Tlicho Land, constitudo por cuatro ciudades, con una población global de casi 2.000 habitantes. Whatí, en la lengua original Wha Ti, es una de esas ciudades, y está frente al bellísimo lago La Martre, que en el punto de mayor extensión mide unos 70 km». Con un grupo de chicos, Alek y el Padre Alain organizaron la limpieza de una parte de sus orillas: «Como acción demostrativa. Pero después supimos que un habitante del lugar sensibilizó al jefe de la aldea, para que la acción de limpieza se vuelva estable, a lo largo de todo el año». Esto también fue un fruto de la experiencia del “focolar temporal” en Whatí. El grupo, además de Alek (italiano, pero transfiriéndose a Birmingham, Alabama) y el Padre Alain, de Montreal, estaba constituido también por Lioba, coreana, del focolar de Vancouver, y Ljubica, del focolar de Toronto. El motivo del viaje fue que el obispo de Yellowknife, capital de los Territorios del Noroeste, había pedido que fueran allí (pagando también los gastos) algunas personas de la comunidad de los Focolares para darles a los habitantes, por lo menos un mes en el año, la posibilidad de una cercanía espiritual y una formación a la vida del Evangelio. Al mismo tiempo, para realizar una experiencia análoga, otro grupo se dirigió a la aldea Fort Resolution. «Los primeros días estuvimos en Yellowknife, llegando cada uno de nuestras ciudades, tras muchas aventuras en el viaje a causa del mal tiempo. Tuvimos la posibilidad de conocernos entre nosotros y recibir la bendición del obispo. Una vez llegados a Whatí, nos quedamos allí unas cuatro semanas, para renovar las relaciones ya construidas el año anterior con ocasión de otra experiencia similar, conocer a las autoridades locales y colaborar en algunas iniciativas del gobierno de la tribu. La segunda semana organizamos un “Bible Camp” para los niños, y la tercera, acogiendo el pedido de los responsables del lugar, fuimos a visitar a algunos ancianos de la aldea. Con ellos fue muy impactante rezar juntos. Teníamos la impresión de que nos comunicábamos más allá de las dificultades de comprensión de su idioma». La población del lugar sufre por el dificil pasaje de la tradición a la modernidad que están viviendo. «En poco tiempo – explica Alek – se vio privada de sus raíces, que habían constituido su identidad más profunda, probablemente durante miles de años. Mis coetáneos nacieron y han vivido en el “teepee” (la típica carpa hecha con palos, en un número variable según su dimensión, cubierta con cueros y con una abertura superior para permitir la salida del humo) y hablan el idioma Tlicho. Los más jóvenes ya no conocen la lengua tradicional, usan el celular, y les atrae el consumismo y sus consecuencias, incluso el uso del alcohol y las drogas. Sin embargo, la comunidad tiene una fe simple y profunda, basada en la lectura de la Biblia y la natural religiosidad de su pueblo que es aún sensible a lo sobrenatural. Para mí fue una oportunidad para encontrarme cara a cara con algunas de esas historias. Entre ellos me sentí “en mi lugar”, quizás como nunca antes, yo también expresión de una caricia de Dios». Chiara Favotti