La escuela “Pequeña Llama”
https://vimeo.com/290650545
https://vimeo.com/290650545
El pasado 20 de octubre, como cada año, la Mariápolis El Diamante (México-Puebla) celebró el aniversario de la beata Chiara Luce, a la cual en el 2012 se le dedicó una capilla. La ciudad de Acatzingo, ubicada a pocos kilómetros de Puebla, se despertó envuelta en el sonido, baile y colores de un grupo de jóvenes, algunos provenientes de otras ciudades del País, que desfilaban por sus calles para celebrar la alegría de contar con una beata jóven como ellos: Chiara “Luce” Badano. El evento fue organizado por miembros del movimiento de los Focolares, involucrando a cinco bandas de colegios de ciudades aledañas y locales, cuyos participantes sumaban alrededor de 300 chicos. Bajo el lema Cabeza-corazón-manos: piensa, cree y actúa, inspirado en las palabras del Papa Francisco, los jóvenes dieron a conocer pensamientos y momentos de la vida de Chiara Badano que expresan esta “santidad en Jeans”, a la que alude el Papa. En un clima de fiesta y amistad se invitó a los espectadores a lanzar el “dado del Amor”, acto significativo en una sociedad herida por una ola de violencia, secuestro y muerte incrementada en los últimos meses. La celebración continuó en la ciudadela, donde se encuentra la capilla dedicada a Chiara Badano. Más de 500 personas presenciaron la exhibición de las bandas invitadas que conjugaron destreza y pasión, concluyendo con una ejecución musical improvisada entre todos, reflejo del compañerismo y estima recíproca fruto de la jornada. El programa de la tarde estuvo a cargo de la Escuela de jóvenes que viven por unos meses en la ciudadela, quienes a través de bailes, cantos, teatro, testimonios de vida y actividades lúdicas, ilustraron la vida de Chiara Luce, mostrando a los presentes cómo esta joven sigue siendo un faro que los impulsa a vivir por un ideal grande y valioso. La celebración de la Eucaristía, vivida con gran recogimiento, fue el broche de oro con el cual se cerró esta conmemoración que muchos calificaron de “bellamente inculturada”. Una fiesta juvenil que hizo propia y manifestó el llamado del Papa Francisco a la santidad. Algunas bandas ya aseguraron su participación para el próximo año y otros colegios de Acatzingo expresaron el deseo de sumarse. También la población quedó muy agradecida del testimonio de estos jóvenes y el mensaje que transmitieron. Mariápolis El Diamante, 20 de Octubre del 2018
Según los últimos estimados, serían 440 mil las personas que han atravesado la frontera de Perú, de los más de 2 millones y 300 mil personas que han escapado de Venezuela, del 2014 hasta hoy. Llegan después de un viaje extenuante, con muchas incógnitas sobre su futuro y en medio de mil peligros, entre los cuales, últimamente se suma, la necesidad de atravesar un río que está en la frontera. «Si el agua está demasiado alta, y no lo logran, los llevan en las espaldas, naturalmente pagando». Una vez más Silvano, de la comunidad de los Focolares de Lima nos escribe. «Desde el inicio de este éxodo y de las “llegadas forzadas” empezamos a ocuparnos del “acompañamiento” de un número cada vez mayor de personas. Hasta hoy son unos sesenta con quienes hemos establecido un contacto personal, no sólo en sentido espiritual, sino humano y profesional». Es extremadamente difícil la situación de quien llega: «Traen sólo la ropa que tienen puesta. Y tienen frío, porque a pesar de que ya empezó la primavera, aquí las temperaturas son todavía muy bajas. Hemos visto la emoción en sus ojos, cuando encuentran vestidos que les ponemos a disposición gracias a una comunión de bienes». Son dos los centros operativos de acogida: el focolar de Lima y el “Centro Fiore”, en Magdalena del Mar, en la provincia de la capital. «Aquí han sido hospedados tres núcleos familiares, entre los que está el de Ofelia, a quien muchos venezolanos que están acampados en Perú llaman “la madre”. En el primer cuatrimestre de este año –cuenta Silvano- conocimos a una psicóloga, Irene, quien llegó aquí hace pocos meses. Invitada a nuestra sede operativa, que es el focolar, llevó con ella a sus papás y a algunos amigos. En esa ocasión conoció el espíritu que anima el focolar, y al enterarse de la necesidad de muchos de sus connacionales de superar el trauma enseguida, se ofreció a prestar gratuitamente sus servicios de psicóloga, para quien lo solicitara. Un pequeño proyecto que empezó enseguida, como respuesta inmediata a la promesa evangélica “Den y se les dará”». Después de una conferencia sobre el tema de las emociones, que Irene hizo el pasado mes de julio, seguida unas semanas después por un segundo taller, abrimos el consultorio en un local del “Centro Fiore” de Magdalena del Mar. «El “Proyecto de crecimiento psico-emotivo para poblaciones vulnerables” nació para responder a la consistente realidad migratoria que estamos afrontando. En la presentación del proyecto, que está dirigido especialmente a las categorías más frágiles, como las mujeres, los niños, los jóvenes y los ancianos –explica Silvano- se lee que “ofrecer instrumentos para hacer frente a la situación y lograr integrarse” a la comunidad peruana “es un imperativo”. Por eso el proyecto, como está escrito, coincide con los objetivos de los Focolares, para “colaborar a la construcción de un mundo más unido, según la oración de Jesús al Padre (Que todos sean uno, Jn. 17, 21), en el respeto y la apreciación de la diversidad, privilegiando el diálogo y compromiso constante de construir puentes y relaciones de fraternidad entre individuos, pueblos y áreas culturales”. Los casos más comunes en los que ya se ha intervenido son formas de depresión desarrolladas en situaciones de precariedad, o de ansiedad generada por la preocupación de sobrevivir, por los maltratos sufridos, o también disturbios en el desarrollo. El proyecto ofrece ayuda, información, educación, mediante procesos individuales o en grupo, conferencias sobre temas de control emocional, de violencia de género, autoestima, amor propio y hacia los demás, estrategias de coaching». Algunas de las personas que han sido tratadas han encontrado trabajo, o lo están buscando, otras más se están preparando para regresar a su país de origen o buscar otro destino. «Hasta ahora se han realizado un total de 35 sesiones de atención y tratamiento psicológico. Gracias a la ayuda de amigos, parientes y de toda la comunidad esperamos poder seguir ofreciendo este servicio gratuito a los migrantes venezolanos en dificultad».
¿Cómo actúa el Espíritu Santo en la Iglesia hoy? ¿Tiene sentido todavía hablar de un camino ecuménico en un momento como el actual, marcado también para los cristianos, por la fragmentación, la complejidad, los escándalos y los desafíos humanitarios? Dos años después del evento de Lund, que dio un nuevo impulso al diálogo ecuménico, 40 obispos de varias Iglesias, de 18 países, se reunieron en Sigtuna (Suecia) del 6 al 9 de noviembre pasado. Cuatro días de diálogo abierto e intercambio promovido por el Movimiento de los Focolares en torno al tema “El soplo del Espíritu, la Iglesia en el mundo de hoy”. Presente también la presidente de los Focolares Maria Voce y el co-presidente Jesús Morán, con una representación de las comunidades del Movimiento que viven en Suecia. Maria Voce intervino con el tema “El soplo del Espíritu, alma de la Iglesia, en la experiencia y en el pensamiento de Chiara Lubich”, mientras que Jesús Morán propuso una lectura de los desafíos de la contemporaneidad en la perspectiva de la espiritualidad de la unidad. El congreso, ahora en su 37ª edición, es el resultado de una experiencia de sinodalidad y comunión iniciada por el deseo de Juan Pablo II, quien lo propuso al obispo de Aquisgrán, Klaus Hemmerle. “Además de las diversas ponencias, quisimos dedicar un amplio espacio para dialogar y compartir los desafíos ecuménicos que vivimos diariamente en nuestros contextos nacionales y continentales”, explicó el cardenal Francis Kriengsak Kovithavanij, arzobispo de Bangkok y moderador del congreso. El gran tema de la reconciliación fue tratado por monseñor Brendan Leahy, obispo católico de la diócesis de Limerick (Irlanda). En una ponencia sobre el poder del perdón y la pacificación, después de los escándalos que afectaron a la Iglesia irlandesa, afirmó que: “El Espíritu nos insta a no dejarnos robar la esperanza (cf. Rom 8). Una de las grandes tentaciones es desanimarse, pero es el Espíritu el que mantiene viva la esperanza, siempre nos ayuda a empezar de nuevo con un nuevo compromiso en la aventura cristiana de la unidad y la reconciliación”. El obispo anglicano Trevor Williams, irlandés, presentó su testimonio como pastor, responsable durante varios años de la comunidad ecuménica de Corrymeela, en Irlanda del Norte, que contribuyó enormemente al proceso de reconciliación entre las diferentes facciones en conflicto. “La reconciliación no es una opción, sino una necesidad si queremos encontrar una paz duradera. Vivimos en un mundo de ‘ellos’ y ‘nosotros’. La verdad es que solo hay ‘nosotros’. Revelar esta verdad es obra de la Reconciliación, obra del Espíritu Santo”. El pastor evangélico-luterano alemán Jens-Martin Kruse compartió su experiencia pastoral en Roma, en un laboratorio ecuménico en curso, gracias también a la acción del Papa Francisco. El camino de reflexión común, continuado después de la conmemoración de los 500 años de la Reforma, fue repasado por el arzobispo Antje Jackelén, Primado de la Iglesia di Suecia, por el obispo católico de Estocolmo, el cardenal Anders Arborelius e por el obispo Munib Younan, ex presidente de la Federación Luterana Mundial, quien en 2016 presidió junto con el papa Francisco la histórica liturgia ecuménica en Lund (Suecia). “Les aseguro que el Espíritu Santo nos ha guiado y continúa guiándonos hacia una primavera ecuménica. Ahora depende de nosotros cosechar los frutos de la unidad. Hoy decimos: viajamos juntos como testigos vivos en nuestro mundo fragmentado, para que el mundo crea”. Uno de los momentos más intensos de la congreso fue la oración ecuménica en la antigua iglesia de Sigtuna y la firma del “Pacto de unidad”, con el que los obispos se comprometieron a hacer un camino de comunión efectiva y afectiva, “amando a la Iglesia de los demás como la propia”. Compromiso que cada uno ha sellado con su firma y un abrazo fraterno.
Es un lago tan límpido, con su fondo bien visible, que se puede beber de él con las manos en forma de cuenco, directamente desde la canoa. Parece un mundo perfecto. Sin embargo, se ven, esparcidas, algunas botellas de plástico que están varadas en la orilla, atrapadas por las ramas bajas de los árboles. Daña la vista, en un paisaje de extraordinaria belleza. La narración de Alek, uno de los cuatro que hicieron la experiencia de un “focolar temporal” en Whatí, Canadá, del 19 de julio al 20 de agosto pasado, es rica de imágenes como ésa. «Estamos hablando del gran Norte, casi en el círculo polar ártico. Es una pequeña ciudad de 800 habitantes. Pero parecían menos, porque había concluido hacía poco la reunión del pueblo Tlicho (Tłı̨chǫ en la lengua original), y por ese motivo muchos de los habitantes se habían marchado para hacer un período de vacaciones. Los Tlicho pertenecen a los Nativos de Norteamérica (las “First Nations”, como se los llama en Canadá) y están desparramados por toda la América del Norte. Forman parte de los Dene, “Asociación de Indígenas de los Territorios del Noroeste”, y viven en un territorio llamado Tlicho Land, constitudo por cuatro ciudades, con una población global de casi 2.000 habitantes. Whatí, en la lengua original Wha Ti, es una de esas ciudades, y está frente al bellísimo lago La Martre, que en el punto de mayor extensión mide unos 70 km». Con un grupo de chicos, Alek y el Padre Alain organizaron la limpieza de una parte de sus orillas: «Como acción demostrativa. Pero después supimos que un habitante del lugar sensibilizó al jefe de la aldea, para que la acción de limpieza se vuelva estable, a lo largo de todo el año». Esto también fue un fruto de la experiencia del “focolar temporal” en Whatí. El grupo, además de Alek (italiano, pero transfiriéndose a Birmingham, Alabama) y el Padre Alain, de Montreal, estaba constituido también por Lioba, coreana, del focolar de Vancouver, y Ljubica, del focolar de Toronto. El motivo del viaje fue que el obispo de Yellowknife, capital de los Territorios del Noroeste, había pedido que fueran allí (pagando también los gastos) algunas personas de la comunidad de los Focolares para darles a los habitantes, por lo menos un mes en el año, la posibilidad de una cercanía espiritual y una formación a la vida del Evangelio. Al mismo tiempo, para realizar una experiencia análoga, otro grupo se dirigió a la aldea Fort Resolution. «Los primeros días estuvimos en Yellowknife, llegando cada uno de nuestras ciudades, tras muchas aventuras en el viaje a causa del mal tiempo. Tuvimos la posibilidad de conocernos entre nosotros y recibir la bendición del obispo. Una vez llegados a Whatí, nos quedamos allí unas cuatro semanas, para renovar las relaciones ya construidas el año anterior con ocasión de otra experiencia similar, conocer a las autoridades locales y colaborar en algunas iniciativas del gobierno de la tribu. La segunda semana organizamos un “Bible Camp” para los niños, y la tercera, acogiendo el pedido de los responsables del lugar, fuimos a visitar a algunos ancianos de la aldea. Con ellos fue muy impactante rezar juntos. Teníamos la impresión de que nos comunicábamos más allá de las dificultades de comprensión de su idioma». La población del lugar sufre por el dificil pasaje de la tradición a la modernidad que están viviendo. «En poco tiempo – explica Alek – se vio privada de sus raíces, que habían constituido su identidad más profunda, probablemente durante miles de años. Mis coetáneos nacieron y han vivido en el “teepee” (la típica carpa hecha con palos, en un número variable según su dimensión, cubierta con cueros y con una abertura superior para permitir la salida del humo) y hablan el idioma Tlicho. Los más jóvenes ya no conocen la lengua tradicional, usan el celular, y les atrae el consumismo y sus consecuencias, incluso el uso del alcohol y las drogas. Sin embargo, la comunidad tiene una fe simple y profunda, basada en la lectura de la Biblia y la natural religiosidad de su pueblo que es aún sensible a lo sobrenatural. Para mí fue una oportunidad para encontrarme cara a cara con algunas de esas historias. Entre ellos me sentí “en mi lugar”, quizás como nunca antes, yo también expresión de una caricia de Dios». Chiara Favotti
Con un balance provisional de 31 víctimas, el enorme incendio que estalló en California está registrado como el peor de la historia del Golden State. Además de las víctimas, hay otras 220 personas dispersas. El foco principal es el que se desató en el Norte de la capital Sacramento y está aún fuera de control. En esta zona de la Sierra Nevada, la devastación es gravísima: la ciudad Paradise de 27 mil habitantes, desapareció por las llamas, con un número altísimo de víctimas, por lo menos 14. Más hacia el sur, entre el condado de Los Ángeles y el de Ventura, existen otros dos frentes de fuego, de dimensiones más reducidas. En total, desde el norte al sur del país, los desalojados son más de 300 mil. En las zonas más castigadas, la escena parece fantasmagórica, con bosques y pueblos reducidos a cenizas, y las pocas zonas que se salvaron del fuego están completamente desiertas. Los fuertes vientos, de hasta más de 110 kilómetros por hora, generan espectaculares y devastadores “tornados de fuego”, que cubren de cenizas cada lugar por donde pasan. Es el enésimo de los desastres ambientales que lamentablemente han venido ocurriendo en el mundo, causados por los cambios climáticos, pero también por la falta de cuidado del ambiente.